7K - zazpika astekaria
GASTROTEKA

Todas las lentejas son de la abuela


Familia, pocas frases habrá tan repetidas en la gastronomía como la que acompaña a las lentejas. Acabáis todos de recitaros el himno legumbrero: “si quieres las comes y si no las dejas”. Sí familia, lentejas. La musicalidad con la que resuena esta frase le va mejor a estas que el chorizo con el que me gusta acompañarlas. Por si no lo sabíais, como dato curioso, las abuelas nacen sabiendo cocinarlas. Es un instinto natural de abuela, que solo ellas saben y dominan porque son abuelas. “Las lentejas de la abuela” son un símbolo de grandeza culinaria, de dedicación y pasión por lo que uno cocina y ofrece a los demás. Y, aun siendo un símbolo, esta frase siempre se quedará corta en comparación a la grandeza que tienen nuestras mayores. Son la resistencia de la servidumbre, de la casta por el cuidado fraternal y familiar, son el nexo de un hogar y el símbolo de su cocina. Y las lentejas están a su altura. Porque, si hay un “de la abuela” en la cocina, es el de las lentejas.

Las lentejas son una legumbre que ha sostenido las hambres de la humanidad desde incluso antes de que existieran las abuelas. Se han llegado a encontrar restos de estas en las orillas del río Éufrates que se datan en el 8.000 a.c. Esto es bastante tiempo, ¿no? Egipcios, romanos o persas dejaron evidencias de que dominaban su consumo. Fuera como fuese, la lenteja lleva con nosotros mucho más de lo que podamos imaginarnos. Se cree que provienen del cercano oriente o de la zona del Mediterráneo. El nombre botánico se las trae, fijaos: “lens culinaris esculenta”. Sí, familia, “esku lenta”. Esku lenta = mano lenta. Ya el nombre nos da pistas de cómo merece la pena prepararlas. Paciencia y buena letra. Las lentejas, igual que prácticamente todas las legumbres, necesitan de tiempo, fuego lento y cariño. Por lo que propongo una revisión para su nombre botánico. Propondría un nombre “botánico – gastronómico”: “lens culinaris esculenta mimosa”.

Bromas aparte, ahí va otra pregunta: ¿con qué relacionáis el término “lens”? Sí, amigos, como todos sabéis (en tono irónico), las lentejas de raíz latina “lente”, dan nombre a la lente óptica doble convexa que tomó su nombre, efectivamente, de la lenteja. Hasta la oftalmología puede ser gastronómica si hay lentejas de por medio. Si es que habiendo lentejas de por medio, la felicidad está servida y, por lo que parece, la buena vista también.

Existen más de 50 variedades, siendo las más conocidas las de color marrón, rojo, naranja o verde. Destacaría por sabor, textura y apariencia la lenteja “caviar” o “beluga”. De color negro, textura cremosa y pequeño tamaño, son ideales para consumir en frío o en caliente. Es la lenteja perfecta para ensaladas. Que, ¡ojo!, cualquier lenteja puede serlo, pero esta lenteja negra está a otro nivel. Por otro lado, las que mejor mantienen la forma después del cocinado y, por lo tanto, son perfectas para dejarlas olvidadas en la cazuela, son las pardas o verdes. Por lo general, el gusto de las lentejas puede llegar a recordar a la nuez, siendo algunas más dulces y otras más terrosas y amargas.

Las lentejas que podemos comprar en el súper o la tienda a la que acudamos están secas, pero no tenemos por qué hidratarlas. Lo cierto es que podemos partir a su preparación sin la hidratación que podríamos haber dado a cualquier tipo de alubia o garbanzo. Otra opción muy pero que muy interesante es la de consumir legumbres ya cocidas. En este caso os recomiendo que el contenido en sal no supere 1 o 1,5 gramos de sal por cada 100 gramos de producto. Suele ser uno de los factores por los que malamente y sin razón etiquetamos como “menos sanas” las lentejas de bote. Otro factor importante es que los únicos ingredientes que tengan se limiten a ser tres: lentejas, agua y sal.

Y ya que tenemos guisadas las lentejas y probablemente nos salga en más de una ocasión decir que no tenemos el tiempo que tiene nuestra abuela para prepararlas, aunque sea por cinco minutos, poneos el delantal y daos un capricho. Aunque sea con lentejas de bote. No comparto eso de que no tenemos tiempo, porque se trata de preferencias. Uno puede, seguro, organizarse para guisar de vez en cuando, aunque sea de manera casi anecdótica, unas lentejas desde cero. En tres horitas, en las que no hay que estar continuamente encima, tendríamos listas unas lentejas de las que nuestras abuelas estarían orgullosas. Pero bueno, lo prometido han sido las recetas con lentejas de bote, así que hoy pasamos por apagar los fuegos de las prisas y os daré pistas para comer bien, aun teniendo prisa.

Lentejas con chorizo. Algo tan sencillo como unas lentejas con chorizo también tienen su secreto. Para obtener un sabor potente con apenas cantidad de ingredientes, os recomiendo un chorizo ahumado y dulce. Cortadlo en daditos, rehogadlo y verted encima las lentejas. Si os da tiempo a picar y rehogar un ajito y 2 chalotitas pues mejor que mejor. Pero si no os da tiempo, rehogad un poco de chorizo en daditos y, lo dicho, vertiendo y guisando todo 4-5 minutos, sería suficiente.

Ensalada de lenteja caviar. Esta receta pasa, primero, por encontrar esta variedad, que, si no la encontráis, podéis partir de cualquier otra. Lo primero serían limpiar las lentejas con un colador debajo del grifo. De esta manera, quedarán sueltas y no se os harán pegotes. Yo os recomiendo rellenar una hoja de cogollo fresco con una mezcla al gusto de lenteja, cebolleta, tomillo fresco y piparra de Ibarra encurtida. Esta mezcla aliñadla solo con sal, aceite de oliva y vinagre. Para el aliño: una parte de vinagre por tres de aceite de oliva. También podéis picar los cogollos y montaros una ensalada mucho más clásica.

Lentejas con huevo y ajos. Puede sonaros poco ortodoxo, pero ¿si os digo que freír un huevo, seguido unos ajos, y terminar rehogando con el aceite de ajos unas lentejas de bote con un poco de picante es mágico si lo combinamos todo en un plato? No suena a platazo, pero creedme que lo es.

Lentejas con bacalao. Por último, haciendo la misma jugada que con el chorizo, podemos partir de un bacalao desalado y rehogar solo con este ingrediente unas pocas lentejas. Incluso, si nos viniéramos arriba, arrancaos a preparar unas lentejas en salsa verde con bacalao. Rehogad un ajo picado, añadid un vasito de vino blanco, el bacalao, las lentejas, reducidlo todo, cubrid con un poco de agua, perejil y ¡a volar!

En vuestras manos queda ahora mantener el buen nombre de las lentejas a la altura del nombre de vuestras abuelas. Sin ellas nuestra cocina y nosotros mismos no seríamos lo que somos. Hacía tiempo que no les hacía reverencia, así que termino diciendo que las lentejas de mi amona Mari Juana son las mejores del mundo.

On egin!