Alberto PRADILLA

Nuevo PSOE, viejo discurso

Javier Fernández se ganó aplausos y lisonjas con un discurso que, en el fondo, viene a dar la razón a quienes defendemos que sin derecho a decidir no hay democratización del Estado y, por lo tanto, el cambio es imposible al sur del Ebro. Aunque envuelto en una retórica aparentemente profunda, lo que vino a plantear el jefe de la Gestora es el discurso más viejo del PSOE, el que se impone desde que Felipe González y los suyos abandonaron el reconocimiento de la autodeterminación al inaugurar el régimen de 1978. Básicamente, que esto (Euskal Herria, Catalunya) es España, que nacionalistas son siempre los otros (pese a que defendió entregar el Gobierno al PP por «lealtad a España») y que aunque lo que «preocupa» es el paro, el elemento fundamental en el que atrincherarse es la unidad del Estado.

Su mención al pensador Thomas Mann en alusión al proceso catalán, que supone acercar implícitamente independentismo catalán y nazismo, no puede verse sino como ejemplo de fundamentalismo unionista y antidemocrático. Si esta evolución sigue su curso a nadie le debería sorprender ver a los exdirigentes José Luis Corcuera o Joaquín Leguina, ahora tertulianos en programas de extrema derecha, enarbolando la bandera del nuevo-viejo PSOE como sus renovadores.