27 JUIN 2023 - 15:21h Los baños termales de Hungría, recuperando la temperatura Los lujosos baños termales de Hungría, iconos de la industria turística del país, están sufriendo para mantenerse a flote, entre otros motivos por las consecuencias derivadas de los elevados importes de la factura eléctrica que han afrontado durante el último año. Un spa de Budapest. (FERENC ISZA | AFP) NAIZ (Argazkiak: FERENC ISZA/AFP) Para muchos turistas, uno de los principales atractivos de un viaje a Hungría y a su capital, Budapest, es relajarse en uno de sus muchos baños termales. La capital dispone de un amplio abanico de espectaculares recintos, desde piscinas neobarrocas donde los clientes juegan al ajedrez, a suntuosos espacios con decoración art nouveau o exóticos hamanes de la época otomana. Pero gestionar estos baños con importantes necesidades energéticas cuesta cada vez más, dice Edit Reffy, portavoz de Budapest Spas, que opera los centros de la capital. «Es un desafío desalentador», asegura. La empresa ha tomado medidas como reducir el horario de apertura, cubrir las piscinas exteriores y aumentar el precio de la entrada. Estos incluyen el Szechenyi, un recinto de color pastel conocido por sus fiestas nocturnas, o el Gellert, con aguas ricas en calcio y magnesio rodeadas de azulejos turquesa y mosaicos. Baños en cuevas El país dispone de más de 1.300 manantiales de aguas termales, por lo que, lo más allá de Budapest, pueden encontrarse otros complejos menos conocidos y más baratos. Únicos en Europa, los baños de Miskolctapolca se ubican en una laberíntica cueva en el noreste de Hungría. Y el mayor lago termal natural y biológicamente activo se encuentra en Heviz, en el suroeste. La laguna de 4,4 hectáreas dispone de agua calentada geotérmicamente que se mantiene a 22 ºC en invierno y alcanza los 38 ºC en verano. En 2020, los baños húngaros quedaron cerrados durante nueve meses debido a la pandemia de coronavirus, pero la industria asegura que el número de visitantes prácticamente había vuelto a los niveles de 2019. Sin embargo, los complejos termales menos conocidos alejados de las ciudades se vieron castigados por la crisis energéticas y, en numerosos casos, obligados a cerrar. «Los spas acarrean importantes cargas (...) Un cuarto de las casas de baños del país están restringiendo sus horas de apertura», dice Zoltan Kantas, jefe de la Asociación de Baños Termales de Hungría. Desarrollada hace dos milenios a orillas del río Danubio por los romanos, la cultura de los baños termales continuó con los otomanos en el siglo XVI y mantuvo su popularidad con los húngaros.