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PANORAMIKA

Relación


Afortunadamente, el arte no reduce su campo de acción a las paredes de los centros y museos. La ruptura con el lenguaje expositivo de galería inicia la disolución de los espacios tradicionales y la cultura elevada, reivindicando a finales de los 70 una responsabilidad con el espacio y el contexto donde se desarrollan las piezas. Podríamos entonces hablar de los límites de lo expositivo, la experiencia como práctica contemporánea que propone un espacio de lo sensitivo, del hecho, de la creación colectiva y de la ruptura de barreras entre creador y público. Por tanto, aunque de maneras diferentes, los proyectos que reseñamos a continuación practican una alteración de los propios límites del arte. El primero, por desarrollar un programa en torno a la fotografía en espacios y formatos que renuncian a la quietud galerística. El segundo, por tratarse de una de las trayectorias más eclécticas del panorama contemporáneo, capaz de aunar la magia de lo ritual, la participación, la propuesta estética y la fortaleza política que sustenta el acto conmemorativo.

Desde el año 2007, el colectivo Begihandi gestiona el festival Getxophoto, alrededor de la fotografía y nuevos formatos de exhibición. El espacio público se convierte en protagonista de este evento inaugurado el 30 de agosto y que pone a disposición del público y hasta el 1 de octubre un extenso abanico de posibilidades. Colaboraciones con espacios bilbainos, jornadas de diálogo y visitas nocturnas son solo algunas de las opciones con las que cuenta la presente edición, cuyo timón ha asumido la comisaria Mónica Allende, bajo el planteamiento de un título genérico que abarcará las siguientes tres entregas: “Transiciones”.

Esta base conceptual dará cabida a una diversidad de narraciones visuales multidisciplinares de todo el mundo y a una reflexión que mucho tiene que ver con nuestra responsabilidad sobre la gestión de nuestro entorno, nuestras formas de vida y nuestro futuro. En esta ocasión trabajos tan estimulantes como “Food”, de Henk Wildschut (Holanda,1967) o “This is not a paradise”, de María Portaluppi (Ecuador, 1980), son solo dos de las innumerables razones por las que merece la pena acudir a esta cita anual.

La exposición de Antoni Miralda (Barcelona, 1960) en Azkuna Zentroa de Bilbo es una de esas muestras inabarcables de describir en apenas unas líneas. “Miralda Madeinusa”, comisariada por Vicente Todolí, da buena cuenta de la vida del artista catalán y su relación con la sociedad americana, de la que forma parte desde 1971. Una estética pop y una serie de trabajos muy relacionados con la celebración y el aspecto lúdico de lo común tejen los mimbres de este compendio de trabajos que casi de manera retrospectiva nos acercan a un universo plástico propio.

Pero no nos dejemos llevar por lo espectacular del cuidado aspecto visual de la muestra: tras esta primera capa, encontramos un compromiso social y político afín a su tiempo, que asume de manera frontal la responsabilidad que eso supone. Piezas, registros de performances y ceremonias participativas permiten acercarnos hasta el 1 de octubre a una iconografía inconfundible que desde el primer instante nos traslada a su mundo personal. Cada visita es recibida por la réplica de lo que fue el El Internacional Tapas Bar & Restaurant (1984-1986), el primer bar de tapas en Nueva York que supuso un experimento social y artístico en torno al mestizaje, la subversión y el proceso creativo inserto en la cotidianeidad.