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Un paseo entre fondos arqueológicos hacia las entrañas de la historia

Los almacenes donde se custodian los Fondos de Arqueología de Nafarroa son una caja gigante de sorpresas. Acompañados por dos arqueólogos, hace cuatro años nos adentramos entre cientos de piezas inimaginables para un profano. Esta es la crónica de aquel paseo hacia las entrañas de la historia.

Los anfitriones de nuestra visita.

Lo primero que llama la atención al entrar en el almacén de los Fondos de Arqueología es la descomunal altura del local, sito en la Avenida de Zaragoza, en la muga entre Iruñea y Cordovilla. La explicación es que allí se encontraba la antigua fábrica Super Ser, la cual necesitaba grandes naves para poder realizar su actividad. Ahora alberga infinidad de piezas arqueológicas recogidas por todo Nafarroa, la inmensa mayoría procedentes de yacimientos y algunas encontradas de forma casual. La mayor parte de ellas estaban en los antiguos fondos del Museo de Nafarroa, hasta que en 1985 se sacaron de sus instalaciones y en 1996 se depositaron en este almacén.

Las piezas están distribuidas en dos enormes salas: una de 680 metros cuadrados dedicada a materiales pesados, como estatuas, estelas, tinajas o decoraciones arquitectónicas, y otra de 1.300 metros cuadrados que alberga los objetos «no pesados», pero que en conjunto pesan muchas toneladas porque ocupan unos 25.000 contenedores. «Aquí hay millones de piezas», asegura el encargado del almacén, Rubén Ximenez, nada más abrirnos la puerta para comenzar la visita. Como no podemos ver todas, pedimos a Jesús Sesma y Jesús García, los dos arqueólogos del Gobierno que nos guían, que nos muestren y comenten las que consideran más importantes o singulares.

Información muy valiosa

«Las mejores piezas de arqueología están en el Museo de Navarra, pero solo llegan hasta la época romana, mientras que aquí tenemos de todo. Algunas piezas poseen inscripciones que nos pueden aportar información muy valiosa», comentan mientras señalan una curiosa piedra que presenta un agujero y unas extrañas letras grabadas. Luego nos muestran las cajas donde conservan el pavimento de baldosas que apareció en el Castillo de Tiebas, en el que vivieron los reyes Teobaldos. «Son piezas únicas», apunta Jesús Sesma.

A cada paso nos detenemos para observar otros objetos muy llamativos. Hay una hermosa estela troceada que apareció en la calle La Merced cuando se reurbanizó esta zona del Casco Antiguo de Iruñea; un miliario de tiempos del emperador Augusto que fecha el momento en que se construyó la calzada que iba de Cesaraugusta a Pompaelo, hace 25 siglos; numerosas estelas medievales, de las que en Nafarroa existe «una importante colección», y una gran losa de piedra a la que estos arqueólogos denominan «expediente X» porque todavía no han encontrado ninguna explicación convincente. «Es una especie de menhir que apareció en medio de un poblado, cerca de Monreal (Elo), pero no sabemos qué es».

Avanzamos un poco más y surge otra gran sorpresa: las herramientas más antiguas utilizadas por el ser humano que se han hallado en Nafarroa. Tienen unos 300.000 años de antigüedad y aparecieron en los años 2009-2010 en término de Cordovilla, cuando se realizó la urbanización de Donapea. Para un profano solo hubieran sido un montón de piedras, pero para un arqueólogo son un auténtico tesoro. «Si esas herramientas hubieran estado en su sitio original, se trataría de un yacimiento con una importancia a nivel europeo. Hay que tener en cuenta que hace 300.000 años el río Sadar no discurría por donde lo hace ahora, sino que lo hacía por la parte más alta del actual pueblo de Cordovilla. Esas herramientas se construyeron con cantos de río muy especiales, que habían sido arrastrados hasta aquí por el agua. De aquella época apenas hay yacimientos en toda la Península que estén ‘in situ’. Atapuerca y poco más», resumen ambos arqueólogos.

El dato nos parece asombroso, pero apenas tenemos tiempo para asimilarlo porque llega otra sorpresa: un fragmento del mosaico que apareció en la Plaza del Castillo de Iruñea cuando se hicieron las obras para el aparcamiento subterráneo. «Allí se realizó una excavación igual a la que se ha hecho en otros sitios, pero se trataba de una extensión enorme. Una de las cosas que dignifican esta profesión es guardar todo, y de la Plaza del Castillo se ha guardado todo lo que merecía la pena. Es el yacimiento del que más material tenemos, y está guardado en estos almacenes», comenta Jesús Sesma con el aplomo que le dan sus 20 años de experiencia como técnico de la Sección de Arqueología del Gobierno de Nafarroa.

