Johnson renuncia a su candidatura para liderar a los conservadores
El exalcalde de Londres ve cómo su estrategia de llegar a primer ministro se derriba cual castillo de naipes después de que Michael Gove, su mano derecha en la campaña del Brexit, haya dado un paso al frente y se presente como candidato dándole a Johnson el beso de la muerte: «Es una estupenda persona, pero no tiene las cualidades necesarias».
Once de la mañana. Rueda de prensa en Westminster convocada para anunciar la candidatura de Boris Johnson al liderazgo del Partido Conservador. Periodistas y medios de comunicación preparados para escuchar el esperado discurso del exalcalde de Londres en el que confirmaría oficialmente lo que venía siendo un rumor durante meses: su intención de convertirse en líder conservador y primer ministro. Johnson comienza asegurando que el momento que vive Reino Unido «no es una crisis, sino una oportunidad». Y al final del discurso, refiriéndose a las labores del próximo primer ministro, la sorpresa: «Amigos, tengo que deciros que he consultado a compañeros y, en vista de las circunstancias en el parlamento, he concluido –Boris Johnson baja la cabeza– que no puedo ser esa persona». El revuelo en la sala y las caras de quienes le apoyaban eran de auténtica sorpresa. ¿Qué ha pasado?
La respuesta a este inesperado giro de 180 grados se explica con otro anuncio que había irrumpido por sorpresa hacía unas horas: la confirmación de Michael Gove como candidato a suceder a David Cameron. El secretario de Justicia ha sido la mano derecha de Boris Johnson durante toda la campaña y se daba por hecho que seguiría como segundo de a bordo en su equipo. Pero ayer se demostró que en política nada está asegurado y Gove no solo presentó su candidatura sino que además se refirió a Johnson como «una estupenda persona, pero no es capaz de formar el equipo necesario ni proporcionar la unidad requerida», al tiempo que aseguraba «haber reflexionado y caído en la cuenta» de que su candidatura es necesaria. Las intenciones de Gove contrastan con las declaraciones que realizó en televisión este mismo mes, cuando negó categóricamente tener aspiración alguna de convertirse en primer ministro. «Podéis descartarlo», aseguró en un programa en Skynews.
Las declaraciones de su compañero le han tenido que doler a Boris Johnson, quien queda ahora como el showman de pelo platino, que conecta con la ciudadanía a pie de calle, pero que no es capaz de asumir un asunto tan serio como dirigir el rumbo de Reino Unido fuera de la UE. Porque los analistas británicos comentan que una de las razones que ha llevado a Gove a intentar tomar el timón del partido tiene que ver con las dudas que algunos miembros tories tienen sobre la capacidad de Johnson como primer ministro.
Y ¿a quién beneficia todo esto? A Theresa May. La secretaria de Estado, con un perfil muy bajo en la campaña por la permanencia, es en vista de los acontecimientos, la candidata favorita para pilotar el barco conservador. Hacia ella se dice que podrían derivarse algunos de los apoyos que habrían ido a Johnson, ya que Gove podría no generar demasiadas simpatías tras haber traicionado a su compañero. May ya ha dejado clara su postura asegurando que «la ciudadanía ha dado su veredicto, y Brexit significa Brexit», y que por tanto «no habrá intentos de permanecer en la UE, ni se celebrará un segundo referéndum, ni se intentará a volver a unirse al club por la puerta de atrás».
Los otros candidatos son el secretario de Pensiones Stephen Crabb, el ex secretario de Defensa Liam Fox y la secretaria de Energía, Andrea Leadsom. Se dice que Theresa May es la favorita, pero los analistas también dicen que nunca gana el candidato favorito. La respuesta la conoceremos el próximo 9 de setiembre.
Francia se suma al veto español contra las aspiraciones escocesas
El jefe de la diplomacia francesa, Jean-Marc Ayrault, reiteró ayer la oposición de París a que la Unión Europea negocie directamente con Escocia las consecuencias del Brexit, y justificó su negativa apelando al histórico jacobinismo del Estado galo.
«Europa no debe en ningún caso contribuir al desmantelamiento de naciones; al contrario, hay que respetar a las naciones, que son las que deciden sobre su futuro y su destino», declaró Ayrault a la cadena de tv France 2.
El ministro de Exteriores niega a Escocia lo que el Reino Unido (como evidencia su bandera, la Union Jack) le reconoce: que es una nación con todos los atributos.
A falta de argumentos, Ayrault optó por la alarma dialéctica: «Es imperativo (el veto a Escocia), porque si no, no habrá más unidad europea», señaló, en clave de amenaza. Sorprende, en este sentido, que la UE se vaya a desunir por admitir en su seno a una Escocia que votó mayoritariamente por seguir en la Unión mientras negocia con una Gran Bretaña que le ha dado con la puerta.
Más matizado, el presidente francés, François Hollande, mostró la víspera su rechazo a las aspiraciones francesas: «la negociación no se hará con una parte del Reino Unido (...) Solo en función de cómo vaya esa negociación será posible analizar situaciones y soluciones que podrían afectar a Escocia», señaló tras la cumbre de la UE el miércoles.
Hollande parece alinearse con los que piensan que Escocia sería una carta a jugar en la negociación con Londres.
España no conoce ese tipo de matices. Su presidente en funciones y vencedor del 26-J, Mariano Rajoy, sentenció desde Bruselas que «si el Reino Unido se va, Escocia se va», reinterpretando a su manera el mensaje «out is out» al Gobierno británico.Dabid LAZKANOITURBURU