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LAS FOSAS COMUNES DE LA GUERRA DEL 36, EN CÓMIC

Viñetas por la memoria y contra la amnesia

Pepica Celda tenía ocho años cuando fusilaron y enterraron a su padre en una fosa común y ha luchado por rescatar los restos. El reconocido dibujante Paco Roca bucea de nuevo en los ecos de la posguerra, en compañía del periodista Rodrigo Terrasa. Su cómic «El abismo del olvido» recorre el laberinto de las víctimas por su dignidad.

Alberto di Lolli

En tiempos de la Guerra del 36 habitaban la localidad valenciana de Paterna unas 10.000 personas. Su localización la convirtió en lugar destacado para fusilar a víctimas republicanas al terminar la contienda. Hubo unas 2.300 ejecuciones, récord en posguerra de todo el Estado.

Josefa Celda, “Pepica”, tiene hoy 92 años y tenía 8 cuando en septiembre de 1940 (532 días después del final de la guerra) ejecutaron a su padre José, agricultor. Ha recordado siempre su postrera visita a la cárcel, la víspera de su muerte, con su tía, porque su madre estaba también presa.

«Vas a ver a tu padre por última vez, pero delante de él que no se te caiga ni una lágrima», le dijo la tía. Y así ha evocado a su progenitor, «nada más entrar, se cogió a la reja y me dijo: ‘Hija, con las ganas que tiene el padre de abrazarte y con las ganas se va a quedar…’. Se me cogió una cosa en la garganta al tragarme las lágrimas que nunca más he podido volver a llorar». La viuda recibió en la cárcel el indulto a su marido, tres meses después de haber sido eliminado. La huérfana del represaliado volvió a llorar en 2013, cuando recuperó sus restos en una fosa común del lugar.

El responsable primero de esa tardía identificación había sido en 1940 el joven maestro republicano Leoncio Badía, condenado a pena de muerte, conmutada a cambio de ejercer de enterrador. Ayudó a viudas a entrar a despedirse de sus maridos muertos. Consiguió ataúdes clandestinamente. Metía los nombres de los cadáveres en botellitas de farmacia escondidas en los cuerpos. Guardaba trozos de ropa, mechones de pelo, botones... O anotaba datos de los ejecutados en cuadernos ocultos.

En la fotografía de apertura, el periodista Rodrigo Terrasa (izquierda) y el dibujante Paco Roca, autores de «El abismo del olvido». Roca había ya tratado la memoria de posguerra en libros como «El faro», «El ángel de la retirada» «Los surcos del azar», «La casa» o «Regreso al Edén».

INVESTIGACIÓN

En los años 80 el historiador Vincent Gabarda descubrió en los archivos del registro civil de Paterna la desproporción de defunciones desde 1939, elaboró un listado de fusilamientos y publicó un libro. En 2013, el periodista Rodrigo Terrasa Gras (València, 1978) relató en un diario estatal su encuentro con Pepica Celda y Maruja Badía, hija de Leoncio el enterrador.

Rodrigo intuyó que aquellas vivencias eran un buen guion e insistió a su amigo Francisco Martínez Roca (València, 1969), reconocido historietista, para que las dibujara porque Paco (autor del éxito “Arrugas”) ya había tratado la memoria de posguerra en otros cómics.

Buscaron documentación, volvieron a entrevistar a familiares de los protagonistas y a finales del año pasado vio la luz en la editorial bilbaina Astiberri “El abismo del olvido”, guionado conjuntamente por ambos creadores levantinos, con notable éxito de ventas y reconocido por la asociación de críticos y divulgadores de cómic como Premio ACDCómic 2023.

Dibujo de Pepica Celda con los restos exhumados de su padre.

TEBEOS AL PODER

El nuevo cómic es un emotivo documento histórico. Su éxito de crítica y ventas rompe tópicos sobre el interés por la temática memorialista y Paco Roca subraya que «va en contra de los mantras sobre que ya está bien de este tipo de historias que no interesan a nadie, de revolver la historia, de que vais de subvenciones… Rompe esos mitos porque en navidades estuvimos como primera obra vendida de no ficción, de libros en general. Agotó la tirada de 40.000 ejemplares, vamos a otra edición con 15.000 más, y están en preparación las de catalán y euskara».

