7K - zazpika astekaria
LITERATURA

Apatía emocional


Fue Raymond Carver quien advirtió sobre la capacidad que tiene, siempre que se usen las palabras precisas, el lenguaje común y la enunciación de hechos cotidianos para generar un espacio de absoluta trascendencia. Un postulado heredado con reverencial aceptación por Claire Keegan a través de una formulación narrativa espartana, añadiéndose a la lista de firmas que convierten al espíritu de concreción en un arte para desenterrar ese sustrato humano que tiende a permanecer oculto, nombres que remiten por supuesto al autor de “Catedral” pero también a Ernest Hemingway o Lydia Davis.

La nueva novela de la escritora irlandesa sigue ensalzando el valor de la parquedad, enmendando cualquier teoría que mida la inspiración al peso, tanto es así que no costaría imaginar su actual trabajo formando parte de alguno de sus volúmenes de relatos. Pero esa escueta disciplina no puede ser vista bajo ningún concepto como una escasez a la hora de desarrollar su historia, de hecho la gran virtud de esta obra es conseguir que sus breves esbozos contengan la suficiente enjundia como para lograr que su contenido estalle cuando llega a los ojos del lector.

Un minimalismo formal, debidamente espolvoreado con la -a veces imperceptible pero esencial- actitud lírica necesaria para drenar lo que podría convertirse en un territorio excesivamente árido, que escoge con mimo los aspectos exactos que son merecedores de iluminación, desplegando así aquellas características definitorias de una pareja incapaz de realizar el tránsito desde el ideal romántico a la escenificación real.

Por medio de un verbo sutil, pero taxativo, se articula todo un proceso que desnuda al opacado y apático personaje protagonista masculino, subrayando con ingeniosa maestría los rasgos que revelan una identidad delineada por esa somnolienta naturaleza que sin embargo no impide albergar una condición enconada frente a la mujer.

Del mismo modo que esos alimentos que en su capa externa ofrecen una textura sobria y dura, no siendo hasta que es mordido cuando logra liberar toda su sustancia y sabor, “Bien tarde en el día”, pese a su muy reducida extensión, es un texto que se va irguiendo paulatinamente hasta transmitir una profunda sensación de incomodidad. Porque no estamos únicamente ante la exposición de un episodio común de crisis de pareja, lo que subyace es algo mucho más profundo, significa la exposición de cómo las anestesiantes convenciones sociales incluso moldean aquello que entendemos como nuestras pasiones más íntimas e individuales.