20 MAI 2016 Entrevue LETICIA SÁNCHEZ MOY COORDINADORA DE LA ASOCIACIÓN TAMAIA «La clave para prevenir la violencia es la educación» Es una de las participantes en la investigación «Relaciones de género entre jóvenes y adolescentes» y también la coordinadora de una de las áreas de la asociación Tamaia de apoyo a la mujer maltratada. Estará en Donostia en las jornadas «Indarkeria matxistari aurre egiteko politika publikoa». Nagore BELASTEGI DONOSTIA Leticia Sánchez Moy es la coordinadora del área de prevención y participación social y comunitaria de la asociación Tamaia-Vivir sin violencia, que actúa principalmente en Catalunya. Acudirá, junto con otras muchas expertas, a las jornadas feministas organizadas por EH Bildu mañana, que tendrán lugar en Iratzar Aretoa, del polígono Zuatzu de Donostia. Mediante conferencias y mesas redon- das compartirán experiencias para tratar de avanzar hacia un futuro sin violencia machista. ¿Qué es Tamaia y qué trabajo hace? Es una cooperativa de iniciativa social que se inicia en 1992 como un grupo de ayuda mutua, luego pasó a ser asociación y más tarde nos configuramos como cooperativa. Trabajamos intentando erradicar la violencia machista en la pareja y la familia, y lo hacemos a través de tres programas: el de atención a la mujer, el de formación e investigación, y el de prevención y participación social y comunitaria. ¿Se quedan en Tamaia las mujeres a las que ayudáis? Tenemos un grupo de mentoras, que son mujeres que han pasado el proceso de recuperación y siguen vinculadas a la entidad. Participan en el programa de prevención sobre todo. Hace un par de años tuvimos un proyecto llamado “Prevenir en primera persona” y las mentoras venían con nosotras a los centros educativos y les explicaban cuáles eran los primeros indicios de violencia, que son muy difíciles de identificar pero son los que nos pueden dar la clave para evitar entrar en el ciclo de la violencia. Algunas de las mujeres mentoras son las fundadoras del grupo de ayuda mutua en sus inicios. Son las sabias, las expertas, las que nos han enseñado cómo funciona la violencia y cómo se sale de ella. Hay muchos estereotipos sobre la mujer maltratada. Las mujeres que vienen son diversas; el único punto en común de estas personas es que han vivido una situación de violencia por ser mujeres, en un entorno íntimo, ya que en situación de violencia machista vivimos las mujeres constantemente. No podemos hablar de ninguna clase social, ni de edad, ni de procedencia, ni ninguna otra categoría que dibuje un perfil. Estos perfiles además son un obstáculo a la hora de identificar la violencia machista. Igualmente problemático es el perfil de los hombres agresores. ¿Cómo se puede prevenir la violencia machista? En términos generales, la clave está en la educación. A las personas adultas también se les educa; tenemos que deconstruir una serie de conceptos previos que tenemos para construir unos nuevos. Se puede formar a los profesionales, sensibilizar a la población, crear espacios con la juventud donde poder reflexionar sobre las cosas que les pasa en su vida… cuando atendemos a las mujeres, al mismo tiempo trabajamos para prevenir que vuelvan a caer en una relación abusiva. Usted ha realizado un estudio sobre jóvenes y adolescentes. Nos hemos dado cuenta de que se repiten las misma dinámicas, solo que cambia la forma. La violencia afecta a contextos muy nuevos como las redes sociales, que todavía no manejamos porque van muy rápido. La agresividad es algo muy legitimizado en la masculinidad tradicional. Por parte de las chicas también hay modelos de comportamiento en relación a los mandatos de genero que se repiten. Nos tenemos que plantear, por un lado, qué tipo de discurso estamos lanzando desde dentro y, por otro, también desde los medios de comunicación, las series, las canciones… son mensajes totalmente contradictorios y eso genera confusión. ¿Qué tipos de violencia machista existen? Las que más conocemos son la física y la sicológica. A nivel físico, o solo son los golpes, puede ser algo más sutil como un pellizco, un empujón… la sicológica tampoco es solo un insulto, puede ser una mirada intimidatoria. También tenemos la violencia ambiental, que es la de dar golpes al mobiliario, que no te hace daño directamente pero crea miedo y paralización. La violencia sexual no se reduce solo a las violaciones, también dentro de los matrimonios, sino que se trata de cualquier práctica que termines haciendo sin desearlo. La violencia económica se ve más entre las personas adultas que tienen un vinculo más estable. En los procesos de separación se ve mucho que la mujer sale empobrecida porque en su momento firmó la hipoteca a su nombre o un préstamo para que él se comprara algo. Él es impune y ella se ha tenido que hacer cargo de sus malas gestiones. Y queda la violencia en las redes sociales, donde el tema de la impunidad y el anonimato favorece ejercer más fácilmente una violencia y que además hace cómplice a mucha gente. El nivel de la poca conciencia de riesgo por parte de las chicas también es muy alto. La violencia está muy generalizada, por lo que con las redes sociales se multiplica. La sensación de miedo es cada vez más amplia y eso es muy difícil de parar. Hay varios casos de mujeres que se han suicidado, también chicos a causa de la homofobia, por ejemplo. PERFILES«El perfil de la mujer maltratada es un obstáculo a la hora de identificar la violencia machista. También es problemático el perfil de los hombres agresores»