¿Significa que el cómic está llegando a un público nuevo y rompe con el tópico de que no se venden libros físicos y mucho menos en formato de historietas? Rodrigo Terrasa lo confirma y destaca que «es sorprendente que un cómic de 25 euros salte a las listas generalistas y siga hoy en segundo lugar por detrás de ‘La sociedad de la nieve’. Pero, aparte de datos de mercado, la respuesta social en cada presentación y en general está siendo muy buena, algo emocionante y de agradecer».

Botellitas de farmacia que el enterrador Leoncio Badía escondió en los cuerpos fusilados.

BATALLAS PERDIDAS

Paco Roca trató ya ficciones y memorias de guerras y posguerras y la de su propia familia en “El faro”, “El ángel de la retirada”, “Los surcos del azar”, “La casa” o “Regreso al Edén”. ¿Por qué su particular interés por la memoria?

«Me interesa porque es la temática más romántica. Sabe que perderá en la lucha contra el olvido, pero sigue combatiendo, como un personaje romántico que pelea contra lo inevitable. Me gustan las historias familiares y las historias de memoria en general por ese punto que tienen de batalla perdida».

¿Y por qué su insistencia en la posguerra? «La memoria histórica me atrae como a cualquier autor de cualquier país le interesa su pasado. Aquí parece que es algo raro, pero fuera miran a los traumas de su pasado histórico como guerras o dictaduras. Es totalmente normal, en contra de lo que tantas veces se nos dice. Y más en un país como este, totalmente amnésico respecto a su pasado. Es un problema social que se oiga a determinados sectores decir que la dictadura fue una dictablanda y poner en cuestión aspectos de nuestra historia como lo que supuso la Segunda República».

¿Una narrativa tergiversada? Roca acentúa que se trata de «una educación en base a la historiografía franquista y la desmemoria, construida a propósito sobre mitos que siguen estando ahí y que autores como Ángel Viñas, Julián Casanova, Paul Preston y otros han analizado tan bien, pero no llegan al público generalista. Es un buen campo para que podamos reflexionar sobre esa época en el cómic, el cine o las novelas».

José Celda Beneyto, ejecutado a los 532 días del final de la guerra e indultado a los tres meses de su muerte.

IMPACTO VISUAL

Pepica Celda fue una de las últimas personas que consiguió una subvención del Gobierno de Zapatero, antes de que Rajoy prometiera en la campaña electoral de 2011 cero euros para las exhumaciones, llegara al gobierno y aplicara esa lógica. Josefa consiguió a contrarreloj el proyecto para recuperar los restos de su padre, la noticia apareció en prensa e interesó a Rodrigo Terrasa que la entrevistó en su casa.

«Hablé también con los arqueólogos y me contaron lo de la aparición de las botellas que supuestamente colocaba el enterrador. Lo conté brevemente en 2013 y guardé el tema pensando que valdría para un libro, una novela, un documental… Conocía a Paco y le insistí porque pensaba que aquella octogenaria heroína de la memoria encajaba en su obra. Elaboramos la historia y ahora creo que hubiera funcionado peor en otro formato. Un reportaje amplio o una novela no hubieran tenido el impacto del poder visual y narrativo de Paco. Esas imágenes coordinadas con contenido periodístico e intercambiando pasado y presente son visualmente impactantes».

Como investigador, Rodrigo siente que «no solo las familias, sino todos hemos caído algo en la trampa del olvido. Documentarte para dibujar lo que ocurrió te exige una memoria visual que no existe. Mandábamos los primeros bocetos a los arqueólogos y nos decían que aquello era mucho más profundo, más estrecho… No es fácil imaginar cómo se fusila a tanta gente, el efecto de una bala de un tiro de gracia en el cráneo, cómo se meten 200 cuerpos en un agujero... Ha sido muy interesante y un desafío porque Paco exige un gran nivel de documentación y rigor. Ver el impacto que esas imágenes tienen para las familias tras tantos años de ocultación es emocionante».

CEMENTERIOS PARALELOS

Resalta Terrasa «la salvajada de más de 2.300 ajusticiados, fusilaban por la mañana y por la tarde. Estás en el cementerio, ves las lápidas oficiales, ordenadas, y no puedes imaginar que debajo hay otro gran cementerio paralelo, oculto y silencioso, y que quepan tantos cuerpos, como ha dibujado Paco. Todas esas personas fueron ejecutadas además en posguerra».

