Nómadas en apuros

En Marruecos, el nomadismo pastoril es una forma de vida milenaria basada principalmente en la movilidad marcada por las estaciones y los pastos del ganado. Antes, cuando llegaban a los valles con sus ovejas buscando el frescor en el verano, se sentían bienvenidos. Ahora, afrontan demasiadas dificultades para mantener una tradición que tiende a desaparecer porque los jóvenes no están dispuestos a pasar por lo que todavía intentan mantener sus padres y abuelos. Según el último censo oficial, realizado en 2014, podrían quedar unos 25.000 nómadas frente a los casi 70.000 que se registraron en 2004. Aunque quizás sean menos porque últimamente el agua escasea, las temperaturas suben como nunca, la sequía se intensifica y faltan pastos, no solo debido a las consecuencias de la crisis climática, sino también a la privatización de la tierra y a la inversión agrícola. Esto les obliga a endeudarse para mantener sus animales y terminan por optar por el sedentarismo buscando trabajo en la ciudad. Considerados el termómetro del cambio climático, «si ellos, que viven en condiciones extremas, ya no pueden resistir la intensidad del calentamiento global es porque el momento es grave», subraya el antropólogo Ahmed Skounti.