11 JAN. 2017 PERFIL Roman Herzog: El presidente alemán que quiso reconciliarse con Gernika Ingo NIEBEL BERLIN Roman Herzog realizó en 1997 un gesto de reconciliación con el pueblo de Gernika cuando se dirigió por carta a la generación que sobrevivió al bombardeo perpetrado por la Legión Cóndor el 26 de abril de 1937. El político alemán murió ayer con 82 años de edad. Cuando en 1994 el protestante bávaro salió elegido séptimo presidente de la República Federal de Alemania, Roman Herzog, había sido sólo la segunda elección del entonces canciller cristianodemócrata Helmut Kohl (CDU). Aún así necesitó tres votaciones para ser elegido. Desde el ámbito de la izquierda se le consideró un «reaccionario», porque siendo ministro de Interior del estado federal de Baden Württemberg equipó a sus policías con gas pimienta y balas de goma. Herzog lo consideró entonces una medida para «desescalar» los enfrentamientos entre agentes y manifestantes. En los años 60, cuando la Policía de Berlín occidental abatió a Benno Ohnesorg en medio de una manifestación, el entonces catedrático de Derecho condenó el uso de armas de fuego. Herzog inició su carrera profesional estudiando Derecho en Munich. Después ocupó cargos de relevancia en diferentes universidades alemanas. A principio de los años 70 se decidió a hacer política bajo las siglas de la CDU y a la sombra de Kohl. Después de haber dirigido varios ministerios del land Baden Württemberg, volvió a sus orígenes de jurista, siendo juez de la Corte Constitucional Federal. Desde 1987 hasta convertirse en jefe de Estado presidió el máximo Tribunal alemán. Dado que el presidente federal carece de poderes ejecutivos, Herzog utilizó su peso representativo –y su carácter bávaro de ir contracorriente–, para hablar de temas que el jefe de Gobierno y correligionario suyo Kohl evitaba. En 1997 llamó la atención de la opinión pública cuando criticó en su primer «discurso de Berlín» el «parón de las reformas» causado por el desinterés del Ejecutivo y la burocracia. Otro aspecto de su labor como presidente consistía en marcar pautas respecto a la Memoria histórica en un tiempo en que su partido optaba más bien por la amnesia como variante de una política de punto final. Fue Herzog quien proclamó en 1996 el 27 de enero “Día de la Conmemoración de la Víctimas del Nacionalsocialismo”. Un día como aquel, en 1945, el Ejército Rojo liberó el campo de exterminio de Auschwitz. En esta línea se halla también la carta en la que Herzog se dirigió el 26 de abril de 1997 a los vecinos de Gernika que habían sobrevivido el bombardeo de su villa por la Legión Cóndor. El embajador de la RFA la leyó con motivo del 60 aniversario de la destrucción. En su misiva Herzog decía que «quiero asumir ese pasado y reconocer expresamente la culpa de los aviadores involucrados». «Les ofrezco a Uds., que todavía llevan en las entrañas las heridas del pasado, mi mano en ruego de reconciliación», añadía. Los supervivientes del bombardeo aceptaron este gesto un tanto insólito ante el silencio y la ignorancia de los sucesivos Gobiernos españoles al respecto. En Alemania, este paso de Herzog ayudó al Ejecutivo de Kohl de poner fin a un debate político que una década antes habían abierto los pacifistas verdes Petra Kelly y Gert Bastian cuando exigieron al Estado alemán un gesto de reconciliación por el bombardeo de Gernika. En el Ayuntamiento de la Villa foral se expone la carta del presidente Herzog, siendo un documento extraordinario.