Las torres de Darwin, un paraíso natural para el que piden protección 12 MAR. 2024 - 11:48h NAIZ (Fotos: E. BENAVIDES/AFP) Las torres de Darwin son la puerta norte para la entrada a las Galápagos y se mantienen como uno de sus principales atractivos de la isla, pese a haber perdido su dintel y, con él, su tradicional nombre de Arco de Darwin. Es un santuario natural para el que Greenpace pide protección. Era mayo de 2021 cuando, tras un proceso de erosión natural, colapsó el dintel del conocido Arco de Darwin, la icónica formación geológica de entrada a las Galápagos. Ahora son dos inmensas columnas de roca emergidas del mar que ejercen de anfitrión. Pero, aun así, sin el dintel –que le daba la imagen del Arco del Triunfo de París–, la estructura sigue cautivando a los turistas, quienes ven maravillados las inmensas columnas que, aunque lucen roca firme en sus costados, presenta vegetación en su parte superior y que atrae a cientos de aves. «Este arco, cuando estaba completo, medía 18 metros, y tenía una viga que unía las dos torres. Hace tres años, cuando colapsó, dejó la imagen de las inmensas rocas paralelas», dice la investigadora británica Sophie Cooke, de la organización ecologista Greenpeace. Especialistas en buceo califican el lugar como el mejor del mundo para esa actividad y llaman a la inmersión como «el teatro», debido a que pueden permanecer quietos, asidos a las rocas bajo la superficie, para mirar el espectáculo de las especies marinas, que merodean alrededor. Además, la zona no deja de asombrar a los científicos por la cantidad de biodiversidad que alberga junto a la isla Darwin, su vecina a menos de un kilómetro de distancia, y que debe su nombre al científico británico Charles Darwin, quien en el siglo XIX desarrolló en Galápagos su teoría de la evolución de las especies. «El archipiélago entero fue la fuente máxima de inspiración para Darwin en su estudio, y hay muchos sitios en las islas como este, que honran su memoria y trabajo llevando su nombre», indica.Un paraíso de escala en la migración marina«Este es un sitio muy importante para la biodiversidad y es un imán para especies como delfines, tiburones y mantarrayas», afirma Cooke durante un viaje hasta la zona en la que precisamente varios delfines se han dejado ver junto al bote en varias ocasiones, mientras a lo lejos nadaba una tortuga y en el cielo planeaban a muy corta distancia decenas de aves. La zona tiene la «más alta protección de todo el archipiélago de Galápagos: no existe pesca ni otra industria extractiva, y el turismo está altamente reglamentado», asegura Cooke. «Es el último punto de escala en la migración de especies». Hay cientos de millas al norte y miles al oeste antes de encontrar otra isla. Y, precisamente por eso, la organización ecologista ha llegado hasta las Islas Galápagos para documentar la riqueza de la zona en las profundidades del mar, pues forma parte del corredor marino usado en la migración de las especies y conecta aguas de Ecuador, Costa Rica, Panamá y Colombia, así como aguas internacionales. Con el barco Arctic Sunrise, Greenpeace apoya también a los científicos de la fundaciones Charles Darwin y Jocotoco que han tomado muestras de ADN del agua, y han lanzado cámaras a distintas profundidades para documentar la inmensa riqueza submarina. Profundidades por descubrir También han usado un pequeño robot para llegar a profundidades que los buzos no pueden alcanzar, cuenta el oceanógrafo británico Stuart Banks, de la Fundación Charles Darwin (FCD), al recordar que hace muchos años la gente pensaba que las profundidades del mar «eran como desiertos, que no había tanta vida, pero, a medida que más se trabaja en ellas, es más obvio que no es así». Y recuerda que incluso anteriormente usaron un submarino de investigación tripulado y «cada rato encuentras algo nuevo, y muchas de esas especies que estamos encontrando son nuevas para Galápagos, son nuevas para la ciencia», agrega. Como ejemplo, menciona que el año pasado hallaron fuentes hidrotermales, una especie de chimeneas de las que emana agua a 300 grados centígrados de temperatura, a más de 1.500 metros de profundidad, donde no hay luz, «y hay animales que se han adaptado por miles y miles de años». Y por ello considera indispensable seguir trabajando para proteger los océanos con pasos firmes como la ratificación por parte de 60 países del Tratado Global de los Océanos, suscrito el año pasado en el marco de las Naciones Unidas, pero aprobado únicamente hasta el momento solo por Chile y la pequeña república insular de Palau. En este sentido, Greenpeace ha pedido crear un área marina protegida en las aguas internacionales existentes entre las Islas Galápagos (Ecuador), Costa Rica, Colombia y Panamá, mediante la aplicación del histórico Tratado. El ‘Área Protegida de Alta Mar del Pacífico Este Tropical’ podría convertirse en la primera área marina protegida creada en virtud del nuevo Tratado. «Fuera del área protegida de Galápagos, las flotas pesqueras industriales siguen saqueando los océanos. Debemos proteger esta área», señala Ruth Ramos, de la campaña ‘Protejamos los océanos’. «Este Tratado, una vez ratificado, nos permitirá proteger una vasta área de aguas internacionales cerca de las Islas Galápagos, salvaguardando un corredor migratorio vital para la vida marina, como los tiburones y las tortugas», insiste. La activista remarca que «los gobiernos de Ecuador, Panamá, Colombia y Costa Rica ya han tomado medidas admirables para proteger los océanos en sus aguas. Ahora tienen la oportunidad histórica de demostrar su liderazgo global protegiendo esta área clave de alta mar y salvaguardando aún más la belleza y la biodiversidad de la región de Galápagos para las generaciones futuras».