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EDITORIALA

Una ventana a la realidad en la Justicia española


Antes de que naciera el concepto de posverdad ahora tan en boga, la Justicia española ya lo practicaba en el caso vasco. El episodio más conocido es el mal llamado Bateragune, en el que contra toda evidencia los artífices del giro de la izquierda abertzale que trajo el fin de la lucha armada de ETA y un escenario nuevo y mejor en el país fueron castigados precisamente por lo contrario: actuar a las órdenes de esa organización y ejercer el «terrorismo». Si la acusación ya resultaba inverosímil cuando fueron detenidos (en 2009), había devenido en increíble cuando los castigó la Audiencia Nacional (2011), en alucinante cuando lo ratificaron el Supremo y el Constitucional (2014), y en esperpéntica hoy, cuando Rafa Díez sigue encarcelado por esa patraña. Y no obstante, esta misma posverdad judicial se sigue estirando puntualmente: hoy se llama Altsasu.

En este contexto, el auto del Tribunal Supremo sobre el caso de Iñaki Goioaga supone una ventana abierta a la realidad dentro ese búnker cerrado a cal y canto a ella que es la Justicia española. A la aceptación de que en Euskal Herria nada es como antes de 2009-2011 le suceden consecuencias lógicas, como estipular que quienes trabajan política y pacíficamente por los presos no promueven la violencia, sino al contrario; que organizaciones sistemáticamente ligadas con ETA no tienen relación alguna; que las acciones y documentos anteriores a esa fecha están desfasados; y en resumen, que es hora de cambiar de enfoque. Es significativo que hoy el instructor del «caso Bateragune» como el fiscal general que lo impulsó estén claramente entre quienes abogan por pasar página.

Sin embargo, el día a día del estamento judicial español sigue escapando a esa lógica que debería asentarse, como ha dejado patente la Audiencia Nacional al denegar la libertad a Sara Majarenas para que cuide de su hija. La carta remitida por la abuela a este diario sirve para dejar en evidencia el sinsentido y la crueldad de mantener presa a quien debería estar en casa cuidando de Izar.