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Metales pesados y salud: ¿qué debemos saber?

La dietista-nutricionista de 7K aborda en este artículo los metales pesados como contaminantes de los alimentos y las recomendaciones de los organismos competentes al respecto. Y es que estar expuestos a estos metales pesados puede provocar efectos nocivos.


Seguro que han oído hablar de la peligrosidad de los metales pesados pero, ¿sabemos la población general qué son exactamente y cómo afectan a nuestra salud? ¿Y dónde podemos encontrarlos o cómo podemos evitar su consumo? Para empezar, los metales pesados son un grupo de elementos químicos que presentan una densidad alta, una explicación cierta pero que nos puede dejar indiferentes.

Más allá de su definición técnica, lo que nos interesa saber es que su peligrosidad se debe a que no pueden ser degradados ni química, ni biológicamente, es decir, que no los eliminamos y, además, tienden a bioacumularse, esto es, se acumulan en los organismos vivos, alcanzando concentraciones mayores que las de los alimentos o medioambiente, provocando efectos tóxicos de muy diverso carácter. Y es que en el ser humano se han detectado múltiples efectos tanto físicos (dolores crónicos, problemas sanguíneos…) como psíquicos (ansiedad, pasividad…).

El más conocido, o sobre el que más se ha hablado, es el mercurio, que se encuentra en niveles más altos por ejemplo en los pescados donde, además, su concentración es mayor cuanto mayor es el tamaño y la edad del pez, pero, como el consumo de pescado es también una recomendación saludable dirigida a la población, diversos organismos como la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) y la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) han intentado establecer unas recomendaciones concretas evaluando el riesgo (consumo de metales pesados) y beneficio (los pescados como una de las fuentes dietéticas más importantes de ácidos grasos omega 3 esenciales, vitamina D, yodo.…).

El resultado de las recomendaciones es el siguiente: Para las mujeres embarazadas, que estén pensando en quedarse embarazadas, que dan pecho y para niños hasta 10 años, no consumir emperador, atún rojo, lucio, tiburón (cazón, marrajo, pintarroja y tintorera), y para los niños entre 10 y 14 años, limitar el consumo de estos pescados a 120 gramos al mes.

Pero, ¿por qué es tan peligroso y tenemos que seguir estas recomendaciones a ‘rajatabla’? Pues porque el metilmercurio, la forma orgánica más común en la cadena alimentaria, tiene capacidad de atravesar la barrera hematoencefálica y la placenta, afectando así al sistema nervioso en desarrollo de los fetos primero y después en los niños, ya que el cerebro sigue desarrollándose después. Asimismo, su forma inorgánica afecta al riñón, hígado, sistemas nervioso, inmune y reproductor y también al desarrollo.