21 FéV. 2021 «Pour Don Carlos/Alegria Kapitaina» La gran odisea fílmica vasca de Musidora Cumplidos cien años de su estreno, contamos con una copia restaurada en 4K del que es considerado como uno de los primeros filmes de ficción rodados en Euskal Herria, «Pour Don Carlos/Alegria Kapitaina». Joxean Fernández, director de la Filmoteca Vasca, nos revela los pasajes de esta aventura que fue dirigida por la gran musa «vamp», Musidora. Cinémathèque de Toulouse Koldo Landaluze Cien años después de su estreno ha regresado mediante una flamante copia restaurada, la que es considerada como una de las primeras películas de ficción rodadas en Euskal Herria, “Pour don Carlos”, un título que, debido a la temática sobre la que versaba –estertores de la segunda carlistada–, se cambió su título original por el de “La capitana alegría” para evitar cualquier contrariedad derivada de la cercanía de un conflicto que mantenía sus heridas abiertas. La épica, el romance y la aventura se dan cita en esta adaptación de la novela homónima escrita por Pierre Benoit un año antes de su estreno, en 1920. Su trama nos ubica a finales de 1875 y comienzos de 1876, y de las trincheras asoman las últimas balas de la Segunda Guerra Carlista. En este escenario aparece la figura de Olivier, un joven que tiene como objetivo dar con el paradero de la capitana Allegria Detchard; una vasca que juró defender la causa del monarca Carlos VII mientras sus tropas emprenden la retirada al otro lado de la muga. En este espacio de incertidumbre se desarrolla una historia en la que su protagonista sigue al pie del dictado los parámetros de las heroínas románticas teñidas de tragedia y pasión. La capitana está interpretada por la principal impulsora de este proyecto, Musidora. La gran diva “vamp” de la época alternó ambos lados de la cámara en un proyecto que encierra multitud de elementos interesantes. Para iniciar este viaje a través del tiempo, contamos con la guía de Joxean Fernández, director de la Filmoteca Vasca; un organismo que ha participado activamente en la restauración de esta pequeña joya cinematográfica. A modo de prólogo, Joxean Fernández nos recuerda que «llevar a cabo una restauración de estas características es un proceso que entraña una gran complejidad. Cuando la Filmoteca Vasca tuvo ocasión de participar en la puesta en marcha de esta iniciativa por parte de la Cinemateca de Toulouse, que contaba con buena parte del material original, supuso todo un reto. Es verdad que no se trata de una producción vasca, fue financiada desde el Estado francés, pero tanto su temática como su rodaje están relacionados directamente con Euskal Herria». En esta restauración en formato 4K de “Pour Don Carlos/Alegria Kapitaina”, también se sumaron otras instituciones como la Cinemateca del Estado francés y el San Francisco Silent Film Festival. Musidora posó para el cuadro del pintor cordobés Julio Romero de Torres, en portada de este reportaje, una obra que se encuentra en el Museo Nacional de Bellas Artes de Argentina. Sobre estas líneas, diversas imágenes de «Alegria Kapitaina». En varias de ellas Musidora viste uniforme de oficial carlista. Investigación, financiación y distintos expertos. En relación al tamaño del proyecto, el director de la Filmoteca Vasca señala que «un proyecto de esta envergadura no solo requiere de un gran refuerzo económico, sino que además necesita de expertos, tanto en su faceta técnica como histórica. Es un proceso muy largo que requiere una investigación muy completa y una búsqueda de los materiales adecuados que permitan una aproximación a lo que pudo haber sido el original. En este sentido, hemos contado con dos copias diferentes sobre las que hemos trabajado y que nos han permitido completar una aproximación cercana a lo que realmente fue la película, de la cual se dijo incluso que llegaba a las tres horas de duración. Algo que no es real. El metraje, más o menos aproximado es el que manejamos actualmente, cercano a la hora y media». La restauración en 4K fue realizada por los laboratorios de Hiventy y L’Immagine Ritrovata teniendo como base el material aportado desde la Cinemateca de Toulouse y la Cinemateca del Estado francés. Con este material se pudo realizar una composición mucho más coherente que permitió superar diferentes lagunas. Según Fernández, «se procedió a una reconstrucción general de la película y no solo a una restauración digital de los elementos mejor conservados. Según Francesca Bozzano, directora de Colecciones de la Cinemateca de Toulouse, es posible que tan solo falten entre diez y veinte minutos de metraje, entre los que sí estaría un prólogo que habría ayudado a contextualizar el engranaje argumental. Con todo ello, llega un momento en el que se deben tomar ciertas decisiones, ya que se tuvieron que realizar diversos cortes en el montaje para dotar de coherencia al conjunto y no teníamos la idea original de lo que quisieron plasmar sus responsables». En relación a la importancia que encierra la película, Joxean Fernández explica que «desde un ámbito creativo supuso la obra más ambiciosa dirigida por Musidora, la cual quedó seducida por el original de Pierre Benoit. Algunos historiadores como Koldo Larrañaga y Eneko Tuduri han afirmado que estamos ante el primero de los largometrajes de ficción rodados en Euskal Herria y en escenarios como Hondarribia, Oiartzun y Aiako Harriak, entre otros. Además, muchos extras que participaron en la filmación fueron excombatientes que en algunos casos