Exploración, ciencia y aventura en la Cordillera Darwin 19 JUIN 2022 - 08:40h Aitor Agirrezabal Más allá de la Patagonia continental y el Estrecho de Magallanes, en la Isla Grande de Tierra del Fuego, en el extremo austral del continente americano, todavía queda tierra sin explorar. Tierra y mucho hielo. La expedición vasca Into the Ice ha explorado sus terrenos recientemente. Eñaut Eizagirre, subido al mástil del velero Kotik. (Into the Ice) Imagen aerea del Monte Roncagli. (Into the Ice) En el interior del Fiordo Pía. (Into the Ice) Al fondo, la Cordillera Darwin. (Into the Ice) Tomando muestras de nieve. (Into the Ice) La expedición, en el glaciar Italia. (Into the Ice) Explorando los accesos al Monte Roncagli, desde el Canal de Beagle. (Into the Ice) Jon Inoriza, ascendiendo hacia la base del monte Roncagli. (Into the Ice) La cordada, alcanzando el cuello entre las cimas del Monte Roncagli. (Into the Ice) Jon Inoriza, en la cumbre principal del Monte Roncagli. (Into the Ice) Cámara de fotografía secuencial en el glaciar Roncagli. (Into the Ice) Amanecer durante el intento de travesía por el fiordo. (Into the Ice) Seracs en la nueva vía del Monte Francés. (Into the Ice) Campamento en el Fiordo Pía. (Into the Ice) Ibai en el hongo de hielo que caracteriza la cima del Monte Francés. (Into the Ice) Travesía en el Fiordo Pía. (Into the Ice) El Fiordo Pía dejó imágenes espectaculares. (Into the Ice) Jon Inoriza, escalando en el cerro Sara. (Into the Ice) Descargando datos en la estación meteorológica. (Into the Ice) El velero Kotik, en la caleta Alemania. (Into the Ice) Ibai Rico y Jon Inoriza son miembros del proyecto Into the Ice, que ha mezclado exploración geográfica, investigación glaciar, escalada y aventura en la Cordillera Darwin, una especie de prolongación de Los Andes. En la Tierra del Fuego, bautizada así por Hernando de Magallanes en el siglo XVI, a cuenta de las grandes fogatas con las que la población local se protegía del frío y que él observó en las costas, la expedición llegó con el objetivo principal de explorar las zonas elevadas del campo de hielo para mejorar el conocimiento de los cambios glaciares y la acumulación de nieve, además de afrontar varios retos alpinísticos. La cordillera Darwin es un cordón montañoso chileno cubierto por campos de hielo, ubicado íntegramente en el parque nacional Alberto de Agostini, en la parte suroeste de la isla Grande de Tierra del Fuego, entre el canal Beagle y el seno Almirantazgo. Desconocida, relativamente inexplorada, de complicado acceso y expuesta a los conocidos vientos del oeste patagónico que golpean esta región y que, junto a la humedad, han hecho que, si bien las temperaturas, al estar al nivel del mar, no sean excesivamente bajas, la sensación térmica haya sido, en ocasiones, muy baja. Esta cordillera es un intrincado laberinto de montañas, fiordos y glaciares. 150 años después de que el ‘Nautilus’ de Julio Verne surcase sus aguas y admirase sus montañas en ‘Veinte mil leguas de viaje submarino’, y siguiendo la estela de la expedición Incógnita Patagonia, el geógrafo y glaciólogo Eñaut Izagirre y el geógrafo y guía de montaña Ibai Rico decidieron montar la expedición Into the Ice a comienzos de 2022, uniéndose al equipo el joven alpinista Jon Inoriza, el cámara y fotógrafo Andrew Opila y el periodista y escritor Jon Artano. El equipo se embarcó en el velero ‘Kotik’, tripulado por Igor Bely y Adriana Enríquez, siendo esta embarcación el campo base itinerante durante el tiempo que duró la expedición, entre el 19 de marzo y el 16 de abril de este año. El proyecto Into the Ice ha tenido un objetivo doble: «Hacia el hielo. Por un lado, en el aspecto científico para comprender un lugar que todavía nos es desconocido y, por otro, el deportivo», explica Izagirre a 7K. Alpinismo de exploración y realización de trabajos científicos para una mejor comprensión sobre los procesos glaciares de la Cordillera Darwin. Además, el proyecto pretende mostrar el carácter inexplorado de la cordillera, así como los trabajos científicos realizados mediante una película dirigida por Andrew Opila. «Es uno de los lugares que menos se ha investigado. Es una gran masa glaciar, la tercera más