21 JUIN 2022 - 06:10h La ‘Operación Bikini’ y el estado nutricional Xandra Romero Metidos en pleno junio, habrá muchas personas que ya estén inmersas en lo que comúnmente se ha denominado ‘Operación Bikini’, un término que carece de definición oficial pero que podríamos encuadrarlo en el uso pre-estival de una dieta milagro; es decir, iniciar una dieta muy restrictiva cuando empieza a hacer calor porque se avecina el verano y hay que ponerse el bikini o el bañador. En términos generales estas ‘pautas milagrosas’ consisten en realizar una restricción masiva de la ingesta calórica con lo que no solo no se ayuda a cambiar hábitos ni a mejorar el estilo de vida, sino que produce cambios poco interesantes en el cuerpo que reacciona evolutivamente adaptándose a esa restricción energética. Con lo que, aunque el resultado final sean algunos kilos menos, a nivel interno se ve así: Metabolismo y gasto energético enlentecido con lo que, a partir de este momento, el efecto rebote es muy factible; menor masa muscular, de ahí la talla menos y de ahí también el menor gasto energético, así como peor composición corporal desde el punto de vista de la salud y, por último, mayor apetito. Ahora bien, y si todavía hay alguien que está pensando en acudir a un dietista-nutricionista, o algún tipo de ‘experto’ con el fin de ‘hacerlo un poco mejor’ aunque siga teniendo como meta estar más delgado/a para lucir palmito en la playa, dejemos clara una cuestión básica. Y es que, a pesar de que ningún profesional debidamente cualificado deba plantear ninguna dieta milagro, ni deba plantear objetivos puramente estéticos, hay otro aspecto esencial, que debe realizarse en consulta como primer paso: una adecuada evaluación del estado nutricional. Es decir, que se realicen las valoraciones pertinentes para poder determinar el nivel de salud del paciente en cuestión, desde el punto de vista de su nutrición. Así, el estado nutricional de un individuo se puede definir como el resultado entre el aporte nutricional que recibe y sus demandas nutritivas, debiendo permitir la utilización de nutrientes para mantener las reservas y compensar las pérdidas. Cuando ingerimos menor cantidad de calorías y/o nutrientes de los requeridos, se reducen las existencias de los distintos compartimentos corporales y nuestro organismo se vuelve más sensible a descompensaciones provocadas por un traumatismo, una infección o una situación de estrés. Por otra parte, cuando ingerimos más de lo que necesitamos para nuestras actividades habituales, se incrementan las reservas de energía de nuestro organismo, fundamentalmente ubicadas en el tejido adiposo. Para valorarlo adecuadamente, el profesional debe realizar antes de diseñar ningún plan alimentario, en primer lugar, una valoración de la ingestión de nutrientes, que consiste en cuantificar los nutrientes ingeridos durante un período que permita suponer que responde a la dieta habitual. Después, una adecuada y exhaustiva valoración de la estructura y composición corporal en la que no solo debe tenerse en cuenta el peso y la altura, sino también la masa grasa, la masa muscular y otros compartimentos, para después compararlas con valores de referencia en función de la edad, sexo y estado fisiopatológico. Y, por último, una evaluación bioquímica a través de una analítica de sangre y/o orina que nos pueda indicar si hay un buen aporte o no a través de la dieta o si hay alguna función alterada que depende de la cantidad de nutriente en estudio. De manera que, si algún ‘profesional’ no realiza una valoración completa de tu estado nutricional, es lógico que plantee algo como una dieta milagro, puesto que no es un profesional de la salud y, por ende, no tiene ni idea de lo que supone algo así en tu organismo. Por eso tampoco se sentirá responsable de los daños sobre tu salud que esto pueda originar. Si, por el contrario, tú mismo/a decides seguir una ‘dieta’ de este estilo… bueno, tendrás que responsabilizarte después de las consecuencias. Y es que un profesional de la salud, un dietista-nutricionista, en este caso, te cobra por una profunda y exhaustiva evaluación de tu estado nutricional, te cobra por la formación que tiene y aplica a todo este proceso, y te cobra porque, como profesional, tu salud es su responsabilidad. Piénsalo antes de ponerla en juego.