11 AVR. 2021 - 06:50h La cepa británica duplica los casos graves y no queremos asumir lo que esto significa Los datos de hospitalización de infectados por la cepa británica en Nafarroa indican que esta variante duplica los casos graves y las necesidad de hospitalizacion en franjas «jóvenes». Esta cepa genera más del 90% de contagios. La epidemia es hoy peor de lo que fue hasta las navidades. Comparativa de atenciones hospitalarias según edad. Aritz Intxusta Redactor de actualidad La información sobre la evolución de la epidemia es una sucesión de datos cambiantes, de tendencias, de cálculos exponenciales que forman gráficos en forma de montaña rusa. Resulta imposible procesarlo todo, porque en la mayoría de las ocasiones no se sabe bien con qué comparar tanta cifra. Muchos ya hemos desistido de almacenar en la mente las magnitudes principales. ¿Alguien lleva mentalmente la cuenta de cuántas personas han muerto en Euskal Herria? ¿Seríamos capaces siquiera de dar una cifra aproximada? Siendo esto así, entiendo que nada va a resultar menos apetecible que dedicarle unos minutos –no serán muchos, lo prometo– a mirar un sencillo gráfico. Resulta pertinente. La enfermedad ha cambiado y, como se verá, a bastante peor. Entender cómo evoluciona la epidemia no es cosa de procesar muchos datos distintos, sino de detenerse en los importantes. El primer punto es saber qué vamos a comparar. Tenemos, de una parte, los porcentajes de ingresos en planta, UCI y fallecimientos –sobre el total de casos positivos– por franja de edad en Nafarroa entre las semanas 1 y 6 de 2021 (del 4 de enero al 14 de febrero). Y las vamos a contrastar con lo que ha ocurrido entre las semanas 7 y 11 (del 15 de febrero al 15 de marzo). La comparativa no es autoría de GARA, sino que está elaborada por el Instituto de Salud Pública y Laboral de Navarra (Ispln), el organismo público que monitoriza la evolución de la epidemia. ¿Por qué ha hecho este esfuerzo el Ispln? Intenta determinar si la variante británica funciona de forma distinta de las que existían previamente. De este modo, la diferencia principal entre un periodo y otro es la prevalencia de la cepa británica. En las seis primeras semanas del año, esta cepa circulaba de forma minoritaria (20% en la semana 6 y por debajo de 10% en las anteriores). Por contra, desde la semana 8, la variante suponía más de la mitad de los contagios y en la semana 11 superaba el 90% (la prevalencia en la CAV es similar). No comparamos 0% con 100% de cepa inglesa, pero sí dos periodos con diferencia sustancial. Otra de las limitaciones que existen es la latencia de ciertos datos. Transcurre un tiempo desde que una persona se infecta hasta que requiere de un ingreso hospitalario y más todavía para ser internado en la UCI, donde puede agonizar durante semanas antes de morir. Así que, cuando vean en el gráfico que una persona de cada cien contagiados entre 65 y 74 años falleció en las seis primeras semanas del año, y que no ha muerto nadie en las cuatro siguientes, lo que en realidad deberían leer es que no ha muerto ninguna persona de entre 65 y 74 años infectada en esas fechas… todavía. Por desgracia, no podemos concluir que la cepa británica mate menos y, con seguridad, ese aumento en el número de ingresos en hospital y en UCI se acabará traduciendo en más muertes con el paso de los días. Esto es así porque el coronavirus provoca una neumonía para la que no hay tratamiento más allá de medidas de soporte vital y de control de las reacciones autoinmunes, que permiten a los enfermos pelear más horas contra la enfermedad. Hechas estas acotaciones, lo que marca el gráfico es que la cepa británica causa el triple de ingresos hospitalarios en personas de entre 35-44 y el doble en las franjas siguientes. El salto se atenúa en ingresos en planta en la franja 65-74, si bien los ingresos en UCI se siguen duplicando. Además, el aumento de mortalidad que se aprecia en la franja 75-84, de 5,8% a 10%, resulta terrible. Aunque aquí la latencia citada puede que afecte de algún modo. No se trata de ingresos puntuales de rápida solución, el aumento se ve también en la necesidad de camas UCI para personas que considerábamos «jóvenes» para sufrir una enfermedad covid tan grave; al menos según los criterios a los que el coronavirus nos había acostumbrado. El salto es una barbaridad. Una de cada doce personas de entre 65 y 74 años que enferman tiene que luchar por su vida con respiración mecánica. Así de duro. Este agravamiento no es la única variación que capta el gráfico: hay una nota muy positiva en mayores de 85. Aquí está incidiendo positivamente la campaña de vacunación. Hay que tener en cuenta que, en las fechas en las que se realizó la comparativa, la vacunación estaba restringida a residencias y personas de edad muy avanzada. El efecto de la vacunación, de hecho, es mejor de lo que ahí se refleja. Los ingresos caen del 36,6% al 13,8%, pero habría que tener en cuenta que la cepa británica a buen seguro hubiera aumentado el porcentaje de ingresos y muertes en esa franja. Por fortuna, el diseño de la vacunación ha sido adecuado. Los mayores de 80 están prácticamente cubiertos y este grupo suponía el 80% de las muertes. Repasen el gráfico de nuevo e imaginen cómo irá incidiendo la vacunación conforme vaya bajando la edad de las personas inmunizadas. Porque al virus nos lo quitaremos de encima así, aunque nunca se vaya del todo. De la lectura del gráfico podemos concluir que la cepa británica no solo se transmite de forma diferente, sino que también causa una enfermedad distinta, más grave que la conocida hasta ahora y, que como consecuencia, termina consumiendo mayores recursos hospitalarios y de UCI. Algo que, desde luego, invita a ser el doble de responsables para que la incidencia no se nos escape como lo está haciendo los últimos días. Volvamos ahora a la idea inicial, a lo del mareo de datos. Probablemente, el único dato que usted acostumbra a retener es el de los casos diarios (sea a nivel de herrialde, o de Euskal Herria o de alguno de los dos Estados que, para gustos, colores). Con esa cifra ya se aprecia si la curva sube o baja o, para entendernos, para ver si la cosa va bien o mal. Hasta la fecha, uno podía sentirse seguro de haberle tomado la temperatura a la epidemia. Pero esto ha cambiado por la irrupción de la cepa británica. Ahora que han aguantado leyendo hasta aquí, pueden retener otro dato más. A igual número de infectados, la situación es el doble de grave en cuanto a hospitalizaciones. Si hablamos de ingresos en la UCI, los 1.142 casos notificados ayer equivalen a más de 2.000 en diciembre. Solo la vacunación de los más mayores impide que las cifras de mortalidad escalen en la misma proporción. Pero tengan en cuenta que, ahora, los ingresados gravemente son cada vez más jóvenes.