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IRUDITAN

Sargazo


Las interminables playas de aguas cristalinas, transparentes, azul turquesa y demás cualidades atribuibles a las paradisiacas playas del Caribe, están lidiando con un enemigo común: el sargazo. Se trata de una macroalga que atiende al nombre científico de Sargassum y flota mientras forma colonias en el mar cubriendo grandes extensiones que acaban en la arena. Esta fotografía, tomada el pasado mes de abril bajo las aguas de isla Martinica, muestra sargazo vivo cuando es interceptado por una red de protección antes de tocar tierra. Durante los últimos doce años, olas de cinturones de sargazo atlántico han estado llegando a las costas caribeñas. Esta capa flotante de algas puede alcanzar un espesor de 70-80 centímetros y libera sulfuro de hidrógeno, un gas que puede irritar ojos, nariz, garganta y hasta la piel. La proliferación del sargazo perjudica al ecosistema, puesto que estas masas asfixian los arrecifes de coral y los manglares, y a pequeños animales como cangrejos y almejas. Se dice, incluso, que puede llegar a oxidar los aparatos domésticos. Así que al sargazo ya se le considera enemigo de la biodiversidad y su presencia no es bienvenida en lugares turísticos incompatibles con el olor a podrido que desprende y que puede afectar a la economía local. Este año, la aparición de sargazo se ha adelantado. El sur de Florida, el Caribe y la península de Yucatán lo sufren en primavera y verano, aunque esta vez no se ha librado ni su “invierno”. Enemigo del sector pesquero, hay quien le está buscando una utilización positiva: está en marcha un proyecto para elaborar papel y fertilizantes orgánicos a base de sargazo.