26 SEPT. 2021 Ambición y cambio climático Paisajes cambiantes en Senegal Fotografía: John Wessels I AFP Jone Buruzko En las regiones central y norte de la República de Senegal, la estación húmeda suele durar tres meses al año y llega después de nueve meses secos. Durante la época de lluvias, el paisaje cambia por completo y pasa de su habitual aspecto semiárido a ser casi completamente verde. La portada de este reportaje fotográfico la ocupa una vista aérea de una carretera que atraviesa pozos de extracción de sal inundados en Palmarin, un pueblo costero cuya economía se sustenta en la pesca y la agricultura, aunque también en el turismo atraído por sus playas, las palmeras (que precisamente dan nombre al lugar) y el vino de palma. En otra de estas imágenes aparece un bosque de palmeras pero este está en Joal, una localidad cercana, e incluso sobre estas líneas se puede apreciar el imponente baobab. De las cerca de 60.000 especies de árboles catalogadas en el mundo entero, en torno a un 30% están amenazadas de extinción, según recoge el “Informe forestal mundial” de Botanic Gardens Conservation International, publicado hace menos de un mes. La región del planeta más afectada por el riesgo de extinción es la africana. De las poco más de 9.000 especies de árboles clasificadas, casi el 40% está en peligro. La agricultura, la tala de árboles y la ganadería representan conjuntamente el 70% de las amenazas, mientras que dicen que el cambio climático se limita al 4%. En los últimos 300 años a nivel mundial la superficie forestal ha caído un 40%. Veintinueve países perdieron más del 90% de sus árboles, se asegura en el mismo informe. Estos datos no pueden tapar la belleza de estas imágenes, con esa bandada de pelícanos sobrevolando el aire o paseándose sobre la arena de Palmarin después de que en enero murieran 750 pelícanos en el Parque Nacional de Aves de Djoudj (PNOD), que es la tercera reserva ornitológica del planeta. Además, los agricultores se dedican a arar sin perder tiempo para aprovechar al máximo este período de lluvias en un país de 16 millones de habitantes donde la agricultura emplea a más de dos tercios de la mano de obra. Y es que aunque a África solo se le achaca el 4% de las emisiones de gases de efecto invernadero del planeta es uno de los continentes más afectados por los cambios meteorológicos. Lo mismo le tocan la sequías que las lluvias torrenciales. Los agricultores y pescadores senegaleses opinan que en la última década se ha intensificado el calor y lo atribuyen a la deforestación para el uso intensivo de madera destinado a la fabricación de carbón y a la exportación ilegal, caldo de cultivo para provocar crisis alimentarias, conflictos y desplazamientos masivos.