11 DéC. 2022 PANORAMIKA Tejidos Iker Fidalgo Somos parte de un todo. Nuestro paso por el mundo nunca sucede de forma aislada. A fin de cuentas, somos elementos que se interrelacionan y, por el mero hecho de hacerlo, creamos lazos que acaban por establecer la red que nos sostiene. Como las células de nuestro cuerpo que se juntan entre ellas para constituir tejidos. Estas formaciones suben de escala y aumentan la complejidad de su tarea hasta crear los órganos que finalmente se conectan para conformar asociaciones que dan como resultado los sistemas de órganos. Nuestro sistema digestivo o circulatorio no podría funcionar si no existieran las células que se entrelazan, al igual que nuestro cuerpo no se sostendría sin sus componentes interconectados que palpitan, respiran y se mueven. Esta imagen del cuerpo nos lleva a entender cómo las construcciones más mínimas son las que apuntalan objetivos mucho mayores pero que por sí mismos ni siquiera podrían existir. Cuando desde esta página hablamos de la cultura en general y del arte contemporáneo en particular, siempre advertimos cómo el camino profesional sobrevive a duras penas en un recorrido plagado de incertidumbre y precariedad. Cualquiera de las diferentes salidas profesionales, creación artística, comisariado, investigación, docencia, escritura, mediación o gestión, es una travesía sin garantía de supervivencia que condena a aceptar unas condiciones de vida asumidas a cambio de una supuesta dedicación vocacional que parece justificar todo lo anterior. Si una sociedad es como un gran cuerpo que avanza y se desarrolla, difícilmente podrá subsistir cuando uno de sus sistemas más necesarios, la cultura, está constituido por un tejido en permanente estado de crisis y enfermedad. Estas estructuras básicas son las que garantizarán un porvenir a la salud cultural de nuestra vida y nos salvarán de caer en la mirada obtusa de aquellos que se niegan a entender otras formas de ver el mundo. La reseña de hoy se centra precisamente en un proyecto que pone el foco en el cuidado de un contexto en constante crecimiento. Dentro de la actividad del programa EREMUAK puesto en marcha por el Gobierno de Gasteiz y que actualmente tiene su sede en el Centro Internacional de Cultura Contemporánea Tabakalera de Donostia, el pasado 14 de octubre se inauguró la exposición “Hamairu”, que se extiende hasta el 14 de este mes. Esta iniciativa expositiva se da de manera periódica cada 4 años y pretende recoger una muestra de los nombres que atraviesan las diferentes ramas del proyecto. Un comité rotatorio formado durante esta etapa por José Ramón Amondarain, Aimar Arriola y Leire Muñoz, junto con la colaboración de Maider López, ha seleccionado y comisariado esta nueva entrega. Para ello se han basado en el legado de HARRIAK, uno de sus programas más conocidos cuya identidad se basa en encontrar espacios para la mediación, exposición y divulgación artística fuera de los circuitos habituales de las capitales o las ciudades con mayor densidad de población. El título hace una referencia directa al elenco que conforma la exposición: Ainhoa Lekerika, Ander Pérez, Ane Rodríguez/ Anemotorazing, Clara Elizondo, Esti Ibarra, Ibon Landa, Javier Rodríguez Pérez-Curiel, Miel Oyarzabal, Mikel Ruiz, Miren Candina, Natalia Suárez Ortiz de Zárate, Santiago F. Mosteyrín e Ignacio Sáez. Trece nombres, trece procesos y resultados que cohabitan el espacio expositivo. En la entrada encontramos un pequeño mapa que nos ayuda a asociar a cada una de las autoras con sus piezas. Sin embargo, la propuesta comisarial es la de prescindir de cartelas o señalética que identifiquen in situ a cada una de ellas. Como las células de nuestra introducción, las obras se entrelazan. Conviven y ocupan el espacio con una potente presencia matérica en el suelo mientras los destellos de una proyección marcan un ritmo visual. Las disciplinas abandonan su estatus y de entre todas subyace un sentido de unidad, de expansión, borrando sus límites y fundiéndose entre ellas. Todo parece conformar una única instalación, un cuerpo propio. Los trabajos se despliegan en la arquitectura alargada del espacio y aparecen el textil, la madera, la ruina, el rastro, la pintura y los colores vivos de un mural trazado con gestos de spray. Tras un primer vistazo marcado por un recorrido a modo de pasillo, la disposición comienza a mostrarnos recovecos y lugares de interés que surgen según vamos seleccionando nuestros puntos de atención. Una invitación a una experiencia que nos sitúa en un estrato muy interesante de la creación contemporánea de nuestro territorio.