15 MAI 2022 - 08:47h Cosquer, la réplica de una gruta inundada La cueva Cosquer, la auténtica, se encuentra bajo las aguas del Mediterráneo, en Marsella. Con una antigüedad de entre 33.000 y 19.000 años, gran parte de la gruta se ha ido inundando por los efectos climáticos. Hoy un grupo de obreros y artistas ultiman los detalles de su réplica. Artistas y obreros trrabajan conjuntamente en las tareas de recreación de la cueva. (C. SIMON | AFP) Eli Txapartegi (Fotos: CHRISTOPHE SIMON/AFP) «Los hombres prehistóricos estarían muy felices al ver cómo se destacan estas pinturas». Son palabras pronunciadas por Henri Cosquer, quien en 1985 descubrió en las Calanques de Marsella la cueva prehistórica que lleva su nombre. El buzo profesional, que tuvo que avanzar por un estrecho túnel de 175 metros de longitud a 37 metros de profundidad para acceder y descubrir la gruta, hoy frecuenta la enorme sala de la Villa Méditerranée donde artistas y obreros ultiman a contrareloj la réplica de la caverna sumergida. En una estancia bajo el nivel del mar, el proyecto va cobrando forma y se espera que esté culminado para octubre, aunque en un principio se barajaba el mes de junio como fecha de inauguración. Estalagmitas, estalactitas, columnas, concreciones, colores, reflejos… Incluso la temperatura y la humedad. El grupo encargado de la reproducción trabaja a partir de fotos de la cueva original y de planos en 3D para conseguir la reproducción más fiel posible de la joya original, fechada entre 33.000 y 19.000 años. Acceso blindado Hierro, hormigón, cera y pintura son los ingredientes principales de su delicada tarea. Ellos ahora están ultimando la fabricación del entramado de la cavidad. No será una copia idéntica, porque la cueva tuvo que ser reducida y aplanada para que pudiera encajar en el espacio restringido de la Villa Méditerranée, un edificio impresionante que tiene la midad de su espacio sumergida bajo el agua. Además, tan solo se conoce una quinta parte de su superficie total –2.500 metros cuadrados–, porque el restro está ya sumergido. La entrada a la verdadera cueva de Cosquer se encuentra a 37 metros bajo el mar, entre Marsella y Cassis. Desde 2015, se encuentra protegida por una puerta de acero de 800 kilos, detrás de la cual se esconden más de 500 pinturas del Paleolítico. Los expertos, entre ellos Gilles Tosello, especialista en arte prehistórico, aseguran que se trata de un tesoro muy efímero que posiblemente habrá desaparecido para finales del siglo XXI. La profecía cobra, si cabe, mayor dramatismo si se tiene en cuenta que se trata de una de las cuevas más originales de la Edad de Piedra y la única submarina con pinturas rupestres conocida en el mundo. Es, por lo tanto, «un santuario prehistórico». Curiosamente, en la época del hombre de Cromañón, la cueva se encontraba a 120 metros sobre el nivel del mar y la costa se hallaba a unos 15 kilómetros de la entrada de la cueva, pero, debido al calentamiento global y al deshielo de los glaciares, la cavidad se inundó hace unos 10.000 años, tras el final de la última era glacial. Jean Courti fue el primero que examinó la cueva tras su descubrimiento. Todavía hoy se emociona al rememorar las sensaciones que experimentó al descender por primera vez a la gruta. Fue en 1991 y él mismo confesó que sumergirse en aquel estrecho túnel de 175 metros de largo no fue precisamente un placer. El acceso es extremadamente peligroso. En 1991, tres hombres murieron intentando llegar al tesoro submarino. El artista e historiador Gilles Tosello es uno de los responsables del equipo dedicado a reproducir el arte rupestre de la cueva. Trabajan con precisión milimétrica sobre copias de rocas de acero y resina acrílica a partir de un modelo en 3D, similar al de Chauvet y al de la famosa cueva de Lascaux, en la Dordoña. Pinturas peculiares Entre las pinturas de la Edad de Piedra destacan imágenes del alca gigante (Pinguinus impennis), pinturas de leones marinos, caballos, bisontes, cabras, uros y decenas de manos rupestres. Al parecer, los artistas prehistóricos aplicaban pintura sobre la roca tras colocar su mano en la pared, creando huellas rojas y negras en negativo. En realidad, las imágenes de manos son frecuentes en el arte paleolítico, pero lo que no es usual es que, tal y como ocurre en Cosquer, falten dos tercios de las falanges. También llaman la atención las escenas sexuales y el “Hombre asesinado”, nombre con el que bautizaron el propio Courtin y Jean Clottes a una figura masculina atravesada por una flecha. Los visitantes podrán ver las reproducciones de las obras de Cosquer desde un pequeño vehículo navegable para recrear de la forma más auténtica posible la atmósfera que describieron sus exploradores cuando la descubrieron. Además, el complejo contará con un centro de interpretación arqueológico donde tendrá lugar una exposición permanente dedicada a la prehistoria y al aumento del nivel del mar desde el final de la Era Glacial. El público podrá acceder también a un centro de interpretación ubicado en el voladizo de la Villa.