04 AOûT 2024 «Alien: Romulus» «Alien: Romulus» anida entre la claustrofobia de la primera película y las ráfagas de disparos desesperados de la secuela. Mariona Borrull Las grandes sagas mutan y, con ello, persisten. La primera “Alien” desgarró las réplicas coloristas que trataban de alimentarse del éxito familiar de “Guerra de las galaxias”, como “Star Crash: Choque de Galaxias” (italiana, ¿la recuerdan?). De hecho, devolvió el espacio al vértigo profundo que había abierto una década antes “2001: Una odisea en el espacio” y al que habían apuntado pocas de sus coetáneas de terror en el espacio, como “Barbarella”, más pendientes de la fantasía que de la paranoia. Por lo menos así era en Occidente, porque en la República Checa Jindrich Polák enloqueció a la tripulación de su Demeter particular en “IKARIE XB 1 (Viaje al fin del universo)”, una epopeya por los infiernos mentales y sociales, heredera digna de todo el aparataje visual de la tradición soviética. En cualquier caso, en 1979 “Alien, el octavo pasajero” de Ridley Scott llegó para cerrar la boca a la vanagloria de la épica ñoña y luminosa. Un grupo de humanos explotados por la Gran Corporación caía en las zarpas híperdesarrolladas de una cucaracha, infiltrada justamente en un gesto inútil de heroísmo (¿recuerdan que Ripley vio el peligro de infección en la nave antes que nadie?). La fórmula fue un éxito progresivo pero impepinable. Las que la siguieron repetirían el ponernos a sitio a martillazos, siempre mutando para persistir… En 1986 “Aliens: El regreso” de James Cameron viró del slasher a la acción bélica, y seis años después, “Alien³”, de David Fincher, elevó la apuesta gracias a la magnitud escenográfica de las tragedias de Shakespeare y de los aeropuertos vacíos de noche (luego están “Resurrección”, de Jean-Pierre Jeunet, y “Alien vs. Predator”, dirigida por Paul W.S. Anderson, que también merecen su visionado). En fin, que el giro a la frialdad cerebral post-humana del regreso de Ridley Scott a la saga, con “Prometheus” y “Alien: Covenant”, era una continuación natural del linaje de mutaciones constantes sobre la propia franquicia. Que el público y la crítica así lo consideraran (ambas fueron éxitos de taquilla, pero solo relativos), eso es otra cosa. Hoy asistimos a los primeros avances de “Alien: Romulus” y los interpretamos bien como otro viraje o como un regreso conservador. La película tiene lugar entre la “Alien” original y “Aliens”, es decir, cuando Ripley se encontraba en estado de hibernación dentro de la cápsula de salvamento después de la destrucción de la Nostromo y antes de despertar, 57 años más tarde, en la colonia. Por lo visto en tráilers, anidará entre la claustrofobia de la primera película y las ráfagas de disparos desesperados de la secuela. Dirige Fede Álvarez, bastante reputado por el remake de “Evil Dead” (2013) y “No respires” (2016), ambas sorpresas dentro de las líneas más comerciales de Hollywood... Así que, si mutamos, será para bien.