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Señor Urkullu, con precariedad no hay Industria 4.0


Con la evolución de las nuevas tecnologías cada vez nos estamos acostumbrando más a mensajes breves y contundentes, quedándonos con lo superficial y dejando de lado análisis más profundos.

El Gobierno de Lakua parece funcionar según esa teoría, hasta tal punto que el Departamento de Desarrollo Económico que dirige Arantxa Tapia parece ser en realidad el Departamento de Marketing de Lakua. Así, fusionando un concepto novedoso como el de «Industria 4.0» que se emplea en países tecnológicamente punteros para definir el proceso de digitalización de la industria, con un supuesto perfil propio llegamos al «Basque Industry 4.0». La ecuación perfecta, a la que añadiendo grandes dosis de publicidad institucional, congresos varios y giras de presentación por empresas nos quieren hacer creer que la renovación y adaptación de la industria a los nuevos tiempos ya ha llegado.

Pero realmente, ¿qué hay detrás de todo eso? Los datos muestran que la supuesta apuesta por la industria avanzada es inexistente: la industria vasca sigue con un nivel tecnológico mayoritariamente medio-bajo. La inversión en Investigación y Desarrollo está por debajo de la media europea, y la receta anticrisis aplicada por su gobierno ha sido invertir cada vez menos. Los sucesivos Planes de Ciencia y Tecnología de Lakua marcan objetivos de gasto en Investigación y Desarrollo a los que ni siquiera nos acercamos. En innovación, estamos a la cola entre las regiones europeas de características similares según el Índice Regional Europeo de Innovación (RIS).

Esto apenas motiva críticas públicas, por aquello de que el que se mueve no sale en la foto. Y el que no sale en la foto se arriesga a ser expulsado del club de los subvencionados. Lo que sí vemos son grandes titulares, como cuando han presentado el proyecto de presupuestos para 2017, «presupuestos de impulso a la industria», nos decían. Los valoramos en su justa medida: destinan 131 millones de euros a la industria. En una innecesaria infraestructura de nula utilidad social y económica como el TAV 350 millones, es decir, un 267% más. Ésa es su apuesta por la industria.

Que la situación sea algo mejor que en España solo sirve para evidenciar la equivocación de establecer comparaciones respecto a España: La supuesta «Basque Industry 4.0» es «Spanish», y poco tiene de «Industry»: Lo del 4.0 se lo compramos: 4 son las características principales de la apuesta por la precariedad como estrategia competitiva (reforma laboral, negación de la negociación colectiva, discriminación de las nuevas contrataciones y aumento de la pobreza) y 0 es su política industrial. Ese es el verdadero 4.0 que se está aplicando.

Porque mientras no se toman medidas para preservar el tejido y apostar por una estrategia pública propia de transformación de la industria, en el otro sentido sí se avanza y a alta velocidad. La precarización del mercado laboral y la eliminación de la negociación colectiva avanzan con la complicidad institucional salvo en aquellos centros de trabajo en los que la organización consigue hacer de dique de contención.

Tenemos un alto nivel de formación respecto a Europa que a toda velocidad pierde la cualificación adquirida en el sistema educativo cuando se incorpora al mercado de trabajo en situación precaria. La alternativa es el exilio económico al que siguen condenando a gran parte de la juventud.

Si competimos en conocimiento y en personas, la estrategia a seguir pasa por garantizar condiciones dignas, y eso requiere dotarnos de un nuevo modelo de relaciones laborales. La industria debe ser avanzada tecnológicamente, pero para ello debe ser también avanzada social y laboralmente. Apostar por las personas es incompatible con querer acabar con la negociación colectiva, con relaciones laborales individuales, es decir, con imposiciones individuales. No se puede construir una industria del siglo XXI, con condiciones laborales del siglo XIX. De nada sirve hablar de participación, de traineras donde remar juntos como gusta a los responsables de Confebask, si se pretende que unos vayan en primera clase y en cambio otros (que deben ser mayoritariamente hombres) lleven grilletes. A los nuevos (y a las pocas nuevas) los echan por la borda para ser reemplazados. La precariedad es un problema social y político de primer orden y debe tener una solución política.

La digitalización y las nuevas tecnologías no van a traer necesariamente un mayor bienestar al conjunto de la sociedad. No tenemos más que ver cómo, ante el silencio y complicidad del gobierno que Ud. preside, tras 3 años seguidos de crecimiento con una tasa superior al 3%, la patronal sigue negándose a negociar los convenio colectivos, impidiendo así repartir la riqueza que generan las y los trabajadores. Es la avaricia llevada a cotas máximas, en el momento donde más riqueza se ha generado en la historia de Bizkaia, Gipuzkoa y Araba.

Lo que ustedes hacen es propaganda, y no política industrial. Y están renunciando a romper las ataduras que nos marca el marco jurídico político actual y avanzar en un camino propio en el ámbito de la política industrial que, no lo olvide, es la base de la economía. Su estrategia de competir a nivel global a costa de las condiciones de trabajo y de vida de los y las trabajadoras está destinada a fracasar.