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SALUD

El pensamiento mágico en nutrición


El pensamiento mágico ha acompañado a la humanidad desde el principio de los tiempos. Este concepto se utiliza en psicología y antropología para describir atribuciones ilógicas de causalidad que se hacen sin pruebas empíricas. Dicho de otra forma, consiste en atribuir un efecto a un suceso determinado, sin existir una relación causa-efecto comprobable.

El pensamiento mágico se ha atribuido principalmente a dos hechos: la cercanía entre eventos y el pensamiento asociativo, que consiste en establecer relaciones en función de similitudes. En materia de nutrición y dietética reina no solo en la población en general, sino también en otros profesionales sanitarios. Algunos ejemplos de dicho fenómeno: «A las mañanas tengo la tripa revuelta al tomar mi café. Eso significa probablemente que me sienta mal la lactosa. Empiezo a tomar leche sin lactosa». «Igual te sienta mal el café o las tres cucharadas de azúcar que le añades o las tres pastillitas de sacarina, o la bollería que comes o el zumo de brick».

La realidad es que, según datos de la Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD), la prevalencia estimada de intolerancia a la lactosa en el Estado español es del 30% de la población y el autodiagnóstico de dicha intolerancia, que es de los más habituales en el territorio, se sitúa entre un 13 y un 36% de los casos registrados según la Unidad de Nutrición y dietética del Hospital Universitario Miguel Servet de Zaragoza.

«Me duele la espalda, voy al osteópata o fisioterapeuta y... ¡Voilá! Además de realizar su función terapéutica propia de su profesión, también me recomienda retirar la lactosa, el azúcar y el gluten. Desde que no lo tomo, me duele menos la espalda. El gluten, la lactosa y el azúcar inflaman». El azúcar, la lactosa y el gluten no producen inflamación alguna, salvo que tengamos alguna patología (celiaquía etc.). La persona que hace esta asociación de causalidad debería plantearse que, quizá al evitar alimentos con gluten, ha evitado productos procesados como bollería industrial y cereales muy refinados. Quizá al evitar erróneamente la lactosa ha dejado de consumir no solo leche, también “quesos” que no son queso. Quizá se alimenta mejor que antes (de forma casual), se siente mejor y, al quitar ultraprocesados, ha bajado de peso, por lo que la espalda ya no le molesta tanto.

Hay varias razones por las que se produce el pensamiento mágico de forma masiva en nutrición. En primer lugar, una obviedad; como todos comemos, creemos saber sobre cómo, cuándo, dónde y qué es mejor o peor comer. Claro, no todos operamos, si así fuese... En segundo lugar, la nutrición es una ciencia y, como tal, avanza. De esta forma, en ocasiones, parece que lo que antes valía, ya no. Esto ocurre en todas las disciplinas, sí, pero en nutrición hay profesionales que no actualizan sus conocimientos y perpetúan, de este modo, la desinformación. En tercer lugar, el intrusismo profesional; el Estado español es el único en Europa que no incluye dietistas-nutricionistas en salud pública. Y por último, los pacientes o consumidores que buscamos la solución fácil, el remedio milagroso, la píldora que alcance a obrar nuestros anhelos, sin esfuerzo.

Buen ejemplo de esto, es que en 2019 el CODINuCoVa (Colegio Oficial de Dietistas y Nutricionistas de la Comunidad Valenciana), alertó a través de una encuesta que realizaron a enfermos de diversas enfermedades crónicas, que un 47,9% de ellos acudía a Google buscando soluciones dietéticas para sus dolencias. Nosotros también somos culpables a la hora de perpetuar mensajes equívocos sobre salud y alimentación.

De modo que, cuando algo suena lo suficientemente increíble como para que sea verdad, es que es mentira, ya que, a día de hoy se tienen pocas cosas por absolutamente ciertas en materia de nutrición, y de estas, la mayoría no tienen un mayor atractivo comercial. Pero, sobre todas las demás cosas, recuerda utilizar el sentido común y, si esto no es suficiente, acude a un profesional cualificado.