07 AVR. 2021 - 17:14h El cráneo de una mujer, «Zlatý kun», aporta el genoma humano moderno más antiguo de Europa La revista ‘Nature’ publica este miércoles dos estudios que sugieren que los humanos modernos se mezclaron con los neandertales en Europa con más frecuencia de lo que se creía hasta ahora, al tiempo que refuerzan las teorías sobre la evolución de sucesivas poblaciones en el continente. El cráneo de la mujer conocida como Zlatý kun, que tiene unos 45.000 años de antigüedad. (Museo Nacional de Praga - Martin FROUZ | AFP) NAIZ Praga El primero de los trabajos que se han publicado hoy, desarrollado por expertos del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva (Alemania), parte del análisis del genoma de los restos de humanos modernos más antiguos que se conocen en Eurasia, lo que ofrece pistas sobre sus primeras migraciones y describe grupos de poblaciones complejos y variados. Los investigadores recuerdan que los restos más antiguos de humanos modernos, los Homo sapiens emigrados de África, se hallaron en la cueva de Bacho Kiro, en la actual Bulgaria, y tienen, según la datación de radiocarbono, entre 45.930 y 42.580 años. Hasta ahora no ha estado claro cuál fue el alcance de las interacciones que se dieron entre esos sapiens y los neandertales (Homo neanderthalensis), presentes en Europa hasta su extinción hace unos 40.000 años. Cruces entre las dos especies más frecuentes Por ello, el análisis de secuencias del genoma nuclear de especímenes de la cueva de Bacho Kiro arroja luz sobre la identidad de sus antepasados, así como sus conexiones con los humanos de hoy en día, tal como destaca la principal autora de este estudio, Mateja Hajdinjak. Su equipo constató que, de esos restos, los tres individuos más antiguos comparten más variantes genéticas con poblaciones actuales de Asia oriental y central y de América que con poblaciones de Eurasia occidental. Estos individuos tienen entre el 3% y el 3,8% de ADN neandertal, mientras que la distribución de este material genético en esos genomas sugiere que aquellos primeros humanos modernos tuvieron antepasados neandertales «seis o menos generaciones atrás». En consecuencia, destacan los autores, estos datos apuntan a que los humanos modernos se mezclaron con los neandertales en Europa con más frecuencia de lo que se creía. Los restos de «Zlatý kun» El segundo estudio publicado este miércoles por ‘Nature’, desarrollado por otro grupo de expertos del Instituto Max Planck, presenta la reconstrucción del genoma de un cráneo a partir de la presencia de ADN neandertal, el cual podría tener más de 45.000 años. Este fósil fue hallado a principios de la década de 1950 en la actual República Checa y ha estado almacenado hasta ahora en el Museo Nacional de Praga. La secuencia genómica de este cráneo, que perteneció a una mujer conocida por los investigadores como ‘Zlatý kun’ (Caballo de Oro en checo), indica que tiene un 3% de ascendencia neandertal. Kay Prüfer, el principal autor del estudio, indica que pudo pertenecer a un grupo de población que parece que no ha contribuido genéticamente a las poblaciones posteriores en Europa o Asia, es decir, que se formó antes de que los antepasados de los europeos y asiáticos modernos se separasen. La longitud de segmentos de ADN neandertal presentes en el genoma de ‘Zlatý kun’ es mayor que la detectada en el genoma del humano moderno más antiguo conocido hasta ahora en Eurasia, hallado en el yacimiento de Ust Ishim (Siberia) y que se estima que tiene unos 45.000 años. Esto sugiere que ‘Zlatý kun’ podría pertenecer a unos de los primeros grupos de humanos que poblaron el centro de Europa. La longitud del ADN establece la datación El análisis de ADN antiguo de los neandertales y de los primeros humanos modernos ha demostrado recientemente que estos grupos probablemente se cruzaron en algún lugar de Oriente Próximo después de que los sapiens abandonaran África hace unos 50.000 años. Como resultado, todas las personas fuera de África llevan entre un 2% y un 3% de ADN neandertal. En los genomas humanos modernos, esos segmentos de ADN neandertal se fueron acortando con el tiempo y su longitud puede utilizarse para estimar cuándo vivió un individuo. No somos descendientes de los primeros sapiens europeos «Resulta bastante intrigante que los primeros humanos modernos de Europa no tuvieran éxito. Al igual que Ust Ishim y el cráneo europeo más antiguo de Oase 1, Zlaty kun no muestra ninguna continuidad genética con los humanos modernos que vivieron en Europa después de hace 40.000 años», afirma Johannes Krause, director del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva. Una posible explicación de la discontinuidad es la erupción volcánica de la Ignimbrita de Campania (en la zona donde se ubica Nápoles) hace aproximadamente 39.000 años, que afectó fuertemente al clima del hemisferio norte y pudo haber reducido las posibilidades de supervivencia de los neandertales y de los primeros humanos modernos en amplias zonas de la Europa de la Edad de Hielo. A medida que los avances en el ADN antiguo revelen más sobre la historia de nuestra especie, los futuros estudios genéticos de otros individuos europeos primitivos ayudarán a reconstruir la historia y el declive de los primeros sapiens que se expandieron fuera de Africa y hacia Eurasia antes de la formación de las poblaciones no africanas actuales. El cráneo de Zlaty kun (Caballo de Oro en checo) fue hallado a principios de la década de 1950 en la actual República Checa. Ahora ha podido ser reconstruido su genoma, que indica que tenía un 3% de ascendencia neandertal Los individuos más antiguos de Homo sapiens hallados en Europa hasta ahora comparten más variantes genéticas con poblaciones actuales de Asia oriental y central y de América que con poblaciones de Eurasia occidental Una posible explicación de la discontinuidad con los europeos actuales es la erupción volcánica de la Ignimbrita de Campania (en la zona donde se ubica Nápoles) hace aproximadamente 39.000 años