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VOVINAM FRENTE A LAS ADICCIONES

Artes marciales, terapia contra los videojuegos

La adicción a los juegos electrónicos preocupa en Vietnam, un país con una amplia población en edad juvenil. Sus autoridades han decidido combatirla en centros especializados con la práctica del vovinam, un arte marcial que el país asiático ha exportado al mundo. Deporte y disciplina en régimen de internado para desintoxicarse de pantallas.


La joven vietnamita Tran Nguyen Nhat An pasó hasta 18 horas grabadas delante de su pantalla hasta que sus padres la confiaron a una escuela especializada en adicciones, un centro donde se mezclan la disciplina de hierro y las artes marciales. Cuando llegó a este centro el pasado mes de octubre, Tran Nguyen Nhat An tenía 16 años y tuvo que acatar las nuevas reglas comenzando por olvidarse de su teléfono móvil, el cual le fue confiscado.

Ella, que al igual que incontables adolescentes se pasaba los días y parte de las noches mando en mano inmersa en los movimientos de “League of Legends” o juegos similares, tuvo que acostumbrarse a levantarse todos los días de la semana antes del amanecer. El despertador suena a eso de las 05:30 de la madrugada y durante la jornada, entre otras actividades, se trata de sustituir la pasión desmedida por la Xbox, por el vovinam.

El vovinam es el estilo marcial vietnamita más expandido del mundo, una disciplina que requiere un gran control físico pero también emocional, virtudes que están tratando de enseñar los maestros de esta escuela situada en las afueras de la ciudad de Ho Chi Minh, la capital económica de Vietnam.

De esta manera quieren combatir un problema de salud pública global, el fenómeno de la adicción a los videojuegos. A pesar de la ausencia de estadísticas, el “desorden de los videojuegos” será reconocido pronto como una enfermedad por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

El COI lo acepta como actividad deportiva. Paradójicamente, a lo que algunos lo consideran un serio problema de salud otros le buscan el lado deportivo. De hecho, los partidarios de la inclusión de e-sports (la práctica competitiva de los videojuegos) en los Juegos Olímpicos cada vez lo ven más cerca porque el Comité Olímpico Internacional lo ha reconocido como actividad deportiva. Una idea que es lo opuesto a la filosofía del centro de desintoxicación de esta escuela piloto basada en la actividad física tradicional, donde finalmente Tran Nguyen Nhat An, después de varias semanas de «destete de videojuegos y de desenganche del alcohol», ha recuperado la sonrisa. «Antes estaba deprimida. Encerrada en mi habitación, no hacía ejercicio, no hablaba con nadie... Aquí puedo hablar con mucha gente», dice Tran Nguyen Nhat An durante una visita de AFP a esta escuela.

En el campus del Instituto para el Desarrollo de Vovinam y Deportes, unos 300 niños y adolescentes de entre 13 y 19 años cambian de costumbres. Repartidos en cinco campus a lo largo del país, los alumnos de estos lugares de reeducación alcanzan el millar. La mayoría son adictos a los videojuegos, aunque algunos presentan también problemas de alcoholismo o comportamientos agresivos con sus padres.

Población joven en riesgo. La adicción a los videojuegos es un fenómeno que preocupa a las autoridades sanitarias del régimen comunista en este país, donde más del 50% de la población tiene menos de 30 años. Miles de jóvenes como An pasan su tiempo frente a sus ordenadores, tabletas o consolas en sus habitaciones o salas de videojuegos, muy populares en Vietnam y más ampliamente en Asia.

Un universo confinado que ahora parece muy lejano para An, dedicada a la práctica del vovinam al aire libre varias veces al día. «Estoy entrenando y mi salud está mejorando», confirma An, quien no ha tocado un videojuego desde que ingresó en la escuela.

Estos campus se crearon en 2009 por un maestro de artes marciales, Pham Quang Long. Para el subdirector del centro de Ho Chi Minh, Dang Le Anh, la disciplina es la palabra clave del método. Los estudiantes «tienen que superar sus dificultades personales practicando artes marciales, lo que elimina sus viejos hábitos y su pereza», cuenta después de una sesión matutina esta disciplina cercana al kung fu.

Uno de los estudiantes, Nguyen Quang Hieu, asegura que la práctica de este arte marcial ha cambiado su vida. «Ahora tengo otros problemas, no desobedezco a mis padres, dejé los videojuegos y me convertí en una persona nueva», reconoce este adolescente, que compara el lugar con el ejército mientras otros de sus compañeros señalan la dureza de los maestros.

El psiquiatra infantil Lam Hieu Minh cuenta que muchos niños que son adictos a este tipo de juegos han pasado por consulta. Sufren de ansiedad y de desórdenes de atención pero a algunos también les lleva a desórdenes alimenticios o incluso a la depresión. «Las actividades físicas como las artes marciales son muy buenas para los niños, para ayudarlos a jugar de forma saludable y para hacer amigos», sostiene el doctor Minh.