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DE REOJO

Azar


Cada cierto tiempo se cuelan en nuestro radar noticioso informes científicos que nos dicen lo contrario de lo que nos habían dicho semanas, meses, años o décadas anteriores. El último que me ha provocado el impulso de reflexionar es el que asegura que un alto porcentaje de los cánceres se producen de manera aleatoria, que son mutaciones azarosas de las células, por lo que nada tiene que ver ni la carga genética ni la ambiental, y por lo tanto ni la nutricional. ¿No existe prevención eficaz?

Esa es la pregunta, si todo se debe a un cambio celular caprichoso que provoca esas mutaciones celulares, ¿qué podemos hacer para protegernos? Pues según este estudio de Bert Vogestein y Cristian Tomasetti, que fue contestado de manera frontal por asociaciones e institutos que luchan contra la enfermedad, lo único recomendable es el diagnóstico precoz. Para ello se deben cambiar los modelos de salud o de medicina. Por lo que entramos otra vez en una duda mayor, ¿deberíamos estar haciéndonos pruebas constantes para eliminar posibilidades? Muy complejo parece todo. Mientras tanto discutimos de manera vergonzante sobre sanidad pública o privada.

Los investigadores se refieren a una serie de tumores no habituales y reconocen que los más comunes sí tienen un añadido de productos y hábitos que aceleran los procesos. Pero justo en “El Intermedio” nos ofrecen un reportaje de Gonzo sobre las bombas atómicas de Palomares, cincuenta y un año más tarde y uno entra en otra confusión mayor, la del azar como elemento político. Chocaron dos aviones militares y cayeron cuatro bombas en la localidad almeriense y desde entonces nadie ha limpiado de residuos radioactivos de sus playas. ¿Hay estadísticas de incidencia del cáncer entre sus pobladores? No, ni por casualidad. ¿De quién es la responsabilidad?