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En las entrañas de la base aérea subterránea de Zeljava

Conocida por el nombre en clave Objekat 50, la base aérea militar subterránea de Zeljava se construyó en secreto en los años sesenta en la entonces Yugoslavia. Hoy, aunque ya recibe visitas, quieren convertirla en un punto turístico cercano al parque nacional de los Lagos de Plitvice.

Un avión del ejército estadounidense Douglas C-47 B Dakota cubierto con pegatinas en la base aérea militar subterránea de Zeljava. (DAMIR SENCAR | AFP)

Como sacada de una película de Bond, la gigantesca base aérea de Zeljava fue excavada en el corazón de la montaña Pljesevica, entre Bosnia y Croacia, y diseñada para resistir un ataque nuclear. Pero durante décadas permaneció inactiva y únicamente algún turista intrépido ocasional se atrevía a aventurarse en su desmoronado núcleo cavernoso.

Construida en secreto en la década de 1960 para ocultar una flota de aviones de combate soviéticos en lo que entonces era Yugoslavia, tenía sus propios sistemas de energía, purificación de agua y ventilación y podía operar de forma autónoma.

En su apogeo, la base subterránea podía albergar casi 60 aviones MiG-21, y sus 3,5 kilómetros aproximadamente de túneles también escondían centros de mando, oficinas y dormitorios. El complejo incluía una fuente de agua subterránea, generadores de energía, habitaciones para residentes y otras instalaciones militares estratégicas. También albergaba un comedor que podía alimentar a un millar de personas simultáneamente, junto con suficiente comida, combustible y armas para que duraran 30 días sin reabastecimiento.

Los restos de las enormes puertas retráctiles de hormigón de cien toneladas en sus cuatro entradas aún son visibles con refuerzos metálicos que sobresalen de las estructuras.

Cavernoso interior

Más allá de su cavernoso interior, la base tenía cinco pistas que se extendían a ambos lados de la frontera entre Croacia y Bosnia. «Todos los sistemas eran de última generación en ese momento», dice Mirsad Fazlic, un ex piloto que trabajó en la base durante casi una década en los ochenta. «Era la mejor tecnología militar y civil de entonces».

Durante las guerras que siguieron a la desintegración de Yugoslavia en los noventa, la instalación fue destruida por los restos del ejército yugoslavo utilizando potentes explosivos. «Todo lo que había dentro, todo el equipo, todo fue quemado», recuerda Fazlic. «Sólo quedaron los túneles y los muros».

Después de su destrucción, la base quedó prácticamente vacía y en mal estado, lo que atrajo a turistas aventureros que buscaban explorar antiguas reliquias de la era comunista. Pero todo eso cambió en 2016 con el lanzamiento del documental esloveno “Houston, We Have A Problem!”. Desde entonces, los lugareños estiman que el complejo estatal ha atraído a más de 150.000 personas al año.

Más turistas

Las autoridades de la zona tienen grandes esperanzas de que, con el marketing adecuado, la base pueda atraer a muchos más, en particular a algunos de los 1,7 millones de turistas que visitan el cercano parque nacional de los Lagos de Plitvice cada año.

«Al revitalizar Zeljava, crearíamos infraestructura adicional para el parque nacional, lo que permitirá a los turistas quedarse un día más», manifiesta Ante Kovac, alcalde de la zona.

Ya se han celebrado carreras de autos en la base, y los funcionarios creen que su extraordinario tamaño significa que podría albergar centros de datos, fiestas o un museo de la Guerra Fría.

Congelado en el tiempo

Por el momento, los visitantes caminan con linternas a través de sus túneles húmedos y oscuros, evitando cuidadosamente los agujeros en el suelo, mientras que algunos conducen a través de partes de la base.

«Es una locura que se haya congelado en el tiempo», opina Angelo Virag, un fotógrafo que se ha acercado de visita desde Zagreb, la capital croata, y que se ha quedado asombrado por el «ingenio absoluto de la ingeniería». Su primo Mario Garbin, de Perth, Australia, habla efusivamente de la «naturaleza pura y auténtica de la infraestructura que ha permanecido intacta durante los últimos 30 años».

Por su parte, Hamdija Mesic, fanático de la aviación de la cercana ciudad bosnia de Bihac, confiesa que espera que las dos pistas ubicadas en Bosnia se vuelvan a abrir pronto a sus compañeros pilotos. «Una instalación tan enorme abandonada a los estragos del tiempo no se encuentra en ningún otro lugar del mundo», añade.

Sin embargo, hay quienes esperan que el sitio permanezca al menos como está. «No hay señales de dónde tienes que ir ni qué ver; es más bien un lugar para que cada uno lo vaya descubriendo», interviene María Moreno, una diseñadora de interiores de 33 años. «Por eso me gustó. Convertirlo en una atracción turística perdería su encanto».