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KONG: LA ISLA CALAVERA

Monstruos en tinieblas: apocalipsis y renacer del mito de King Kong


D esde que Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack presentaran en sociedad a King Kong, hasta el estreno de la película que ahora nos ocupa, han pasado 84 años. Entre un momento y el otro, el rey de los gorilas ha debido protagonizar la misma cantidad de películas (secuelas, precuelas, remakes, reboots...) y series de televisión. Ahí va una prueba de estrés para su buscador de internet favorito: escriba en él las palabras “King Kong” y apriete la tecla Enter... a ver qué pasa.

Para gustos los colores, ya lo ven, y para hacer caja, nada ni nadie mejor que Hollywood. Tras un 2016 artísticamente desastroso en lo referente a la oferta de blockbusters, la factoría de sueños parece decidida a compensarnos como solo ella sabe, es decir, metiéndole mano al pasado. De grandes clásicos hablamos, pero también de otros modelos no tan antiguos, avalados por un consenso casi unánime entre crítica y público.

En este sentido, las aventuras que van a vivirse por enésima vez en la legendaria Isla Calavera, se presentan como un yacimiento casi inagotable de segundas lecturas. A saber: el choque lo protagonizan hombres y monstruos, pero el auténtico conflicto está en el seno del primer bando; en una especie de guerra civil entre los que acuden a este territorio con ganas de preservarlo y los que hacen lo propio pero con actitud destructora.

Con este espíritu bipolar se presenta el nuevo film de Jordan Vogt-Roberts. Entre el respeto por el material original y la iconoclastia del enfant terrible, dispuesto a dejar su propia marca en el templo sagrado. Venerando el legado de Cooper & Schoedsack pero reinterpretándolo al mismo tiempo, sin miedo a lo que puedan pensar los más puristas. Entre un extremo y el otro, la película de marras, equilibrio óptimo entre lo nuevo y lo viejo; la acción y la comedia. Un espectáculo colosal.