7K - zazpika astekaria
CINE

«Three Thousand Years of Longing»


Una de las películas que dividió a la crítica en el Festival de Cannes fue “Three Tousand Years of Longing” (2022), porque no deja de ser un experimento visual que se sale de un sentido ortodoxo de la estética en el cine. El veterano cineasta australiano George Miller es de los que la edad no les cambia y va a seguir haciendo probaturas mientras pueda. De hecho, su próximo y principal proyecto, cuyo estreno está anunciado para el 2024 es “Furiosa”, un spin-off o derivado de su saga apocalíptica “Mad Max”, protagonizado por Anya Taylor-Joy. Todavía no ha dado tiempo a recuperarse del impacto causado por la multipremiada “Mad Max: Fury Road” (2015), con su radical planteamiento dinámico, y ya promete nuevas sensaciones sobre ruedas. Así que “Tres mil años esperándote”, que es el título de la versión doblada programada en nuestras salas para el día nueve 9 de septiembre, ha sido para él como un entretenimiento menor mientras preparaba otra obra de las consideradas mayores.

Teniendo en cuenta que “Mad Max” es la franquicia creativa en la que George Miller ha volcado todo su talento, el resto de su filmografía se puede contemplar como una serie de ensayos complementarios a través de los cuales ha ido experimentando con técnicas innovadoras para explorar las posibilidades reales del género fantástico, y de ahí que sus realizaciones resulten tan variadas. Desde “Las brujas de Eastwick” (1987) a “Happy Feet” (2006) pasando por “Babe, el cerdito valiente” (1998) o “El aceite de la vida” (1992). Ha trabajado con todos los materiales al alcance de un director de cine, con elementos humanos, animados y digitales. Y en “Three Thousand Years of Longing” (2022) juega a encajarlos todos en una sola película.

Por supuesto que se trata de un invento muy personal, con pasajes raros nunca vistos antes, pero que en general no resulta tan diferente de las creaciones más atrevidas plásticamente dentro del audiovisual moderno, y en especial de las de Tarsem Singh, por no hablar de las hermanas Wachowski y similares. Muchas veces son espectáculos que no dan una sensación de acabados o definitivos, como si fueran obras de transición o en proceso de desarrollo. Además, el que Tilda Swinton sea la actriz principal, que es como la madrina del cine independiente y más transgresor, ya le confiere una etiqueta de curiosidad que ha de ser vista con otra mirada.

Tilda Swinton encarna a una doctora en literatura especializada en narratología, la rama que estudia las conexiones entre los relatos de todas las épocas y las culturas en la historia de la humanidad. Pero una cosa es el análisis científico de esos textos, y otra muy distinta la implicación emocional que provoca la lectura de cuentos llenos de magia y de misterio. Cuando busca un souvenir en el Gran Bazar de Estambul se encuentra con la Lámpara Maravillosa que liberará al Genio, rebautizado como Djinn en el relato corto de la británica A. S. Byatt en que se basa la película.

El tal Djinn es encarnado por el actor afroamericano Idris Elba, que luce para la ocasión unas orejas puntiagudas. La conversación que se establece en el hotel entre ambos vertebra toda la narración, siendo interrumpida a cada poco por las historias que el Genio le cuenta a la doctora Alithea Binnie para convencerla de que pida los tres deseos, a la manera de Sherezade en “Las Mil y una noches”.

¿Por qué ella se resiste a ver cumplidos sus más íntimos deseos? Sabe que esas piezas de la oratoria tradicional suelen acabar mal, y en el fondo las relaciona con el amor trágico. Se establece en consecuencia un pulso entre un personaje mitológico y otro de carne y hueso.

A la vez que los flash-backs hacen viajar a la pareja imaginariamente por el pasado más exótico, ella va definiendo la auténtica naturaleza de un único deseo, relacionado íntimamente con el verdadero motivo de su soledad y del cinismo que le sirve de coraza frente al mundo exterior. En algún momento llegó a tener pareja, pero nunca tuvo descendencia.