24 AVR. 2017 PRIMERA VUELTA DE LAS ELECCIONES PRESIDENCIALES FRANCESAS Victoria de Emmanuel Macron que despeja su camino hacia el Elíseo El 7 de mayo, los electores franceses deberán optar entre el socioliberal Emmanuel Macron y la ultraderechista Marine Le Pen. El primero tiene todas las ventajas para alcanzar el Elíseo, ya que los candidatos de los partidos tradicionales, grandes perdedores de la noche electoral, llamaron de inmediato a votar por el exministro de François Hollande. Dernière mise à jour : 24 AVR. 2017 - 01:16h Maite UBIRIA BEAUMONT BAIONA Los electores franceses deshojaron ayer la margarita y lo hicieron para colocar a un candidato que nunca antes había concurrido a una elección, Emmanuel Fillon, camino del Elíseo. A la espera de conocerse el escrutinio definitivo, recontado el 84% de voto, el aspirante socioliberal lograba un 23,35% de votos, mientras que la aspirante ultraderechista, Marine Le Pen, con un 22,45%, llegaba en segundo lugar. Ambos disputarán la segunda y definitiva vuelta, el próximo 7 de mayo, aunque el primero cuenta con todas las ventajas para alcanzar el Elíseo. Efectivamente, desde que se conocieran las primeras tendencias de voto, pasadas las 20.00, se sucedieron las apelaciones a cerrar el paso a Marine Le Pen. El primero en expresarse en ese sentido fue el gran derrotado de la noche, Benoît Hamon. El candidato socialista, que quedó en quinto lugar, reconoció sin ambages su derrota. Hamon perdió 7 millones de votos con respecto al resultado obtenido por Hollande en 2012. Se quedó en un 6,13%. «La izquierda no está muerta», proclamó en tono emocionado un Hamon que llegó a estas elecciones en condiciones imposibles, con un partido dividido y un candidato a su izquierda, Jean-Luc Mélenchon, que ha sabido construir una dinámica mucho más coherente. Así, el líder de la Francia Insumisa, con un 19,19% de los sufragios, consiguió pisar los talones al tercer candidato más votado, François Fillon (19,77). El trasvase de voto del electorado del PS en favor de Mélenchon fue muy importante, lo que demuestra que el fundador de la Francia Insumisa se convirtió ayer en el voto refugio para los sectores más descontentos con la política de austeridad que ha marcado la presidencia de François Hollande, desde la socialdemocracia a la izquierda revolucionaria. Tal como rezaba la portada nocturna de “L´Humanité”, el apoyo recogido por el veterano Mélenchon está «cargado de promesas para el futuro». Pujanza insumisa Pese a ello, el candidato insumiso retrasó su declaración hasta casi las 22.00, y salió a los medios con un mensaje encriptado. Cargó contra el modo en que fueron saliendo los datos en la noche electoral, dando a entender que los puestos podrían bailar al final del recuento. Siempre en un tono serio, Mélenchon se privó de dar consigna de voto. Afirmó no sentirse autorizado a ello por sus votantes y anunció una consulta para decidir sobre la cuestión. Su intervención causó una cierta sorpresa, habida cuenta de que Mélenchon y su movimiento abrieron en la votación de ayer la puerta a un proceso de refundación en la izquierda francesa. Y es que el terremoto que ha provocado esta elección presidencial va a acarrear una reorganización importante del conjunto del tablero político. El eje izquierda-derecha en que se ha conjugado la vida institucional francesa se ve alterado por esta victoria de un candidato que encumbra a un movimiento, En Marcha, que con solo unos meses de vida puede aspirar a todo en los comicios legislativos del próximo mes de junio. Por su parte, las dos formaciones que se han alternado en el Elíseo durante la V República se verán abocadas a tomar importantes decisiones a futuro. PS y Les Républicains fueron los grandes derrotados de la noche, aunque los porcentajes de voto alcanzados por sus respectivos candidatos no hagan equiparable el nivel de la derrota. Ciertamente, hasta hace solo cuatro meses nadie dudaba de que François Fillon sería el sustituto de Hollande en el Elíseo. Sin embargo, el estallido, a finales de enero, del escándalo “Penelopegate” congeló las esperanzas de alternancia Con todo, Fillon fue capaz de compensar pérdidas durante la campaña y llegó a la cita con las urnas con ciertas posibilidades de colarse en una segunda vuelta. Finalmente no se produjo ese milagro y el ultraconservador se quedó ayer con el bronce. En la comparecencia ante los medios de comunicación, Fillon asumió la responsabilidad de la derrota, pero remarcó ante los suyos las posibilidades de tomar revancha en la elección legislativa, al amparo de esa falta de experiencia absoluta de En Marche en un escrutinio cuyas características son muy diferentes a una presidencial. Fillon se quedó cerca del 20%, lo que, en su situación, puede interpretarse casi como un resultado meritorio. La situación dramática del PS puede servirle de consuelo, pero solo a corto plazo, ya que su futuro no está ni mucho menos claro. Las tensiones internas en las dos formaciones tradicionales marcará, a buen seguro, la crónica política gala. La segunda candidata más votada, Marine Le Pen, no dudó en celebrar como una victoria su calificación para la segunda vuelta. Y tenía siete millones de buenas razones para ello. Le Pen sigue confiando Mejoró el score de su padre y obtuvo, por tanto, el mejor resultado para el Frente Nacional. De ahí que Le Pen se autoproclamara «la candidata del pueblo» en la comparecencia en que se comprometió ante sus seguidores a dar la batalla por una victoria el 7 de Mayo. No es previsible que eso se produzca. Pero es evidente que el resultado logrado por el Frente influirá en la política del nuevo inquilino del Elíseo, a buen seguro, Emmanuel Macron. Así se puso de manifiesto en el discurso del ganador de la noche, en el que Macron abrazó el lenguaje de su contrincante al comprometerse a ser «el presidente de los patriotas franceses, frente a la amenaza de los nacionalismos; el presidente de un país, que es solo uno». De inmediato, Macron expuso su objetivo de reunir el máximo de apoyos durante los quince días que quedan para la segunda vuelta electoral presidencial, pero no olvidó citar el que será su objetivo principal, «construir una nueva mayoría parlamentaria», de la que habló como si ya fuera presidente, sin fijarse «en el origen de cada cual, sino en el objetivo común de renovar la vida política y de construir un nuevo país».