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«NO ME CUENTES CUENTOS»

Cuando el relato infantil se transforma en pesadilla

Sandra Sabatés y Judit Creuhet han sumado sus talentos para llevar a cabo la adaptación en formato novela gráfica del original literario homónimo que publicó la primera en 2022, «No me cuentes cuentos». Diez historias estremecedoras protagonizadas por mujeres que, como tantas protagonistas de los cuentos populares, fueron víctimas de la violencia machista en sus más variadas formas.

La periodista Sandra Sabatés (a la derecha) y la ilustradora Judit Crehuet han debutado en el formato de novela gráfica con «No me cuentes cuentos». Ainhoa Marzol | Planeta

Nacida en Granollers en 1979, Sandra Sabatés es licenciada en Comunicación Audiovisual. Su carrera profesional ha estado ligada a la televisión, primero como presentadora de informativos locales y, a partir de 2007, en La Sexta. Desde 2012 presenta el programa de televisión “El intermedio”.

Sabatés ha sido galardonada con el Premio CIMA TV Festival de Gasteiz (que concede la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales) y con el Premio Meninas 2018 por su sección “Mujer tenía que ser”, en ambos casos. Además, ha recibido también el Premio Ondas 2018 a la mejor presentadora de televisión y ha escrito el libro “Pelea como una chica” (Planeta, 2018) y colaborado en la antología “Voces que cuentan” (Planeta Cómic, 2021).

Por su parte, Judit Crehuet es una ilustradora nacida en Figueres en 1998. Graduada en 2021 tras haber estudiado arte durante siete años en centros como la ESAD Llotja, la Accademia di Belle Arti di Macerata y la Escuela JOSO. Ganadora de la Beca Carnet Jove de Comic 2021 y colaboradora en la revista “El Jueves”, su interés por visibilizar la realidad de ser una mujer, la ha llevado a ilustrar la novela gráfica “No me cuentes cuentos”.

Esta novela gráfica no tiene como apertura el consabido “Había una vez...”, porque lo que encontramos en sus viñetas nos obliga a ser conscientes de un presente terrible. Blancanieves se lanzó en brazos de un amor que creyó perfecto y que la acabó anulando; la Bella Durmiente cayó en un sueño forzado y, cuando despertó, había sufrido una violación; a Ariel le arrancaron una parte de su cuerpo bajo el pretexto de alcanzar la pureza; Caperucita fue a las fiestas de San Fermín y fue violada por una manada compuesta por cinco lobos.

Tras su apariencia de cuento, topamos con testimonios reales de una gran crudeza. Sandra Sabatés entrevistó a mujeres que lidian con sus fantasmas mientras tratan de reconstruir sus vidas.

A modo de prólogo, Sabatés explicó a 7K que «durante un año y medio, fui testigo y portavoz de relatos que son tanto desgarradores como inspiradores. Mujeres valientes que han enfrentado la violencia, la discriminación y la opresión, pero que se niegan a ser reducidas a víctimas. Son supervivientes, como las protagonistas de los cuentos clásicos, aunque las historias que aquí se recogen tienen poco de infantiles. Queda la crudeza de una realidad que se resiste a desaparecer, la terrible normalización de la violencia machista, pero también la esperanza de que llegue el día en que los monstruos sean reducidos a los territorios de la ficción».

La ilustradora catalana se inspiró en sus amigas para dotar de forma a las protagonistas. Judit Crehuet

HISTORIAS REALES

Sobre cómo se inició este proyecto, la periodista catalana dijo que, «curiosamente, la novela nació de una imagen. Una imagen muy clara: la víctima de ‘La Manada’ de los sanfermines, con su pañuelo rojo anudado al cuello, rodeada de lobos que pretenden comérsela como metáfora de la violación. A partir de ahí, vi que en otros muchos cuentos clásicos aparecían ejemplos de violencia machista que hemos ido transmitiendo de generación en generación, y que esta misma violencia que mostraban, reflejo de la sociedad del momento, era la misma que sufrían muchas mujeres en pleno siglo XXI. Así que busqué historias reales para trazar este paralelismo con los cuentos y escribí el libro».

«Esa imagen que dio origen al libro seguía rondando en mi cabeza. Hasta que por fin se ha hecho realidad gracias a las ilustraciones de Judit Crehuet. Finalmente, aquella imagen se ha transformado en una serie de viñetas que han enriquecido el mensaje del libro».

Por su parte, Judit Crehuet dijo que «este proyecto, en mi opinión, siempre estuvo destinado a ser una novela gráfica. A principios de 2023, se me presentó la oportunidad de adaptar el libro al cómic, y al leer las historias de Sandra, supe de inmediato que era el tipo de proyecto que siempre me ha apasionado. Aunque había trabajado principalmente en ilustración hasta ese momento, el desafío de crear un cómic me intimidaba un poco. Sin embargo, cuando leí el guion adaptado por David Hernando, supe que quería aceptar el reto. El proceso fue emocionante y desafiante a la vez. Trabajar en la adaptación de las historias al lenguaje visual del cómic me permitió explorar nuevas formas de contar historias y expresar emociones a través de las viñetas. El resultado final superó todas mis expectativas. Ver las historias de Sandra cobrar vida fue increíblemente satisfactorio, tanto a nivel personal como profesional, e ilustrarlas fue una experiencia transformadora que me permitió conectar con las historias de las mujeres protagonistas de una manera profunda y significativa».

