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SORBURUA

Las violetas


Las violetas son parecidas a los pensamientos, aunque se diferencian por sus hojas. Las primeras tienen dos pétalos superiores y tres vueltos hacia abajo, mientras que los segundos tienen cuatro pétalos hacia arriba y un pétalo hacia abajo. A las violetas les gusta la buena tierra de jardín, con preferencia por los suelos frescos y siempre con buen drenaje. Si la tierra es pesada, añadiremos un puñado de tierra de hojas y, en el hoyo de plantación, arena o gravilla. Es mejor que estén a media sombra y necesitan riegos regulares, pero sin ahogarlas. Su mantenimiento es fácil y solo hay que suprimir las flores marchitas para prolongar la floración.

En los jardines se plantan en los bordes de la parte delantera de los arriates, tapizantes por sus hojas acorazonadas y flores perfumadas, a la sombra de árboles y arbustos y, además, como flor de temporada. Es muy apreciada la violeta común (Viola odorata), que se resiembra ella misma y también es fácil de multiplicar a partir de sus propios estolones –brotes laterales paralelos al suelo, subterráneos–, que se sacan en setiembre, cada tres años, y se plantan en su lugar definitivo, distanciados en veinte centímetros. Florecerán la próxima temporada. Cuando se quiera trasplantar una violeta, hay que sacarla con un buen trozo de cepellón para no estropear las raíces.

Muy rústica, por su parte, es la Viola sororia, con un salpicado de tinta violeta que parecen pecas y la Viola labradorica, originaria de Groenlandia, de flores color azul porcelana y hojas verdes con un toque púrpura. Se plantan en un macizo con alpinas o en las grietas entre piedras, y las dos son vigorosas, pero sin perfume. Todas las violetas pueden vivir en tiestos de diez centímetros –para una violeta de treinta centímetros de diámetro– y a la violeta de Parma hay que trasladarla al interior cuando comienza el frío. La variedad australiana Viola banksii, colocada detrás de una ventana, florecerá todo el invierno. En ambos casos se pueden cortar las flores para hacer ramilletes.

Al igual que los pensamientos, se pueden utilizar las flores de las violetas en ensaladas de frutas y confitadas, y también las hojas, crudas o cocidas, en salsas y sopas. Cuando se usen como comestible, el abono deberá ser apto para el cultivo ecológico, sin aditivos químicos.