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Entrevue
JUAN JOXE LEGORBURU Y BEGOÑA UZKUDUN
EXPRISIONEROS Y FIRMANTES DE «AMNISTIAREN NORABIDEAN, ETXERA»

«La legalidad es un campo de lucha, no una renuncia»

El zornotzarra Legorburu salió con la anulación de la «doctrina Parot», tras más de 27 años entre rejas. Antes volvió a Errezil Uzkudun, con 18 años de cautiverio. La iniciativa que arropa las decisiones de EPPK e EIPK ha sumado sus fuerzas con las de 1.600 exrepresaliados más. Y lo multiplicarán mañana en las calles de Bilbo. Explican por qué, y sobre todo para qué.


La iniciativa «Amnistiaren norabidean, euskal preso eta iheslariak etxera» ya tenía un recorrido muy potente con esas más de 1.500 firmas, pero se ha decidido sacarla además a la calle y en Autonomía de Bilbo, a lo grande...

Juan Joxe LEGORBURU: Sí, la calle Autonomía es un reto, por eso pedimos compromiso para acudir. Necesitamos poner en marcha el motor de la resolución y eso exige siempre audacia. Lo hacemos en primer lugar porque hay que socializar las decisiones del Colectivo, adoptadas ya en diciembre de 2013 pero que los embates represivos posteriores impidieron difundir. Y porque más allá de actos como el de Usurbil hay una amplia y variada masa social que comparte nuestra lectura. Había que ofrecerles un espacio para demostrarlo, y eso es la calle.

Begoña UZKUDUN: Llevamos 1.630 firmas y todos y todas nos hemos convertido en convocantes, para traer a casa a presos y huidos cuanto antes.

En el Día Internacional de los Presos Políticos, ¿por qué?

J.J.L: Desde luego, no se ha elegido al azar. Se trata de poner de relieve que hablamos de presos políticos. Están encarcelados o huidos porque son la consecuencia de un conflicto político. Queríamos dejarlo sentado aunque al movilizarnos en domingo y no en sábado podamos ser algunos menos.

¿Cómo será la manifestación?

B.U: Animamos a acudir con símbolos nacionales (ikurriña, bandera de Nafarroa...) porque es la mejor manera de dejar claro que nuestros presos han sido, son y serán siempre presos políticos. Igualmente querríamos que todos camináramos tras el lema de la convocatoria, sin otras pancartas. Tras la inicial habrá un bloque en el que queremos que estén presentes todos los exprisioneros, los exdeportados y los exrefugiados que hemos firmado y que tenemos a nuestros compañeros y compañeras en el corazón. Vamos a continuar combatiendo en primera línea para traerlos a casa y que sea cuanto antes.

J.J.L: No queremos perder la ocasión de recordar al deportado Ángel Aldana, que acaba de morir en Venezuela, un luchador de la cabeza a los pies. Un abrazo muy cariñoso para su familia.

¿Les ha sorprendido la acogida de la iniciativa?

J.J.L: Pensábamos que podíamos arrastrar a gente, pero sí, nos ha sobrepasado. Hay que tener en cuenta que no somos un grupo organizado, tenemos limitaciones para llegar a todos los rincones. Lo cierto es que nuestra gente siempre nos sorprende, es una constante. Y este tema toca especialmente la fibra.

¿Qué impacto está teniendo en las prisiones, alguna noticia?

J.J.L: Es imposible tener una valoración global de las prisiones por el aislamiento que se aplica, que a veces hasta les imposibilita comunicarse entre ellos dentro de una misma prisión. Lo que hemos podido recoger sí nos muestra que la gente está animada.

B.U: Muchos se han enterado a través de la prensa y hemos tratado de aclarar sus dudas. Hemos recibido llamadas de teléfono, otros nos han mandado ánimos a través de familiares...

¿Su objetivo es acompañar simplemente las decisiones que han tomado y tomarán EPPK y EIPK, o tiene también un sentido de animarles a avanzar?

J.J.L: No, porque la declaración de diciembre de 2013 ya es muy explícita. Pero, aparte de eso, entendemos que somos un referente y aportamos nuestro patrimonio carcelario en aras de explorar todas las vías posibles.

De su mensaje se extrae que plantean recorrer vías legales no recorridas hasta ahora. ¿Por qué antes no y ahora sí?

B.U: Hay que matizar que siempre hemos utilizado la vía legal, porque si no en la cárcel no te puedes ni mover, todo está reglado. Hay que recurrir a ella para tener una visita, recibir un paquete... todo hay que pedirlo de forma individual. Y nunca nos hemos negado a recibir beneficios penitenciarios, es la cárcel la que nos los ha cortado. Hay que recordar que hasta que en 2003 se centralizó la Vigilancia Penitenciaria, de las prisiones salían personas con una diferencia de seis, ocho o diez años pese a tener la misma condena, porque cada juez utilizaba su propio criterio.

Aparte de eso, el Colectivo sí adoptó en su día el criterio de no solicitar grados, excepto en casos excepcionales como los de los presos y presas enfermas. Lo hizo para no facilitar a la cárcel hacer diferenciación de régimen de vida entre nosotros, aunque la política de dispersión fue diseñada precisamente para ello.