Las cifras de víctimas de la Guerra del 36 han sido siempre una pugna de números. El franquismo las exageró redondeando el número total de muertes en un millón. Los historiadores más serios las han rebajado a más de medio millón. De ellas, casi 200.000 en el frente y por bombardeos. Hay que añadir algunas miles de defunciones por enfermedades y privaciones causadas por la contienda.

Se calcula que en la retaguardia facciosa, o en la posguerra, murieron más 150.000 personas por actos de represalia y en campos de concentración y trabajo o cárceles. Andalucía fue el territorio más martirizado y acaba de actualizar las cifras oficiales: 49.737 víctimas y 900 fosas comunes y destaca que se fusiló más en lugares que no entraron en guerra. Así ocurrió también en Nafarroa (3.507 fusilamientos), La Rioja, Galiza o Canarias, con cero víctimas del lado faccioso.

Se barajan también unas 50.000 muertes por represión en el lado republicano contra gente relacionada con el “alzamiento”, que en Catalunya y Castilla la Nueva habrían superado a las realizadas por los franquistas. La mayoría fue localizada, exhumada, identificada y enterrada en sus lugares de origen desde 1939.

En todo el territorio estatal habrían existido más de 4.000 fosas comunes y hoy quedarían unos 20.000 cuerpos localizados sin exhumar y unos 80.000 en fosas sin localizar. Un récord internacional y la casi totalidad víctimas de los golpistas.

En ambos bandos hubo represión y enfrentamientos internos con muertos, en el franquista con falangistas y en el seno de la República hubo hasta desaparecidos como el destacado revolucionario catalán Andreu Nin, tras los “hechos de mayo” de 1937 en Barcelona.

Roca dice que «en el cómic contamos que tan injustificable es la represión de un lado como la del otro, pero mientras en el republicano era consecuencia y respuesta del golpe de Estado, la represión golpista empezó en el minuto uno contra quien no estuviera con los alzados. En donde el golpe franquista triunfó de entrada hubo la misma represión o más que en donde pudo haber represión republicana de respuesta. Esa eliminación iba en su ADN, intentaba acabar con todo lo que había sido la República».

INHUMANIDAD

El historietista insiste en que «hablamos de fosas localizadas, pero que cuesta exhumar y eso es lo grave. Queremos plasmar que todas las víctimas tienen unos familiares que quieren recuperar sus restos, que el franquismo hizo todo lo posible por recuperar y honrar a sus muertos, pero negó esa reparación a las víctimas que defendieron la República».

Y destaca que «es una anormalidad más, porque en las dos guerras mundiales o en cualquier otra se ha permitido a ambos bandos recuperar sus muertos. Por eso echamos mano de la historia para resaltar esa aberración. Lo que ocurre en ‘La Ilíada’ después de uno de los combates, con una pequeña tregua para que cada lado recoja sus muertos y Aquiles se lleva el cuerpo de Héctor para castigar a su familia. De eso trata nuestro cómic, de la inhumanidad de no dejar a los familiares de los asesinados cumplir un deseo básico y humano: recuperar sus restos».

Y Rodrigo aclara que «sin ser equidistantes, hemos intentado huir de partidismos. Los dibujos de Paco son como poner una cámara a Pepica para que cuente su historia. Es absurdo tratar eso de electoralista o cualquier otro término. Lo más satisfactorio es la gente que te dice que por fin entiende qué hay detrás de la obsesión de esos familiares por sus muertos».

DESMEMORIA

Acusar a los descendientes del horror franquista de reabrir heridas, enfrentar a la sociedad o buscar subvenciones, ¿es la enésima ignominia de vencedores? Rodrigo cree que «es terrible, una manera de entender la realidad a través de cálculos electorales. Ahí está el objetivo de PP y Vox en Aragón, la Comunidad Valenciana y tantos sitios: “derogar las normas que atentan contra la reconciliación”. Una absoluta perversión del lenguaje. ¿En qué atenta contra la ciudadanía una memoria histórica? ¿En qué atenta contra la reconciliación que Pepica tenga los restos de su padre junto a los de su madre y no en un agujero común?».

