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PANORAMIKA

Entre el cielo y la tierra

Una de las esculturas de Néstor Basterretxea, perteneciente a la «Serie Cosmogónica Vasca», que el Centro Cultural Montehermoso de Gasteiz expone en el centenario del nacimiento del artista. (Raúl Bogajo | FOKU)

A modo de bosque mágico, nos adentramos en el depósito de aguas del Centro Cultural Montehermoso, que acoge en esta ocasión una de las muchas exposiciones que se han realizado con motivo del centenario del nacimiento de Néstor Basterretxea (Bermeo, 1924-Hondarribia, 2014). La muestra se centra en una serie de obras muy singular y significativa en su carrera, la “Serie Cosmogónica Vasca” y se podrá visitar hasta el 29 de septiembre en Gasteiz. El artista, profundamente arraigado en su tierra, encuentra en las antiguas leyendas y creencias vascas una fuente inagotable de inspiración. A través de formas abstractas y simbólicas, Basterretxea evoca un universo ancestral y sagrado, donde la naturaleza y la cultura se entrelazan. Sus esculturas se convierten en puentes entre el pasado y el presente, revitalizando mitos y ritos y otorgándoles una nueva dimensión artística. La mitología vasca, con su rica simbología y su conexión con la tierra, proporciona a Basterretxea un lenguaje visual poderoso para expresar su identidad y su visión del mundo.

La exposición cuenta con 18 esculturas realizadas en madera de roble entre los años 1972 y 1975, momento en el cual el artista abandona temporalmente la abstracción racionalista y se centra en los aspectos más emocionales del arte. Las piezas están basadas en personajes del Diccionario de Mitología Vasca (1972) de José Miguel de Barandiarán. El roble funciona como portador de significado y contribuye a crear una obra que es a la vez estética y simbólica, elemento de fuerza y sabiduría y la conexión entre el cielo y la tierra. Entre las figuras presentes, árboles sagrados y personajes como Mari representando fuerzas primordiales y conceptos universales como la creación y la destrucción. Lamiak y basajaunak protegen el equilibrio del cosmos, y el agua purificadora representa el origen de la vida y la renovación cíclica de la naturaleza. Las composiciones suelen ser abiertas y dinámicas, sugiriendo un movimiento constante y una energía vital que fluye a través de ellas. A destacar, la escultura “Akelarre”, que realiza a partir del vaciado de un tronco, una de las composiciones más arcaizantes del grupo que nos sumerge en un universo de gran fuerza expresiva, caracterizado por su componente tribal, violento y tosco. La obra funciona como un canal transmisor de dolores y angustias. Peio Aguirre la define de esta manera: «La convivencia de terror milenario, placer orgiástico y la violencia atravesada de la forma aparecen como nunca antes en la obra del artista. Esta pieza puede verse también como metáfora del organismo, como una biología: una larga garganta con elementos orgánicos, vivos, dentro de ella». Además, la muestra cuenta con su propia banda sonora, con Karraxiz-Koru Poema Coral, un disco compuesto por Sara Soto Gabiola e interpretado por el coro Ametsa de Irun, coro en el que participó Basterretxea.

Su obra nos recuerda la importancia de preservar nuestras raíces y de buscar un equilibrio entre la tradición y la modernidad, y sus esculturas nos conectan con la esencia misma de lo que significa ser humano.