24 AOûT 2016 Gargantua Una imagen real de Vista Alegre . A LA MESA CON Txomin PITARKE BILBO He de confesar cierto prejuicio, aunque añado que no me declaro antitaurino en el sentido amplio. Yo gozaba como un chaval en aquellas primeras sokamuturras por El Arenal después de una primera carrera por la calle Bidebarrieta. Más de un siete he llevado en el pantalón de mil rayas, así que me obligaron a bajar con el de mahón. Eran días en que la noche no tenía fin y los escobones de los barrenderos nos invitaban a iniciar el camino de vuelta a casa mientras pegábamos patadas a los primeros katxis, aquellas botellas en las que se embotellaba la leche. ¡Qué recuerdos! Fue mi primer contacto y único con las vaquillas. Luego, a los munícipes les entró canguelo por aquello de la seguridad y las llevaron a la plaza de toros. El edificio público que menos uso se le da en la villa. Antes se organizaban desde mítines de Felipe González a conciertos de Julio Iglesias. Con el paso de los años, la cosa degeneró y ya ni a los de las mariscadas les parece atractivo un equipamiento en el que lo más casposo del Botxo tiene cierto grado de poder. Los números no les salen, pero ellos siguen empeñados en mantener un mamotreto pasado de moda. Los únicos que hablan al respecto son los representantes municipales, especialmente el presidente de la Junta Administrativa, que para no perder la tradición es, además de concejal, amigo del alcalde. Le he oído varias veces manifestar que están estudiando qué nuevos usos se pueden dar al coso. Si los hallan y logran ponerlos en práctica, le anuncio que le voto para alcalde. La feria no debe ir bien y se han puesto nerviosos. No veo fotos en los periódicos amantes de la «fiesta» que muestren los tendidos. Siempre el patio de cuadrillas y otras dependencias de la plaza. Los que se la tienen jurada a las corridas de toros destacan que el Ayuntamiento y grandes empresas, algunas vinculadas a la cosa pública, se gastan una pasta en entradas. Yo no las cato, la verdad. Con ese panorama, ayer nos visitó Juan Carlos de Borbón y su hija Elena. Sí, el que ahora es rey emérito y tiene entre sus aficiones comer en restaurantes estrellados y acudir a corridas, porque lo de las cacerías de elefantes y de osos lo tiene prohibido. En 39 años de Aste Nagusia no se le había visto el pelo por Vista Alegre e igual por eso hasta el alcalde se dio una vueltita por la plaza. La educación es el argumento que seguro que esgrime el de Deusto. Lo cierto es que la visita sirvió para mostrar la imagen real de Vista Alegre, con tendidos vacíos mientras en sombra aplaudían a rabiar al visitante entre algún pitido.