Yacimientos excepcionales

Su compañero Jesús García lleva trabajando con él 12 años, y también ha pateado todo Nafarroa. «Estas son algunas de las piezas que hemos traído del yacimiento de Santa Criz, en Eslaba». Se trata de un busto togado muy llamativo, varios capiteles y grandes tinajas para guardar vino, denominadas dolias. Por el número y calidad de piezas que se están recogiendo, Santa Criz es uno de los yacimientos más importantes de todo Nafarroa, pero hay otro que le supera: el Alto de la Cruz, en Cortes. «Dentro de la comunidad científica internacional, a Navarra se le conoce sobre todo por este yacimiento de la Edad del Hierro», comenta García mientras señala varias estanterías con miles de objetos encontrados allí.

Subimos al piso primero del almacén, donde se custodian los materiales no pesados. El número de contenedores y cajas que se apilan allí es abrumador. Contienen miles y miles de pequeñas piezas arqueológicas, cada una de ellas numerada, inventariada y clasificada para hacer posible su estudio por parte de especialistas.

También se guardan allí los fósiles, porque en Nafarroa no existe un museo de historia natural ni de paleontología. «Esto es una muela de mastodonte hallada en Monteagudo, donde hubo un magnífico yacimiento arqueológico; se ha quedado fosilizada después de millones de años», nos comentan ambos arqueólogos. Tiene el tamaño de un puño, lo que nos permite hacernos una idea del tamaño que tendría aquel mastodonte.

La muela está colocada junto a un cráneo y un gran hueso del oso de las cavernas hallados en Aralar. Este formidable animal, ya desaparecido, alcanzaba un peso de 800 kilos, y compartió hábitat con los humanos. Todavía resulta más impresionante el colmillo de Gomphotherium, un precursor de los elefantes que vivió en estas tierras hace unos 15 millones de años.

En esta sala de objetos de pequeño tamaño hay un poco de todo: trozos de mosáicos colocados por todas las paredes; cajas repletas de huesos de personas y animales que sirven para obtener «una inmensa información»; tuberías romanas procedentes de Andion (Mendigorria); una bomba de considerable tamaño hallada en la fábrica de armas de Orbaitzeta; monedas que aparecieron en la necrópolis que existía junto a la antigua cárcel de Iruñea, en el barrio de Donibane; un broche de bronce del castillo de Irulegi, que se está reconstruyendo en la actualidad; cucharas, bolillos, peines y otras piezas de madera de los siglos XVI-XVII halladas en Iruñea; una bayoneta de la Guerra de la Independencia que estaba en un acuartelamiento del Éjército francés; una jarra de época medieval casi entera, y otra del siglo XIV, perfectamente conservada, que abandonaron los habitantes del despoblado de Rada, construido en una colina desde la que se controla gran parte del curso del río Aragón.

Rada, excepcional

«Rada es un yacimiento excepcional. Normalmente, en la Edad Media las gentes abandonaban los pueblos por la peste, y se llevaban todo lo que podían. Pero los que vivían en Rada tuvieron que huir cuando llegó la guerra entre beaumonteses y agramonteses y dejaron allí todo lo que tenían», explican ambos arqueólogos.

Las sorpresas en esta sala también van surgiendo a cada paso. Vemos muy bien conservada la funda de una espada que apareció durante las obras del párking de la Plaza del Castillo de Iruñea, con la representación de un castillo de tres torres. «Es una pieza excepcional». También resulta muy llamativo un catavinos del siglo III procedente de Arellano, un pequeño vaso de barro «en el que el vino sabe a tierra».

Mucho más antigua es una vasija de la Edad del Bronce hallada en Diablozulo (Gerendiain), y unos vasos de la Edad del Hierro encontrados en Cortes. Acariciar esos vasos nos retrotrae a hace más de 7.000 años. Son todavía más antiguos que una vasija de considerable tamaño procedente del poblado neolítico de Urantzia (Los Arcos), uno de los más importantes de toda la Península Ibérica. Presenta la curiosidad de que se rompió y fue reparada en su tiempo, tal como revelan los agujeritos realizados para poder unir mediante cordeles las piezas rotas.

Las herramientas más antiguas

Pero hay otras piezas que todavía nos retrotraen más lejos en el tiempo, concretamente a hace unos 300.000 años. Se trata de herramientas elaboradas con cantos de piedra recogidos en la orilla del río Arga, una piedra de especial dureza arrastrada hasta allí desde la zona de Kintoa. «Antes solo teníamos una docena de estas piezas, y ahora tenemos unas 30.000», informan nuestros guías al tiempo que nos pasan tres muestras: una acabada en punta, otra con filo y otra más tosca y robusta.

También nos enseñan una curiosa pieza de sílex de hace unos 14.000 años, hallada en la cueva de Alkerdi-Berroberria (Urdazubi). «La madera, el hueso y el sílex eran la materia prima utilizada en aquellos tiempos. Eran algo así como el plástico en la actualidad. En Asturias –añaden– se han encontrado piezas de sílex procedente de Urbasa, donde era muy abundante, lo que muestra las grandes distancias que solían recorrer para poder obtenerlo».