grande de Sudamérica, repleta de fiordos. Aquí conviven los procesos que llegan desde los Andes con los que vienen de Antártica. Son muy pocos los científicos que han trabajado in situ y los que han estado casi siempre lo han hecho en la costa o en la parte baja de los glaciares». Su ubicación geográfica, que complica llegar hasta el canal de Beagle, puede ser una de las razones. «Es cierto que ahora incluso hay un ferry que llega hasta allí, pero es lugar de conflicto entre Chile y Argentina y eso siempre complica alcanzar este lugar». En la parte alta de esas masas glaciares, hasta la fecha, solo había una investigación. «Hemos querido saber qué nieve se acumula en estos puntos, de dónde viene y qué efecto tiene esa nieve en los glaciares». La expedición ha buscado, asimismo, entender la respuesta y dinámica del Campo de hielo Cordillera Darwin frente al cambio climático, siendo este un laboratorio prístino y único. Para ello, la expedición ha conseguido obtener muestras de nieve en 5 pozos de nieve de hasta 2,4 metros de profundidad realizados en las zonas elevadas de los glaciares Roncagli, Holanda/Francés e Italia. Con la obtención de estas muestras se quiere conocer por un lado, la procedencia de la acumulación nival en la parte superior del campo de hielo y, por otro lado, las características de dicha acumulación y su repercusión en el balance de masa de estos glaciares. Asimismo, se recogieron más de media docena de muestras de 1 kg de nieve, para analizar la presencia de hollín, siendo este un indicador interesante para medir la contaminación producida por el ser humano, y su afección en los distintos sistemas terrestres. Hasta la fecha había varias investigaciones parecidas que llegan hasta la Patagonia continental, pero nunca en esta zona de la Isla Grande de Tierra de Fuego. El velero Kotik fue el hogar de la expedición durante el mes que duró la aventura en el extremo sur del continente americano. Exploración y escalada del Monte Roncagli Dentro de la exploración de las elevaciones superiores del campo de hielo, se ha acometido la escalada de uno de los grandes desafíos aún pendientes en la Cordillera Darwin: la primera ascensión del Monte Roncagli, alcanzando la aún virgen cumbre principal. «Es una cordillera que, desde que estuvieron Darwin y compañía, ha recibido varias expediciones ligadas a la exploración. Sobre todo a partir de la década de los 60». Dada la latitud a la que está situada, la intrincada geografía, el terreno alpino que hay que superar y el hecho de estar totalmente rodeado de inmensos glaciares, combinado con el severo clima patagónico, hacen que hoyar la cima central del Monte Roncagli supone uno de los últimos grandes retos de la exploración alpinística en Tierra del Fuego. Alberto de Agostini tardó 43 años de expediciones en alcanzar la espectacular cima del Monte Sarmiento, cercana a Roncagli. La cordada vasca no ha tardado tanto, pero antes el Roncagli había sido intentado en una media docena de ocasiones desde la década de 1970, entre otros por David Hillebrandt y su equipo en 1990, donde realizaron una notable ascensión de la arista norte, hasta la antecima occidental del Monte Roncagli, unos 80 metros por debajo de la cumbre central. Simon Yates también lo intentó en varias ocasiones sin lograrlo, pero fue de gran ayuda para el proyecto Into the Ice. Es una zona de acceso complejo y sobre la que, a día de hoy, todavía existe muy poca información. Esto, sumado a las condiciones climáticas, hace de la Cordillera Darwin un lugar difícil, a pesar de ser montañas que apenas superan los 2.000 metros. Tanto Rico como Eizagirre son buenos conocedores del lugar. El primero vivió en Ushuaia durante un año y ambos ya estuvieron en 2016 juntos en una isla al sur de la Cordillera, donde también combinaron investigación, una travesía y dos montañas inexploradas hasta entonces. Por lo tanto, sabían a lo que se enfrentaban. «El primer día de expedición, a pesar del mal tiempo, conseguimos, separados en dos grupos, concretar cuál podía ser el acceso exacto a la parte alta de la montaña. Sabíamos que al día siguiente había una ventana de 20 horas de buen tiempo», explica Eizagirre. «Era uno de los últimos