A la hora de plantear este trabajo colaborativo, Sabatés reveló que «el primer paso consistió en una reunión en la que participamos Judit, el editor David Hernando y yo, con el objetivo de establecer algunos parámetros básicos fundamentales para la narración de las historias y determinados episodios. Uno de los principios acordados fue evitar imágenes explícitas que no fueran necesarias y siempre priorizar el respeto hacia las víctimas. A partir de esta base, se elaboraron los guiones y Judit comenzó a aportar sus ideas narrativas y a desplegar su magia. A pesar de trabajar a distancia, hemos mantenido una conexión constante, colaborando estrechamente».

ESTÉTICA COTIDIANA

Por su parte, la artista añadió que, «por lo general, disfrutaba de una amplia libertad para dar forma a las páginas a mi estilo y ajustar el guion según lo considerara necesario. No obstante, al concluir cada etapa del proceso creativo, enviábamos las páginas a Sandra para recabar sus opiniones y para obtener su visto bueno».

Un apartado muy importante dentro de “No me cuentes cuentos” radicó en visualizar a las protagonistas. Sobre ello, la ilustradora catalana explicó que, «para dar vida a las protagonistas de cada relato, me inspiré en amigas cercanas. Mi objetivo era retratar una estética cotidiana para transmitir la sensación de que estas mujeres y sus experiencias podrían pertenecer a cualquiera de nosotras: nuestras amigas, nuestras hermanas, incluso nosotras mismas. Quería desafiar la mentalidad que a menudo asocia estos eventos con casos aislados o con mujeres que se ajustan a ciertos estereotipos. Mi intención era alejarme de esa percepción limitada y mostrar la universalidad de las situaciones que enfrentan las mujeres».

Algo que queda de manifiesto y de manera inmediata, en cuanto nos topamos con las primeras páginas de esta novela gráfica, es la fuerte carga emocional que conllevó la realización de este proyecto. Para Sabatés, el proceso en su totalidad «ha sido muy duro, desde las entrevistas con las protagonistas hasta la escritura misma. La mayoría de ellas se desmoronaron al recordar y relatar lo que habían vivido, sin importar cuánto tiempo hubiera pasado. Escribir sobre ello tampoco fue fácil para mí. En primer lugar, porque sientes empatía por ellas y porque estás tratando con la violencia que han sufrido estas mujeres. Quieres abordarlo con el máximo respeto posible, al mismo tiempo que buscas que se reconozcan en tus palabras. Muchas de ellas se enfrentaron nuevamente a su dolor al leer el texto. Tanto el libro como la novela gráfica son muy duros, así me lo han confirmado muchas personas. Y ese era el propósito: que la cruda realidad de la violencia de género nos impacte de lleno».

En relación a este factor emocional, la ilustradora dijo que «estaría mintiendo si negara que estas historias no me han marcado de manera muy profunda. Desde que recibí la propuesta y leí el libro de Sandra, hubo momentos en los que sentí un nudo en el estómago al leer lo que estas mujeres habían pasado. Me invadió una enorme responsabilidad y respeto dar forma visual a sus historias. Constantemente pensaba en que, dado que ellas se habían atrevido a compartir sus experiencias, lo mínimo que podía hacer era asegurarme de contarlas de la mejor manera posible y con la mayor dignidad posible. Tampoco te voy a negar que ha sido un año de intenso trabajo, inmersa en esas pesadillas terribles de manera constante y sí, no te voy a negar que también sentí una profunda sensación de odio».

El primer impacto se transmite desde la propia portada. Sandra Sabatés dijo sobre ella que «para la portada, teníamos la idea de centrarnos en Caperucita, el cuento que inspiró este libro, pero en una versión del siglo XXI, mostrando a una chica atrapada y amenazada por el lobo, en una situación de peligro inminente. A partir de esta premisa, Judit presentó varias propuestas que luego incluimos en los extras de la novela gráfica. Finalmente, nos decidimos por aquella en la que la chica aparece sujetando la boca del lobo para evitar ser devorada. Esta opción fue elegida por la actitud de la chica, transmitiendo un mensaje positivo que se alinea con el desenlace de las historias de estas supervivientes: que no están solas, que deben hablar, pedir ayuda, que tienen la capacidad de superar esto y reconstruir sus vidas y su libertad».

IMÁGENES POTENTES

Crehuet, por su parte, añadió que «inicialmente buscábamos capturar la imagen de una mujer en peligro, amenazada por algo que la acechaba. Exploramos diversas propuestas hasta que surgió la idea de representar un lobo gigante, vinculándolo con la imagen icónica de Caperucita Roja y el lobo. Al principio, la imagen mostraba a la mujer asustada, pero rápidamente nos dimos cuenta de que la representación de ella resistiéndose, luchando y negándose a ser devorada, era la opción más coherente».

Mención especial merece la propia arquitectura visual de la novela gráfica, estructurada en viñetas claustrofóbicas, ilustraciones de gran fuerza visual que ocupan páginas al completo y unos tonos apagados y envueltos en negro. La ilustradora reveló que desde el comienzo tuvo claro «los tonos que debía tener la novela gráfica. Creo que el color de mayor potencia que hay en las viñetas es el rojo del pañuelo de la víctima de ‘La Manada’. El negro ocupa casi toda la base y sirve de hilo entre las viñetas y las ilustraciones, era necesario para reforzar esa angustia, esos miedos, esa sensación de pesadilla».

En este punto, Sabatés recordó que, «cada vez que recibía las páginas de Judit, me entraba un escalofrío. Lo digo de manera muy sincera. Su capacidad y sensibilidad a a la hora de plasmar estas historias tan crudas me impactó de manera profunda. Hay muchas páginas que me parecen increíbles, pero hay una en concreto que me parece impresionante. Es la imagen de la movilización de apoyo a la víctima de La Manada. Si te fijas, en esa multitud de mujeres, cada una de ellas tiene un gesto diferente. Es una imagen muy potente y realista».