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DE REOJO

Frentismo


Vemos la realidad casi siempre de frente y en formato rectangular. Puro frentismo. Una configuración alterada de nuestras posibilidades de conocimiento. No la vemos ni en trescientos sesenta grados, ni en forma ovalada, ni siquiera esférica por mucho que sea a través de las pelotas y los balones por donde vamos acumulando frustraciones y emociones externalizadas. Antes de la televisión, los teléfonos que otorgan la inteligencia a base de pagar más a la suministradora de datos, estaba el cine, y antes el teatro, que no siempre fue cuadrilátero, aunque siempre tuvimos el frentismo como opción postural.

Todo tiene hasta una explicación biológica. Miramos de frente, con una visión panorámica limitada, no podemos dar la vuelta a nuestra cabeza nada más que unos grados, por lo que las gafas las llevamos sobre las orejas y la nariz. Por eso debemos entender nuestra dependencia a las pantallas, que nos escupen tanta irrealidad como manipulación y que cuando vemos un anuncio bello sobre el síndrome Down entendemos su mensaje desde la mirada frontal, no desde la inteligencia emocional. Cosas que hay que ir desmenuzando.

Pero en el campo de la política partidista, hablar de frentismo es llegar con la noche muy cerrada a las curvas de la carretera hacia el TAV. ¿El PP va a apoyar el presupuesto del PNV en Gasteiz? Una foto arrugada. En Madrid se cuece un galimatías, una mezcla granítica de apoyos mutuos que no se puede entender a la primera con lo que está detrás de la frente de los seres comunes. El tres por ciento soluciona la ecuación. Todo huele a pasteleo. ¿Urkullu patrocinando el desarme? Ay. Miro al horizonte y digo yo que estamos ante el neo-frentismo. La canción medio baile de los setenta, llamada yenka decía: derecha, derecha, izquierda, izquierda, adelante y atrás, un, dos, tres.