13 MAI 2016 RUGBY - FINALES EUROPEAS Los Cien Años reviven en Lyon Saracens y Racing se enfrentan mañana en Lyon (17.45 horas) con el objetivo de inscribir por vez primera su nombre en la máxima competición continental. Harlequins y Montpellier abren esta noche el menú con la final de la Challenge Cup (21.00). Imanol INTZIARTE No va más. La Guerra de los Cien Años revivirá este fin de semana con un doble enfrentamiento anglo-francés en las finales de la Champions Cup y la Challenge Cup, ambas en el Grand Stade de Lyon, recientemente inaugurado y con capacidad para 59.000 personas. El plato fuerte enfrentará mañana (17.45) a Saracens y Racing. Londres contra París. Un choque del que saldrá un nuevo monarca, despojado del trono Toulon después de tres títulos seguidos. Sexto duelo entre ambos, con balance de 4-1 para los ingleses. Durante la semana ambos han tratado de quitarse de encima el rol de favoritos, si bien los analistas dan ventaja a Saracens. Dos equipos sólidos, a los que cuesta desordenar, que saben aprovechar los errores ajenos y rentabilizar al máximo su nómina de pateadores para sumar. Saracens ha terminado como líder la fase regular de la Premiership y se presenta con pleno de victorias en la Champions, 8 de 8. Nadie se ha pro- clamado campeón ganando todos los partidos. Leinster estuvo cerca de conseguirlo en 2012, pero cedió un empate en la fase de grupos. Esta es la segunda final para los rojinegros, tras la derrota en 2014. Desde 2007 no hay un campeón inglés. Racing es un recién llegado a la mesa de los grandes, un histórico que ha encontrado su maná en los millones del magnate inmobiliario Jacky Lorenzetti. El año pasado superó por vez primera la fase de grupos. En el Top 14 marcha cuarto. Pequeñas batallas Esta batalla, como todas, será una suma de pequeñas pugnas. Los focos apuntan al kicking game de los aperturas, a las patadas del inglés Owen Farrell y el neozelandés Dan Carter. Pero convendrá fijarse en el duelo de segundas –con Itoje dominando las touches y Charteris liderando el ranking de placajes–, la velocidad de los alas –Ashton y Wyles por un lado, el argentino Imhoff por el otro–, o las incorporaciones ofensivas de dos zagueros como Goode y Dulin. Dejamos para el final un tête à tête que puede decantar la balanza, el de los números 8, quienes cierran la melé. En una esquina del cuadrilátero Billy Vunipola. El de los Saracens (23 años, 1,88 y 126 kilos) fue parte fundamental en el Grand Slam conseguido por Inglaterra en el último Seis Naciones. Su presencia en las filas de la Rosa obedece a una historia rocambolesca. Nacido en Sidney (Australia), su padre fue capitán de la selección de Tonga. Siendo niño, la familia se trasladó a Gales siguiendo la carrera deportiva del progenitor. Su buen desempeño en las categorías inferiores le valió una beca para la Harrow School, en Londres, y ahí fue donde lo pescaron para su causa tanto los Wasps –en 2013 ficharía por Saracens– como la Federación Inglesa. «Antes comía cualquier cosa de lunes a domingo, pero ahora no como grasa al principio de la semana, guardo esa gasolina para cuando se acerca el partido. También voy al gimnasio a las 7 de la mañana, aunque preferiría quedarme en la cama. Es el tipo de sacrificios que hay que hacer. No lo hacía cuando era más joven porque debido a mi tamaño no me hacía falta, pero ahora los rivales tratan de explotar mis debilidades», explica. Al otro lado un veterano, Chris Masoe (1,83 y 106 kilos), que el lunes cumplirá 37 primaveras. Nacido en Samoa, disputó el Super Rugby con dos franquicias neozelandesas –Chiefs y Hurricanes– y fue internacional veinte veces con los All Blacks antes de hacer las maletas. Su primera parada en el Top 14 fue Castres, luego Toulon –con el que ya ganó la Champions– y este curso Racing. «¿Y si Chris Masoe ha sido el mejor fichaje de Racing esta temporada?», se preguntaba esta semana la web especializada Rugbyrama.fr. Palabras mayores, siendo el año en que ha llegado Dan Carter. El autor del artículo definía a Masoe como «la clave de bóveda» de los dirigidos por Laurent Labit. Cuentan que su influencia va más allá del verde y que su dilatada experiencia y su carácter abierto le han convertido en uno de los líderes del vestuario. «Esto no es boxeo o tenis, se necesita a los demás para hacer el trabajo. No soy un gran orador, soy un hombre de acción. Cuando llega el partido lo que vale son los hechos sobre el terreno, no las palabras», argumenta. Cuestión de ritmo El menú arranca esta noche con la final de la Challenge Cup entre Harlequins y Montpellier (21.00). ¿Logrará Danny Care, el eléctrico medio melé inglés, imponer su ritmo ante la paquidérmica delantera francesa? Ahí puede residir la clave de este choque, tercero entre ambos conjuntos en lo que va de campaña, con contundentes victorias caseras antes de verse las caras en cancha neutral. El sudafricanizado Montpellier cuenta con tres jugadores apellidados Du Plessis entre los cuatro primeros dorsales, lo que ya supone una declaración de intenciones. Presión en campo ajeno, forzar golpes y ensayar con mauls arrolladores. Si Harlequins logra escapar de esa trampa, hacer el campo ancho y aprovechar su velocidad tendrá opciones de sumar su cuarto título en esta competición. De lo contrario…