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IKUSMIRA

Europa como ejemplo de nada


Basta un somero repaso a la prensa diaria para darnos cuenta de que la crisis de refugiados, lejos de solucionarse, se agrava día tras día. Desayunamos escuchando que Dinamarca aprueba una ley para confiscar los bienes de los refugiados con el fin de costear su estancia en el país, comemos con informaciones sobre agresiones sexuales de todo tipo a mujeres refugiadas y, para la cena, un grupo de descerebrados con capucha que se dedican a apalear migrantes en Estocolmo. ¿De postre? La desaparición de 10.000 niños refugiados en los últimos meses nada más pisar Europa. ¡10.000!

Todo ello aderezado con el incesante goteo de balsas –y de cadáveres– en las costas griegas o con todas aquellas personas a las que la esperanza de una vida mejor –o de una vida, a secas– empuja a seguir atravesando los nevados parajes balcánicos y que, tarde o temprano, acabarán topándose con una frontera sellada. Esto es Europa a día de hoy.

La UE, la misma que tras una suerte de subasta rayana con el ridículo se comprometió a acoger únicamente a 160.000 en dos años –cifra que, dicho sea de paso, no ha llegado hoy ni a los 400–, y la gran mayoría de la clase gobernante siguen poniéndose de lado, como si la cosa no fuera con ellos.

Al parecer, el gran problema son los voluntarios que dan la cara ante la inacción oficial, aquellos que no se quedan de brazos cruzados mientras Europa sigue convirtiéndose en un gran cementerio o, en el «mejor» de los casos, condenando a la ruina a quienes huyen de la guerra.