21 JUIN 2020 PANORAMIKA Disfruta el colapso IKER FIDALGO ALDAY Los periodos de crisis provocan inevitablemente nuevas formas de vida. Cualquier alteración causada por factores económicos, bélicos o sanitarios alteran el orden establecido y crean espacios de indefinición que, a la postre, marcarán el devenir de los acontecimientos. El orden económico o el control social son algunos de los ingredientes que han aparecido últimamente como terrenos inestables y cambiantes que previsiblemente acabarán conformando una realidad totalmente diferente a la que conocíamos. Por su parte, los procesos de cambio son mucho más traumáticos cuando se desarrollan de una manera repentina y no progresiva y, además, en estos últimos meses, el temor al daño en nuestro propio cuerpo nos ha inducido un sentimiento de vulnerabilidad para nada habitual en nuestra sociedad habitualmente asentada en estratos de privilegio. La cultura ha tenido que comenzar a buscar un lugar propio. La desnudez a la que se enfrenta motivada por la situación económica que se avecina, plagada de actividades suspendidas y presupuestos recortados, parece condenarla a un estado de parálisis del que es difícil salir. Artistas de diferentes disciplinas han tenido que reinventar las maneras de contacto con el público para seguir manteniendo una tensión que nos ayude a comprender y valorar la cultura en general, y el arte en particular, como una necesidad social que va mas allá del entretenimiento y el ocio. Es por eso que, si bien los momentos de zozobra debilitan muchos de los lugares que se han ido construyendo, son capaces de abrir nuevas vías de exploración desde las que reivindicar el protagonismo que se merece. El arte nos ayuda a componer nuestra mirada crítica, nos confronta con todo aquello que pensábamos incuestionable y nos permite conocer los márgenes que aparecen ocultos ante el primer golpe de vista. El pasado marzo la Factoria Santa Rosa, situada en Santiago de Chile, programó una exposición colectiva titulada “A.C.A.A.B (All Contemporary Artists Are Politic)” comisariada por el artista y activista chileno Francisco Papas (Chile, 1983). Un proyecto basado en la colaboración entre colectivos, espacios y artistas de diferentes procedencias que unen imaginarios de lucha activista compartida en contextos tan diversos como Yemen, Hong Kong, Bolivia o París. Nombres como Santiago Sierra, Nuria Guell, Cildo Meireles o Mujeres Creando forman parte del amplio elenco de nombres y agentes. Si bien la crisis mundial causada por la pandemia provocó la suspensión de la muestra, hubo una acción realizada en colaboración con el colectivo de arte político “Democracia” afincado en Madrid. El suceso, en concreto, causó una polémica que trascendió al propio espacio de la exposición para abrir una vez más el debate que acompaña habitualmente a la acción política y a la práctica artística cuando sus barreras se difuminan. Una limusina de gran tamaño de color negro porta en letras mayúsculas blancas el mensaje “Eat the rich/ Kill the poor” (Cómete al rico y mata al pobre). Un vehículo que fue utilizado por el colectivo madrileño en el año 2010 y que en esta ocasión estaba habitado por un grupo de encapuchados e incluso ataviados con máscaras procedentes de la cultura popular y que repartían panfletos en los que se podría leer el mensaje “Enjoy the collapse” (Disfruta el colapso). Una de las paradas de su recorrido fue una clínica privada situada en un barrio de clase alta de la capital chilena, lo que suscitó un encontronazo que acabó en denuncia contra el propio grupo de artistas. Algo tan aparentemente inocente como la conducción de ese coche y el reparto de octavillas rompe con una lógica de control y es capaz de crear una interferencia. El alcance mediático y el tratamiento de la opinión pública del propio suceso es lo que realmente consigue la propuesta. Ser capaces de abrir una grieta en un escenario aparentemente intocable en el que la irrupción poética adquiere un valor concreto. La posibilidad de crear un chispazo momentáneo es una de las fortalezas de la creación contemporánea y puede que hoy más que nunca la luz de ese fuego sea indiscutiblemente necesaria.