Paco opina que «es muy difícil de entender, lo contaminan todo con su mensaje. Siguen pensando en descendientes de vencedores y perdedores y que estos últimos tienen que asumir que las normas las sigue marcando el vencedor, pronunciando los mismos mensajes con otras palabras. El conseller de Cultura de València se enorgullece de ser hijo de un vencedor de lo que llaman Cruzada. Es la desmemoria, cuando no te acuerdas de quién era quién y por qué y para qué se montó y ganó aquella guerra que derivó a una dictadura. Si una dictadura no es mala, ¿lo es la democracia? ¿Ambas cosas casan? Algo falla en esos equilibrios de la derecha frente a una extrema derecha que no necesita equilibrios».

POLÍTICA O DIGNIDAD

Dibujar los hechos fue para Roca un aprendizaje. «Al final haces cómics para reflexionar y aprender sobre temas que te parecen interesantes. Las fosas me interesan porque siguen creando revuelo político y nos dicen, ‘otra película sobre la Guerra Civil, ¿es que no vais a olvidar nunca?’. Pero ellos llevan la memoria histórica en primerísimo lugar, electoralmente y en su gestión».

Fue también un choque emocional. «Al no tener un credo religioso o similar, me preguntaba para qué mover los huesos de un lado a otro. Pero te topas con Pepica y esas familias, lo entiendes perfectamente y te cambia la mentalidad cuando oyes que cumplen el deseo de su madre, que se pasó la vida intentando sacar los huesos de esa fosa común, porque quería un entierro digno para su marido y, al morir ella, reposar para siempre junto a él».

Y redondea: «Es una lucha totalmente humana, yo haría lo mismo. No hay nada de política, sino de dignidad. La política es el empeño de esos sectores que no quieren que esto se lleve a cabo. Les ciega una ideología similar a la franquista, que parece no haber entendido nada del sentimiento humano».

JUEGO DE EMOCIONES

¿La ficción puede comunicar la Historia a un público al que no llegan los historiadores? El dibujante considera que «el cómic, la novela gráfica o como queramos llamar a este tipo de objeto funciona bien entre aficionados al género, público generalista, en la enseñanza (porque hay profesores de Historia que nos lo confirman) y en muchos otros niveles. Es complementario porque hay libros divulgativos, pero la mayoría deben ser estudios serios que resultan áridos para gente que no tenga un marcado interés por el tema. En el cómic, y en la ficción en general, juegas con las emociones, con poner sentimientos y rostros, es el lado humano de lo que la Historia debe contar a grandes rasgos. El terreno de la narrativa nos hace empatizar y llegamos a un grado de reflexión que es difícil con un libro de historia».

Rodrigo remarca que «tiene la ventaja de que permanece. Pensé en una serie de reportajes periodísticos, pero sería para un público polarizado en función del medio que los publique y, además, aunque hiciera diez reportajes acabarían envolviendo bocadillos. Pero la obra de Paco permanece y funciona como un libro histórico que se traduce a otras lenguas y llega lejos».

Y así parece ser porque Paco Roca acaba, por ejemplo, de tener un encuentro en una librería de Estambul promocionando su obra traducida al turco. Y la editorial Astiberri, que ya tradujo “Arrugas” y “La casa”, comunica a su autor que sus cómics se venden aquí más en euskara que en castellano.

VIÑETAS EN PANTALLA

Las historias de Roca saltaron al cine con “Arrugas” (en formato de animación) o la serie “La fortuna”, de Alejandro Amenábar, con “El tesoro del cisne negro”. Y se acaba de presentar la adaptación cinematográfica de “La casa”, dirigida por Álex Montoya. La temática de las fosas (que está también en los teatros con la obra “El enterrador”, de Pepe Zapata y Gerard Vázquez), ¿tendrá versión en pantalla?

El autor mediterráneo cuenta que «me preguntan por qué se han adaptado cómics míos que no tienen que ver con la memoria histórica, digamos que los menos comprometidos. Creo que es sobre todo porque los temas de época requieren un gran presupuesto. Pero también porque algunas televisiones y plataformas no apuestan por temáticas que toquen la guerra y la dictadura por no ofender a ninguno de sus públicos. Como si ofender a un neonazi fuera digno de respetar. Con esta obra hay interés y ofertas y aún no nos hemos decidido, pero es una historia muy potente, con personajes increíbles».

Terrasa subraya que «las escenas que Paco ha creado son visualmente muy impactantes y él es un chollo como dibujante para cualquier director de cine porque no tiene que imaginar la película, ya tiene el storyboard desarrollado».