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TRAS EL REFERÉNDUM EN GRECIA

Tsipras mantiene la esperanza y la UE pone otra cita final el domingo

La nueva fase de negociaciones abierta tras el referéndum ya tiene una primera fecha tope: la del próximo domingo. Siete días después de que la ciudadanía griega dijera «no» a las recetas de la troika, una cumbre extraordinaria de la UE debe despejar las dudas sobre el próximo desenlace. El Gobierno griego, que ayer formalizó la petición de un nuevo rescate, se ha comprometido a presentar hoy propuestas concretas que permitan el desbloqueo de la situación.

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La sede del Parlamento Europeo en Bruselas acogió ayer una jornada muy especial, en la que los portavoces de las distintas familias políticas pudieron debatir sobre la crisis de la deuda griega directamente con Alexis Tsipras, quien aprovechó la invitación de la Cámara para exponer la posición del Gobierno de Syriza, formación que integra el grupo GUE-NGL junto a EH Bildu, Sinn Féin, Die Linke y Podemos, entre otros.

La presencia del primer ministro griego fue recibida con expresivas muestras de apoyo y también de rechazo en el hemiciclo, reflejando claramente la división de opiniones respecto a la estrategia política que está intentando implementar el Gobierno heleno para solventar las dificultades financieras del país y mejorar las condiciones de vida de la población más afectada por los recortes sociales impuestos por los acreedores internacionales.

Fue el presidente del Consejo Europeo, el polaco Donald Tusk, quien abrió el debate en un tono solemne advirtiendo que, si el próximo fin de semana culmina sin acuerdo, ello «podría conducir a la quiebra de Grecia».

Más comedido se mostró el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, quien, en el papel de «facilitador» del acuerdo, reconoció que, hasta el momento, «ni unos ni otros» han «estado a la altura» de lo que se esperaba de ellos.

Tsipras ofreció un perfil conciliador que contrastó con la crispación con la que le replicaron algunos representantes de los grupos de la derecha y los liberales. Desde uno de los escaños que se reservan a las autoridades, el jefe del Gobierno heleno dijo que confía en que en los próximos días se alcance el consenso «que exige la situación, por el interés de Grecia y por el de la zona euro».

«No dejemos que Europa se divida», subrayó Tsipras al tiempo que dejaba claro que la posición de su Ejecutivo no contempla la salida de Grecia del euro. «Tenemos un mandato claro y rotundo del pueblo griego, no estamos para entrar en colisión con Europa, sino para cambiar las mentalidades y propuestas que han dañado nuestra economía», puntualizó.

También aseguró que las propuestas que presentará en las próximas horas para lograr financiación y reestructurar la deuda pública griega «no serán una carga para los contribuyentes europeos». De nuevo, aplausos y abucheos en la Cámara.

Petición de rescate

El plazo para que el Gabinete de Tsipras presente «un programa completo» de reformas concluirá esta medianoche –la del jueves al viernes–, una vez que Grecia presentara ayer formalmente la petición de un nuevo rescate ante el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE). El presidente de este órgano es el mismo que el del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, que no tardó en tramitar la solicitud, al pedir a la Comisión Europea y al BCE que comiencen sus análisis.

Los ministros de Finanzas de la eurozona examinarán las propuestas griegas y los informes de los acreedores durante una reunión prevista para el sábado.

La agenda se completará con la cumbre extraordinaria que los 28 jefes de Estado y de Gobierno mantendrán el domingo, reunión que de nuevo ha sido presentada como la última oportunidad para dar luz verde a un nuevo programa de rescate para Grecia.

Si las instituciones acreedoras estiman que hay una base suficiente para abrir las negociaciones sobre ese hipotético plan de ayuda, los dirigentes de la UE pueden dar el pistoletazo de salida oficial a una ronda de conversaciones el mismo domingo. En caso contrario, la reunión podría configurarse como un gabinete de crisis.

La carta remitida al fondo de rescate europeo por el ministro griego de Finanzas, Euclides Tsakalotos, incluye la petición de una facilidad de préstamo o programa de asistencia con «una disponibilidad de tres años», en vez de los dos de la anterior solicitud. «El préstamo será utilizado para hacer frente a las obligaciones de la deuda de Grecia y garantizar la estabilidad del sistema financiero», explica la misiva, donde no se concreta el importe que debería alcanzar este nuevo préstamo, según informó Europa Press.

Por su parte, el Banco Central Europeo mantuvo la cantidad de liquidez de emergencia máxima que los bancos helenos pueden pedir al Banco de Grecia en 89.000 millones de euros, según informó a la agencia Efe.

