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Los grandes lagos del mundo registran seis veces más olas de calor que hace 20 años

Una investigación ha determinado que los lagos más grandes del mundo se están viendo afectados por severas olas de calor, es decir, por una temperatura del agua muy por encima de la media, con una frecuencia seis veces superior a la registrada hace 20 años.

Los grandes lagos están experimentando olas de calor severas más frecuentes. (AGENCIA ESPACIAL EUROPEA)

Los grandes lagos del mundo están registrando seis veces más olas de calor que hace 20 años, según ha determinado una investigación publicada en la revista ‘Geophysical Research Letters’ y que apunta que esas olas se debieron en parte al cambio climático y podrían volverse entre tres y 25 veces más probables para finales de siglo.

El estudio ha analizado más de dos décadas de datos de temperatura de la superficie de los lagos más grandes del mundo para averiguar con qué frecuencia ocurren las olas de calor en esos espacios y que ha conseguido determinar cuánto ha contribuido el cambio climático antropogénico a ese fenómeno.

Los investigadores han descubierto que las olas de calor severas en los lagos actualmente tienen el doble de probabilidades de ocurrir, en promedio, que durante un clima preindustrial y que pueden llegar a cambiar las condiciones del agua, estresar a las plantas y animales acuáticos, y provocar la proliferación de algas y otros problemas de calidad del agua.

Este estudio es el primero en cuantificar cómo el cambio climático antropogénico (inducido por el hombre) ha influido en las olas de calor de los lagos, ofreciendo una nueva perspectiva crítica sobre la forma en que los lagos del mundo están respondiendo al calentamiento del clima.

«Lo que realmente se ha destacado es la magnitud de la contribución humana: la mayoría de las olas de calor severas de los lagos que observamos tenían una huella antropogénica significativa», ha dicho en un comunicado el autor principal del estudio, R. Iestyn Woolway, científico climático de la Universidad de Bangor, en Gales. A diferencia de los humanos, que pueden usar el aire acondicionado y construir refugios para protegerse, «no hay escapatoria para los organismos acuáticos cuando están expuestos a estas temperaturas extremas», ha añadido.

El aumento de los datos de detección remota durante la última década ha hecho posible llevar a cabo estudios como este, lo que permite a los científicos alejarse de los trabajos sobre un solo lago para abordar los cambios a escala global en ecosistemas similares, ha indicado Woolway.

Datos de 78 lagos

Los investigadores han analizado los datos de temperatura de superficie de la Agencia Espacial Europea sobre 78 lagos que eran lo suficientemente grandes como para tomar muestras desde múltiples puntos y que abarcaban un espacio de tiempo que va desde 1995 hasta 2019.

Woolway y su equipo han buscado olas de calor en lagos de diferentes intensidades, aunque han limitado su análisis a olas de calor «graves» o «extremas».

Para determinar la gravedad de la ola de calor, los investigadores han analizado las anomalías de la temperatura de la superficie o cuánto más cálidas eran las temperaturas en comparación con las condiciones habituales. Una ola de calor severa se registra cuando las temperaturas de la superficie del lago se disparan muy por encima del 10% de las observadas habitualmente. «En general, si los humanos sienten el calor, los lagos también lo sienten», ha explicado Woolway.

Los investigadores han combinado datos históricos de temperaturas con modelos climáticos del Proyecto de Intercomparación de Modelos de Impacto Intersectorial para establecer cuánto ha contribuido el cambio climático humano a las olas de calor observadas en los lagos y para predecir con qué frecuencia ocurrirán durante el próximo siglo.

Los investigadores han descubierto que las olas de calor severas y extremas en los lagos pueden ser tres veces más probables a 1,5 grados centígrados de calentamiento global por encima de las temperaturas preindustriales, que era el objetivo establecido en el Acuerdo de París.

Bajo un escenario de calentamiento global de 3 grados centígrados, como podría ocurrir este siglo con reducciones mínimas en las emisiones de gases de efecto invernadero, las olas de calor severas en los lagos serán hasta 25 veces más probables, en relación con la probabilidad de estos eventos en un clima preindustrial.

Las contribuciones antropogénicas también fueron más altas en los lagos tropicales, según ha manifestado Woolway. Así queda recogido en otros estudios que señalan que las regiones de latitudes más bajas son las más afectadas por los impactos del cambio climático.

Debido a que el estudio solo ha analizado los grandes lagos, que pueden ser más resistentes a los cambios y las olas de calor severas, en realidad nos encontramos ante una estimación conservadora de la frecuencia con la que golpean las olas de calor severas. «Cuando trasladamos estos hallazgos a una escala global, los resultados pueden ser mucho peores», ha asegurado Woolway.

Las olas de calor de los lagos pueden resultar perjudiciales para los ecosistemas de varias maneras. Por ejemplo, para los organismos que viven dentro de un régimen de temperatura estable del agua, incluso pequeños cambios pueden ser una sentencia de muerte.

Además, las aguas más cálidas también significan más evaporación y menos mezcla, ya que el lago se estratifica con agua caliente en la parte superior y más fría atrapada debajo. Ambos efectos pueden significar menos oxígeno, lo que puede estresar a los habitantes del lago que, como los peces, necesitan respirar.

Avanzar en el estudio de las olas de calor en los lagos permitiría ajustar las predicciones sobre la reacción que esos fenómenos provocan en los ecosistemas de los lagos.

«La única forma de lidiar con todo esto es reducir el calentamiento global. Si las temperaturas continúan aumentando, las olas de calor de los lagos empeorarán progresivamente», ha concluido Woolway.