montes altos de la zona por subir, es espectacular y todos esos intentos que ha habido en el último medio siglo también lo hacían especial», añade Rico. De hecho, el alpinista vasco pone en valor la información que todos los intentos previos les otorgaron para poder completar ellos el reto. Estas montañas no necesitan la aclimatación a la altura de otros picos más altos, por lo que el segundo día estaban en condiciones de afrontar la subida. «Salimos los cinco hacia la zona de hielo y, una vez llegados allí, decidimos que, al día siguiente Ibai y Jon Inoriza saliesen pronto y con el menor peso posible y que el resto subiésemos poco a poco el campamento a la zona alta del monte Roncagli», avanza Eizagirre. Una cámara instalada por Eizagirre en 2018 ha captado el retroceso de un kilómetro del glaciar Roncagli. Ibai Rico y Jon Inoriza afrontaron una parte alta complicada y agreste, con una inclinación considerable y, sobre todo, con muchas grietas. «No sabíamos muy bien qué nos íbamos a encontrar. Desde su cara sur no parecía tan complicado, pero Yates por ejemplo se tuvo que dar la vuelta porque se encontró con una gran grieta que no pudo cruzar», explica Rico. Trataron de solventar ese desconocimiento con imágenes satelitales y así, a pesar de las complicaciones logísticas que ofrece el lugar, consiguieron alcanzar su cumbre principal ascendiendo la vertiente sur el día 23 de marzo de 2022, a las 16.30. «Desde el punto de vista técnico no resultó muy complicado, pero sí que había muchos peligros objetivos. Había grandes seracs a ambos lados y mucha nieve acumulada que no sabíamos cómo iba a responder, con laderas que daba la impresión de que podían caer por completo en cualquier instante, por lo que lo más duro, quizá, fue sicológicamente al evaluar los riesgos». En el camino, una preciosa arista y los típicos hongos de nieve de la Patagonia remataron un inicio de aventura perfecto. Emprendieron el descenso sin olvidarse antes de tomar varias muestras de nieve y se reunieron con el resto en el campamento montado en la zona alta, donde tomaron varias muestras más. Otro de los objetivos de la expedición Into the Ice ha sido recuperar una serie de instrumentos científicos instalados allí en abril de 2018 por Eñaut Izagirre, los cuales son parte del proyecto de doctorado que está realizando en la UPV/EHU. Además, por primera vez, se ha medido mediante GPS de alta precisión la elevación de la cumbre situándola en 2.252 metros, frente a los 2.226 anteriores, y durante el descenso se realizaron mediciones glaciológicas cerca de la cumbre del Roncagli así como en la zona de acumulación del glaciar del mismo nombre. obre estas líneas, Jon Inoriza, camino de la base del Monte Roncagli. Una fuente de sueños El alpinismo, o por lo menos una parte de él, se ha convertido en afrontar retos cada vez más difíciles: ochomiles en invierno o nuevas vías. Sin embargo, en el Monte Darwin quedan cimas inexploradas. «El dinero está en el Himalaya, en otros sitios, pero nosotros no tenemos ninguna vinculación con eso», explica Izagirre. «Nos llaman otras cosas. Lo desconocido nos atrae muchísimo, expediciones diferentes como, por ejemplo en este caso, hacerlo desde un velero, con todo lo que ello supone. Te impone una forma de vida, es tu casa, te impone unas normas de seguridad. Además estás entre el mar y la montaña. Aquí y en otros muchos lugares todavía quedan muchos sitios para quienes son aventureros». Rico coincide señalando que, «a pesar de que en Himalaya, Karakorum o Antártica quedan montañas», la zona en la que se ha desarrollado el Proyecto Into the Ice es «una fuente de sueños». Nuevas montañas, paredes de hielo o roca. «Es un poco el mundo perdido», apunta Rico, que no olvida que antes había pueblos nómadas que poblaban estas tierras y canales. Tiene un especial recuerdo sobre una persona a la que conoció durante una de sus estancias allí, Cristina Calderón, «la abuela Cristina», la última hablante nativa del pueblo yagán, que falleció el pasado febrero a los 93 años. «Sí, quizá nosotros somos un poco como aquellos exploradores que vinieron aquí hace siglos, pero hay una gran diferencia. Nosotros no conquistamos nada, nosotros nos dejamos