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CRÍTICA «Ballerina»

Los primeros pasos son los más importantes


Siempre que se comentan películas de animación infantil es muy importante afinar con la recomendación por edades, y es necesario advertir que “Ballerina” se les puede hacer aburrida a los niños y niñas de menos de seis o siete años, que están acostumbrados a largometrajes y series televisivas con más acción y humor. De ahí en adelante puede gustar a cualquier espectador más o menos adulto, siempre y cuando disfrute con la conexión entre música y melodrama, algo que solía ser antaño preceptivo de la marca Disney. Hoy en día hay tanta competencia a nivel internacional, que esta producción francocanadiense con 30 millones de dólares de presupuesto puede presumir de un depurado estilo clásico, con el añadido puntual de técnicas visuales más actuales.

Del anime japonés toma, por ejemplo, la ralentización de la imagen para las escenas de saltos y acrobacias aéreas de las bailarinas, demostrando que es un recurso que vale igual para las coreografías de lucha que para las de danza, como es aquí el caso. En lo argumental se mueve entre el cuento clásico de “La Cenicienta” y el ballet de “El cascanueces”, con ecos de la literatura de Charles Dickens y de la de Johanna Spyri, la autora de “Heidi”.

Con todas esas interesantes referencias consigue una muy trabajada conexión entre el estudio del movimiento y el desarrollo personal, partiendo de la base de que los primeros pasos dados en la niñez son los más importantes. Sin embargo, lo que hace diferente a la pequeña heroína de “Ballerina” es que no se conforma con caminar, sino que quiere literalmente volar, y para ello tendrá que sacrificarse y aprender a bailar con tal ligereza que sus pies puedan despegarse del suelo. Pero despegar no es fácil, y menos aún siendo una pobre huerfanita bretona, que en el París decimonónico chocará con los prejuicios de clase, representados por la madre de una bailarina rival dispuesta a hacer de villana.