La visita guiada estaba prevista para una hora, pero se ha prolongado el doble. Hay otras muchas piezas excepcionales, como el mapa más antiguo de Europa, que se encontró grabado en una pequeña piedra de la cueva de Abauntz (valle de Ultzama), y al que se le atribuyen unos 13.700 años. O los restos óseos de una mujer encontrados en el abrigo rocoso de Aizpea (Aribe), que son los más antiguos de Nafarroa y que están muy bien conservados. Pese a su interés, todo este material arqueológico es desconocido por la mayor parte de la población.

El guerrero gigante de Turbil

A tres kilómetros de Beire, en dirección a Uxue, hay una pequeña colina que controla una gran extensión de terreno, desde las Bardenas y el Moncayo hasta Jurramendi, Andia y Gerinda. En esa colina existió durante la Edad del Hierro el poblado de Turbil, cuyos restos todavía son evidentes. En el extremo sur del castro, fuera de él, fue hallada una estatua-estela que representa a un guerrero gigante, con 3,17 metros de altura y 1.270 kilos de peso.

La efigie estaba partida en dos, con la parte de la cabeza separada del tronco. Los expertos creen que no fue debido al paso del tiempo o a la acción de agentes atmosféricos, sino que se trató de una destrucción intencionada que habría tenido lugar hace unos 2.200 años. En el momento de este excepcional hallazgo (año 2010), los rasgos faciales del guerrero estaban muy alterados, pero se reconocía el cuello, el pelo, los ojos y las orejas, así como un disco-coraza que tiene sobre el pecho a modo de protección y que porta suspendido de los hombros mediante dos correajes. Está considerada una estela de tipo ibérico, por ser muy similar a otras descubiertas en el Levante; es la mayor de toda la Península y no se ha encontrado ninguna obra de estas características al norte del río Ebro.

Esta estela es una de las 400 piezas que cada año se restauran en los Fondos de Arqueología, que cuentan con una sala para el tratamiento de materiales. «Aquí no contamos con personal dedicado a la restauración, pero contratamos a expertos para que hagan este tipo de trabajos», explica Jesús Sesma mientras nos muestra la estatua original de Turbil, la más antigua manifestación de escultura de bulto redondo conocida hasta ahora en Nafarroa. En este caso, no solo ha sido restaurada, sino que también se ha hecho una copia idéntica y ha sido colocada en el mismo lugar donde se encontraba, dominando los campos de Erriberri y gran parte de la Zona Media.

Fue precisamente la Cantería Jaurrieta, de Erriberri, la encargada de realizar la reproducción fiel del original, tanto en iconografía como labra de la piedra y utilización de materia prima, concretamente arenisca del lugar.

Otra obra excepcional que ha sido restaurada en los Fondos de Arqueología es una estela de piedra que tiene tallada una escena de caza, la única que se conoce en toda la Península Ibérica. Representa a un hombre clavando la lanza a un jabalí, que a su vez es acosado por un perro; sobre ellos aparece un toro y varias figuras humanas incompletas, ya que la estela está rota.

Esta pieza única estaba en la puerta de la iglesia de Iruñela, pueblo del valle de Deierri de apenas medio centenar de vecinos, quienes reclaman que la estela sea devuelta a su lugar. Los arqueólogos del Gobierno de Nafarroa también son partidarios de que este tipo de obras artísticas se conserven en el lugar donde estaban antes de su restauración, «siempre que se aseguren las condiciones para que se mantengan en buen estado de conservación y no desaparezcan de allí».

«Muchas piezas tienen una gran importancia»

En Nafarroa existen unos pocos museos arqueológicos de pequeño tamaño, dedicados a temas concretos y levantados en el mismo lugar donde está el yacimiento. Es el caso del Museo de las Eretas, que reproduce el poblado de la Edad del Hierro hallado en Berbintzana, a la orilla del río Arga; los museos de las villas romanas de Andelos (Mendigorria) y Arellano, o el propio despoblado amurallado de Rada, un yacimiento excepcional al que se suelen organizar visitas guiadas de forma esporádica.

Sin embargo, no existe un Museo de la Arqueología como tal, ni siquiera un lugar apropiado para albergar en buenas condiciones las cientos de miles de piezas guardadas actualmente en los 325 palets y 25.000 contenedores de este almacén de 2.000 metros cuadrados de superficie. Algunas de ellas suelen ser consultadas por investigadores para realizar o completar estudios arqueológicos, para lo que cuentan con dos despachos.

Los materiales custodiados allí apenas son conocidos por una minoría de la población. En el año 2014 se hicieron unas pocas visitas guiadas, pero luego el Gobierno de Nafarroa dejó de promocionarlas y ya no se han vuelto a hacer. «Aquí hay muchas piezas que no tienen cabida en el Museo de Navarra, pero tienen una gran importancia y habría que buscar alguna fórmula para mostrarlas a los ciudadanos», coinciden Jesús Sesma y Jesús García.

También recuerdan que la multinacional Ikea se ha interesado por esta antigua fábrica de estufas para construir allí una tienda que ocuparía unos 20.000 metros cuadrados, lo que obligaría a trasladar estos fondos arqueológicos a otro lugar.