conquistar por el lugar. Y que queden lugares así, cuidémoslos». Durante los días posteriores al ascenso de la cumbre principal del Monte Roncagli y tras haber recogido las muestras de nieve, el equipo se trasladó a la cercana Bahía Alemania para acceder a la zona inferior del glaciar del mismo nombre. Los sensores recogidos fueron siete termómetros para medir la temperatura del aire a diferentes elevaciones, una estación meteorológica automática y una cámara de fotos configurada para la realización de fotografía secuencial. Asimismo, durante toda la expedición se realizaron siete vuelos fotogramétricos mediante el uso de vehículos aéreos no tripulados para generar cartografía de alta resolución de varios frentes glaciares y también de las morrenas terminales de dichos glaciares. La caleta Alemania. Además de la cumbre principal del Monte Roncagli, Jon Inariza e Ibai realizaron la primera ascensión del Cerro Sara (2.072 m) que había sido objeto de dos intentos en 1990 y 2004, por equipos alemanes y neozelandeses. El ascenso se realizó por terreno glaciar y una arista en escalada mixta y los escaladores alcanzaron la cumbre el 2 de abril a las 13.30 en condiciones de nieve y viento. El nombre “Sara” fue dado por la expedición alemana de 1990, en relación a la canción de Bob Dylan del mismo nombre. Posteriormente, una tormenta antártica de cuatro días dejó más de un metro de nieve reciente, lo que dificultó los trabajos científicos y actividades alpinas previstas en el sector del Fiordo Pía durante una semana entera. En una zona más acostumbrada a ver cruceros de turistas que investigadores, en las vertientes más elevadas y menos soleadas de los cordones montañosos se desarrollan numerosos glaciares. Estos pueden llegar en algunos casos a descender al nivel del mar, en el caso de los que se desprenden de la cordillera Darwin hacia el sur, como por ejemplo el glaciar Pía sobre el canal Beagle. Finalmente, el 9 de abril todo el equipo salió del velero Kotik para dividirse en dos grupos y acceder por dos valles paralelos; por un lado, Eñaut, Andrew y Jon Artano accedieron por terreno desconocido hasta la cabecera del glaciar Italia donde realizaron trabajos científicos en la primera sección y, por otro lado, Jon Inariza e Ibai se aproximaron hasta la aún inescalada cara sur del Monte Francés (2.261 m) donde, debido a la falta de hielo, tuvieron que optar por una nueva variante en la arista SE. Algunos largos de escalada en hielo y varios cruces bajo expuestos seracs les permitieron alcanzar el hombro este y de ahí hoyar la cumbre el 10 de abril, coronada por hongos de hielo y nieve escarcha de moderada dificultad. La nueva línea les llevó a la cumbre en la que se considera la sexta ascensión del Monte Francés, la montaña más frecuentada de toda la Cordillera Darwin. El campamento en la zona de acumulación del glaciar Roncagli. Retroceso de un kilómetro en el glaciar Además, por primera vez un velero pudo fondear en una desconocida entrada de mar de la Bahía Alemania. Tras un primer intento donde el velero Kotik quedó varado en la playa, y tras esperar a la marea alta de la medianoche del 26 de marzo, la expedición accedió a la Caleta Alemania, lugar de fondeo para los días de trabajo en la parte inferior del glaciar Roncagli. Ya en 2018 Izagirre instaló allí varios instrumentos, como una cámara de timelapse, siete termómetros, una estación meteorológica y un par de sensores para medir la conductividad del lago. La intención era recogerlos en 2019, pero coincidió con las protestas en Chile y denegaron el permiso porque el viaje lo debían hacer junto a la Armada. Tras ello, tenían previsto partir el 15 de marzo de 2020, pero el covid-19 frenó en seco los planes. Al final, cuatro años después, Izagirre pudo regresar a por el material. «A pesar de perder un par de cosas, he conseguido cosas muy interesantes. Por ejemplo, frente al glaciar Roncagli, puse una cámara de timelapse y muestra algo curioso. Puse la cámara, de alguna forma, en la que la parte delantera del glaciar quedaba a la izquierda. Ahora queda en la parte derecha. Hemos podido comprobar que el glaciar ha retrocedido un kilómetro en cuatro años. En el último año 400 metros».