El fracaso posible

Si bien la mayoría de los dirigentes de la Unión Europea continúan abogando por alcanzar una solución que pase por la permanencia de Grecia en el euro, también es cierto que cada vez son más quienes, en muchas ocasiones de forma implícita, contemplan el Grexit como un desenlace posible. Pero ni estos ni quienes defienden abiertamente la «expulsión» de Grecia han expuesto hasta ahora cuál sería la vía para materializarla. Los tratados de la UE establecen rigurosas pautas para que un Estado miembro pueda sumarse con plenos derechos a la Unión Económica y Monetaria, pero no contemplan cómo hacer el camino contrario.

Además, son cada vez más las voces de expertos que advierten de que el mayor peso del fracaso podría caer sobre los hombros de quienes han optado por la cerrazón frente a las ofertas griegas, y no sobre el Gobierno de Syriza. Así, recuerdan que la canciller alemana ha venido insistiendo en que «si el euro fracasa, es Europa quien fracasa», y consideran que ahora tiene más sentido darle la vuelta al eslogan para dejarlo así: «si el euro fracasa, Merkel fracasa».

Todavía quedan al menos cuatro días para conocer si esta complicada historia termina con un happy end o no. De momento, continuará.

 

 

Rusia observa satisfecha y EEUU con nerviosismo la penúltima crisis de la UE

Horas después de que el electorado griego propinara una sonora bofetada a la UE rechazando masivamente en referéndum su enésimo plan austericida, el primer ministro Tsipras llamaba por teléfono al presidente ruso Putin. Un gesto con una fuerte carga política que encendió las alarmas en la Casa Blanca. Obama no tardó ni 24 horas en llamar a Tsipras y a la canciller alemana, Merkel, para instarles a alcanzar un acuerdo que mantenga a Grecia dentro del euro.

EEUU no oculta su preocupación ante un eventual acercamiento entre Grecia y Rusia, con la que mantiene una dura pugna geoestratégica por delegación en Ucrania. Frente a ello, la UE, cómplice de Washington en esa suerte de reedición de la Guerra Fría, guardaba silencio, roto ayer por

el presidente del Consejo Europeo y ex primer ministro polaco, Donald Tusk, quien instó a Grecia a «buscar ayuda de vuestros amigos y no de vuestros enemigos, sobre todo cuando estos son incapaces de ayudaros». Quizás los griegos piensen que con semejantes «amigos» ya se cuidarán ellos de sus enemigos. Más aún desde su llegada al poder, Syriza ha reiterado su rechazo a la visión maniquea imperante en Occidente sobre Rusia, país con el que ha firmado principios de acuerdo sobre su participación en el gasoducto ruso Turkish Stream y sobre la exención a la agricultura griega del bloqueo a las importaciones de la UE a Rusia en respuesta a las sanciones de Bruselas contra Moscú.

Tampoco hay que olvidar los lazos geográficos e históricos (comparten religión ortodoxa) entre ambos países, que han coincidido más de una vez en cuestiones internacionales, como en el rechazo a la independencia de Kosovo (en este caso junto al Estado español)

Con todo, es evidente que el Gobierno griego utiliza la baza rusa como herramienta de presión en unas negociaciones tan asimétricas como las actuales. En esa clave cabe interpretar las dos visitas a Rusia de Tsipras en sus escasos meses de mandato. EEUU parece haber captado el mensaje, no así una Alemania a la que no pocos acusan simple –y trágicamente– de carecer de vis estratégica.

¿Y la Rusia de Putin? De momento se limita a observar con indisimulada satisfacción la incapacidad de la UE para resolver su problema con la pequeña Grecia. Una UE que, recuerda Moscú, pretende dar lecciones a Rusia en Ucrania cuando lo que denota es una fragilidad creciente.

Pero mientras observa, Putin evalúa la posibilidad de aprovechar el fleco griego para cobrar cumplida venganza a una UE con la que mantiene las peores relaciones desde el desplome de la URSS. Vaticinaba Tusk en su advertencia a Tsipras que Moscú no estaría en condiciones de ayudar a Atenas, en referencia sin duda a la recesión de la economía rusa por el efecto combinado del desplome de los precios del petróleo y de las sanciones occidentales. Sin obviar que la economía rusa no está para dar muchos saltos –la amenaza de un eventual Grexit antes del referéndum hizo caer a la Bolsa de Moscú y al rublo–, es evidente que a Rusia le sobran los 2.000 o 3.000 millones de euros (e incluso más) que permitirían a Grecia reabrir los bancos.

Otra cosa es que quiera. Putin es ante todo un pragmático. Y calibrará los pros y los contras para los intereses de su «nueva Rusia» antes de dar un paso que lo enemistaría aún más con la UE y Occidente.Dabid LAZKANOITURBURU