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PERFIL

El preso 8719600510 batalla contra el dragón y cultiva cerezas


Me llamó agradablemente la atención que en un comentario postelectoral en sus páginas de “Deia”, Xabier Lapitz dejara apuntado lo siguiente: «Mi primera tentación ha sido escribir que la normalidad le ha sentado mal a [la izquierda abertzale] quien acostumbra a moverse en la épica del resistente . Pero claro, su líder sigue en prisión y poca normalidad hay en ello». Porque a todos la costumbre nos ha llevado a dar por normal lo que no lo es. Olvidando en la práctica diaria que el secretario general de Sortu está encarcelado. Aceptando sin ni siquiera dar un puñetazo (dialéctico) en la mesa que el mismo día que se abre la campaña electoral comience en la Audiencia Nacional el juicio contra 35 dirigentes políticos independentistas, a los que se les acusa simplemente de hacer política y con peticiones de diez años de cárcel.

Quiere esto decir que antes de pensar en lo que pueda hacer Arnaldo Otegi cuando salga de prisión y en lo que eso pueda influir en la política vasca, lo primero que hay que recordar es que Arnaldo Otegi comenzará 2016 allí donde está desde 2009: en la cárcel. Condenado por ser un líder político que en compañía de los suyos se convirtió en un dolor de cabeza para el Estado español, con cuyos interlocutores se sentó cara a cara más de una vez. Condenado por un movimiento maquiavélico de José Luis Rodríguez Zapatero y Alfredo Pérez Rubalcaba, que contó primero con la firma de Baltasar Garzón; después con la de Ángela Murillo, Teresa Palacios y Juan Francisco Martel, en la Audiencia Nacional; más tarde con la de Juan Saavedra, José Manuel Maza y Juan Ramón Berdugo, del Tribunal Supremo; y finalmente con las de Francisco Pérez de los Cobos, Pedro González-Trevijano, Santiago Martínez, Juan José González, Andrés Ollero, Francisco José Hernando y Antonio Narváez en el Tribunal Constitucional. Sumen a ellos fiscales, abogados del Estado y el Gobierno de Mariano Rajoy.

El tiempo y la razón

Nadie cree realmente que Arnaldo Otegi y Rafa Díez –ambos en prisión todavía– ni Arkaitz Rodríguez, Sonia Jacinto y Miren Zabaleta –ya en libertad– sean miembros de «organización terrorista» como han dictado y reiterado los tribunales españoles. Se lo dijo el mismo Otegi al fiscal durante el juicio en la Audiencia Nacional: «Entre su relato y el mío, la diferencia es que con el paso del tiempo se comprueba que el mío se está cumpliendo». Y el calendario ha demostrado que lo que contó en el juicio era cierto y se fue confirmando. De hecho, paradójicamente, la condena de la Audiencia Nacional llegó un mes antes de la Declaración de Aiete.

Por eso, en Euskal Herria y en el mundo a los condenados por Bateragune se les considera los principales protagonistas del giro de la estrategia de la izquierda abertzale que llevó a ETA a dejar la actividad armada y al conjunto del independentismo por apostar única y exclusivamente por las vías democráticas y pacíficas. De ahí el éxito internacional de la campaña «Free Otegi, Free them all».

Un cambio de estrategia que Otegi llevó también a un cambio de actitudes. Cuando fue encarcelado, respondió desde su celda con un «sonreíd, porque vamos a ganar» (luego tan copiado). Y cuando el Tribunal Constitucional confirmó que tendría que cumplir hasta el último día de su condena, afirmó que «no hay dragones invencibles. Es tiempo de cerezas».

Estudiante de Derecho

En los más de seis años que lleva en prisión por esta última causa, además de seguir atento a la realidad política vasca en la medida de su posibilidades, Arnaldo Otegi ha aprovechado para reforzar su inglés y enfrascarse en los estudios de Derecho. Cuando salga de la cárcel, el 28 de marzo de 2016, le quedarán siete u ocho asignaturas para completar la carrera. Por ahora dice tener la intención de acabarla cuando esté en la calle, pero muchos tienen en mente que van a ser otras las asignaturas pendientes a las que el líder independentista va a tener que hacer frente.

La izquierda abertzale está llevando a cabo el proceso Abian para reforzar “Zutik Euskal Herria” y adaptar la resolución a 2016. EH Bildu reflexiona sobre la fórmula para pasar de la coalición a una forma de organización más abierta a la sociedad y más ágil y eficaz en su toma de decisiones. En medio se han cruzado los resultados de las últimas elecciones. Primero las municipales y forales y ahora las de Cortes españolas.

No es un secreto que en esas condiciones, en sectores del independentismo se espera el excarcelamiento de Arnaldo Otegi como una suerte de bálsamo de Fierabrás que, si no puede curarlos del todo, al menos atenúe los males detectados. Mucha responsabilidad para un solo hombre en una tarea que, además, no puede ni va a estar parada hasta finales de marzo.

¿Candidato a lehendakari?

Cuando el 30 de agosto de 2008 Arnaldo Otegi salió, todavía casi sin amanecer, de su anterior periodo de encarcelamiento, hizo unas declaraciones de oficio a las puertas de Martutene y después calló durante meses. Rompió su silencio con una entrevista en GARA el 30 de noviembre, un documento para tener archivado dado que en él se esbozan muchas de las cosas que luego han ido sucediendo.

En esa entrevista explicaba que había dedicado ese tiempo a «hablar con la gente y a escuchar al máximo número de personas posible para hacerme una radiografía de cómo estaba la izquierda abertzale y otros sectores sociales. Esto te permite intuir dónde está el carril central mayoritario de la gente».

En esta ocasión, esa tarea le va a resultar más complicada. Porque a falta de conocer sus intenciones, se intuye que el militante Otegi estará donde se lo pida su gente. Y tanto los suyos como incluso sus adversarios políticos dan por hecho, sin necesidad de asambleas, primarias o nombramientos orgánicos, que Arnaldo Otegi (si los tribunales no vuelven a retorcer su propia legalidad) será candidato a lehendakari en las próximas elecciones autonómicas previstas inicialmente para el mes de octubre. Y si eso va a ser así, tendrá que entrar en campaña en cuanto salga de prisión, lo que le obligará a compaginar los procesos de reflexión interna con la presencia pública para llegar a los electores. Y, para más estrés, ese acompasamiento de lo público y lo privado se puede ver acelerado si en mayo se vuelven a repetir las elecciones a Cortes.

Al preso 8719600510 le quedan, como puede comprobarse, varias asignaturas pendientes a las que hacer frente cuando salga de la cárcel, y da la impresión de que poco tiempo va a tener para acabar Derecho. Habrá muchos pequeños dragones con los que lidiar y como siempre el dragón gigante, el del Estado, contra el que habrá que batallar para poder moverlo, como hay que mover la piedra de la política penitenciaria.

Y todos los cerezos que la izquierda abertzale ha plantado desde mediados del siglo pasado están esperando a volver a ser regados para dar su cosecha de cerezas, y muchos y muchas –dentro y fuera de sus siglas– creen que el preso 8719600510 es el líder idóneo para dirigir la recolección.