aportaron diverso material de vestuario. En la Cinemateca de Tolouse figura una lista de todas las personas que estuvieron presentes en esta filmación. Este es un dato muy interesante, ya que nos da cierta idea del gran detalle con el que se elaboró el filme, en relación a su ambientación. A todo ello, “Alegria Kapitaina” nos descubre el talento de una cineasta total, Musidora: directora, guionista, productora e intérprete, musa de los surrealistas desde que interpretara un papel de vampiresa en ‘Los vampiros’ (1915) de Louis Feuillade». Algunos extras del filme participaron en la Segunda Guerra Carlista. El rodaje se desarrolló en diversos rincones de Euskal Herria como Hondarribia, Oiartzun y Aiako Harriak. Musidora, mucho más que la «décima musa». Llegados a esta etapa del viaje, merece la pena centrar nuestro interés en la responsable principal de este proyecto. En su guía, el responsable de la Filmoteca Vasca revela que «Jeanne Roques –verdadero nombre de Musidora– fue una artista en constante búsqueda de su propia libertad vital y creativa. Fue junto a cineastas como Alice Guy-Blaché, una pionera del medio cinematográfico. En 1918 fundó la Société des Films Musidora, y fue colaboradora infatigable de Henri Langlois en la Cinemateca Francesa. Fue, sin duda, la gran impulsora de ‘Alegria Kapitaina’». En la explosiva y vibrante década de 1910, una actriz convulsionó los círculos intelectuales del Estado francés. Se llamaba Jeanne Roques, pero ella misma se rebautizó como Musidora. Según dijo la propia artista, «leí ‘Fortunio’, de Théophile Gautier. Escogí el nombre de la heroína Musidora y comencé a vivir en un sueño. Me conmovió la fe: la escena, el telón que se levanta, la rampa, el maquillaje y los decorados, toda esa región de ‘lo inventado’. Quería estar a su servicio… Y aprendí mi trabajo como una artesana». Sus primeras experiencias cobraron forma sobre escenarios teatrales. En este espacio para la ensoñación conoció a la escritora Colette, de cuya obra rodó algunas adaptaciones fílmicas. En esta etapa también topó con Louis Fouilla, el cual le propuso el papel que la catapultaría a la fama en la serie de diez películas “Les Vampires”. Su personaje en este filme atendía al nombre de Irma Vep y, lejos de ser una dama de la noche en búsqueda constante y nocturna de sangre, era una cantante de cabaret convertida en líder de una banda de delincuentes. En la retina del recuerdo figura la silueta de Musidora enfundada en un ajustadísimo mono de satén en una época en la que el simple hecho de no llevar falda ya era considerado como algo revolucionario para una mujer y, por lo tanto, objeto de crítica. De esta manera, se convirtió en el arquetipo de la mujer fatal y abanderó un código de conducta que chocaba frontalmente con los moldes sociales preestablecidos. En palabras de André Breton, «de alguna manera, Musidora simboliza a la mujer moderna. La figura que representa es lo opuesto a la conciencia». Breton, junto con François Aragon, le tributó un homenaje bajo el título de “Le Trésor des Jésuites” y en el que todos los nombres de los personajes están compuestos por anagramas del nombre artístico de la actriz, a la que bautizaron como “la décima musa”. Musidora nunca se conformó con ser un florero intelectual, pero decorativo. No quería ser una musa y por ello se empleó a fondo en buscar su propia vía creativa y exprimir al máximo la vida. Se enamoró de un rejoneador y con él se trasladó al Estado español, donde rodó tres películas como productora, guionista, directora e intérprete entre los años 1920 y 1924. “Alegria Kapitaina” (1920) y “Sol y Sombra” (1922) fueron los dos primeros títulos. En mitad de su accidentado trayecto sentimental, dejó incompleta “La Tierra de los Toros” (1924). En su regreso a París abandonó el mundo del cine para volver a los escenarios. También se refugió en la literatura y llegó a publicar dos novelas: “Arabella et Arlequin” y “Paroxysmes”, así como el poemario “Auréoles” y varias canciones. Antes de su fallecimiento, en el año 1957, se volcó por completo en la Cinemateca del Estado francés. Secuencias finales de la película «Pour Don Carlos/Alegria Kapitaina» cargadas de épica y dramatismo y en las que Musidora adquirió un protagonismo absoluto. Jaime de Lasuen, una vida novelesca. La etapa final de este viaje nos lleva a la segunda persona que impulsó “Alegria Kapitaina”, Jaime de Lasuen. En opinión del director de la Filmoteca Vasca, «en Jaime de Lasuen pesó mucho su ideario carlista a la hora de embarcarse en este proyecto. Es un personaje muy interesante, del cual apenas se saben unos pocos datos. Al parecer sus orígenes familiares eran vascos, aunque él nació en Viareggio (Italia). Su papel se concretó mucho en ayudar al escritor Pierre Benoit en su documentación sobre la Segunda Guerra Carlista y por ello pudo también ser útil a Musidora a la hora de recaudar fondos para la película y buscar localizaciones, complicidades locales, uniformes, etc. Su trayectoria como cineasta se limita a sus colaboraciones con Musidora, destacando mucho más su actividad como hombre de acción. Participó en la Primera Guerra Mundial, donde fue condecorado. Más tarde fue requeté en la Guerra del 36 y, finalmente, luchador con la Resistencia del Estado francés en la Segunda Guerra Mundial, hasta morir en 1944 torturado por la Gestapo en Portugal. Un periplo muy singular y rocambolesco, ya que de combatir en el bando franquista, pasó a combatir al fascismo y morir por ello», concluye.