Hay que decir también que el Colectivo de Presos no es algo inamovible. Es un colectivo formado por hombres y mujeres, y por tanto dinámico, con diferentes sensibilidades. Precisamente la decisión de 2013 de recorrer un nuevo camino está ligada a la nueva situación.

J.J.L: La legalidad no quiere decir renuncia a los postulados ideológicos, en ningún caso. Es un campo de lucha, como los que hemos desarrollado en las cárceles por cuestiones políticas o por mejoras en las condiciones de vida. Se trata de explorar un camino. Pero si no se desactivan las leyes de excepción, probablemente esa legalidad tenga poco recorrido, porque siempre habrá una negativa al final.

¿Qué responden a quien diga «eso ya se ha ensayado con las peticiones de acercamiento»...? ¿Perciben escepticismo?

J.J.L: No, porque los presos son personas que tienen un compromiso militante con este pueblo y saben estar a las duras. No se trata de vender humo. Todo ha cambiado con la decisión de ETA, pero en las cárceles no ha ocurrido lo mismo, somos conscientes de eso.

¿Tienen alguna confianza en la nueva relación de fuerzas que se abre paso en el Estado?

B.U: No, porque hemos visto que haya gobernado quien haya gobernado, ha seguido la línea marcada por el Estado. No podemos esperar a que lleguen coyunturas favorables allí. Pero sí es necesaria la concienciación y la activación social. Y hemos visto con la anulación de la «doctrina Parot», por ejemplo, que a veces se consiguen resultados. Quienes la recurrieron en un principio vieron alargadas sus condenas, pero la resolución positiva en Estrasburgo ha abierto el camino para que a nadie más se le pueda alargar arbitrariamente la condena con ello.

Para recibir otra respuesta del Estado, ¿los presos tienen necesariamente que tomar otra posición? Sobre la mesa se ponen cosas como un reconocimiento más expreso del daño, reparación, contribución a la verdad, petición de perdón... ¿Qué se puede hacer? ¿Hasta dónde?

B.U: EPPK asumió la existencia de un daño multilateral, algo que los estados nunca han hecho. No se pueden añadir nuevas exigencias a cada paso que se da, la legalidad no se puede retorcer indefinidamente. Con ello únicamente buscan un escenario de vencedores y vencidos para escenificar un triunfo que nunca se dio. Los presos están pagando su compromiso militante con condenas individuales, pero no se puede olvidar que la decisión fue colectiva y que a cada uno le tocó estar en un sitio como pudo haber estado en otro. De ahí que colectivamente asuman el daño causado. La condena será individualizada, pero el reconocimiento del daño causado, la reparación y la contribución a la verdad no puede ser individual.

J.J.L: Para responder a esa pregunta convenientemente se debería crear el marco adecuado, que a día de hoy no existe. El que ofrecen es una concepción de vencedores y vencidos, que además condiciona y limita la vía para la reconciliación. Y sigue existiendo violencia por una de las partes. Cuando desaparezcan esas excepcionalidades y todos los aspectos relacionados con ella, se podrá hablar más profundamente sobre lo que ha sucedido.

 

«Presoak Euskal Herriaren militanteak dira»

Zuen kasuan, zuen ingurukoen kasuan, zein ekarpen egiten duzue, barruan zineten garaiarekin alderatuta? Bestela galdetuta, preso dagoen pertsona bat errepresioak indargabetutako militante bat dela esan daiteke?

B.U: Barruan preso daudenak militanteak dira, baina militanteak ziren hara sartu aurretik ere. Ez dira EPPKren militanteak, Euskal Herriaren militanteak dira. Kartzelak ez du militantzia kentzen. Egia da zaildu egiten duela, isolatu egiten duela, traba handiak jartzen dizkiola presoari, baina borondate militantea ez du sekula kentzen. Hortaz, guk gure ondoan nahi ditugu, aportatzen, aportatzeko asko dutelako, bai alde politikotik, bai eta alde humanotik ere. Kalean nahi ditugu ahalik eta azkarren. Baina bitartean, kartzelan ere aportatzen nahi ditugu. Hori kaleko eragile denen zeregina da, bereziki ezker abertzalearena, eztabaidarako guneak sortuz, ondo informatuta daudela bermatuz eta jarrera aktiboa bultzatuz... Fisikoki ekarri ezin baditugu ere, nolabait ekarri behar ditugu hona.

Oraindik ere ia 400 preso izateak zer- nolako zama dakarkio independentziaren aldeko egitasmoari?

J.J.L: Ezker abertzaleak hori pentsatuko balu, arazo bat izango litzateke. Kontrakoa da: presoena independentziaren bidean guztiz txertaturik dagoen auzia da.

B.U: Ados nago, ezin da horrela hartu. Presoak ez dira zama, inolaz ere. Eta preso politikoak izanagatik ere, prozesu independentista abiatu egin behar da, baina presoen auziak agenda horretan tokia izan behar du, guztiz konpondu arte.

J.J.L: Gauza batek ez du bestea kentzen, kontrakoa baizik. Presoak kaleratzearen eta Euskal Herria askatzearen arteko harremana estu-estua da, eta arlo batean lortzen den aurrerapenak beste arloan ere aurrerapena suposatzen du. Batean zein bestean ibiltzen hasten bagara, bi prozesuek elkar elikatuko dutela uste dut.