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DE REOJO

Popeye


Cuando una vez más se comprueba que la fecha del Primero de Mayo empieza a ser más folclórica que reivindicativa, cuando los sindicatos andan como funcionario de segunda en pena, cuando han triunfado todas las tesis neoliberales en la contratación laboral que han convertido un puesto de trabajo en una dádiva, en un sorteo, en algo volátil, perecedero y sin lugar para la confrontación, uno decide pasearse mando en pecho por esos canales que tanto le aportan. Estoy refiriéndome al chino y ahora incorporo de una manera constante al canal ruso, RT, que emite en un castellano rotundo.

Comprendiendo que los ritos propagandísticos, pero ya no con la entidad ideológica de antes sino directamente turísticos, en donde vemos manifestaciones obreras para recordar un pasado remoto se deben mantener, señalando que los informativos de este canal son diferentes en su contenido internacional, en su programación vimos un magnífico documental sobre Popeye, un personaje controvertido de la vida colombiana ya que fue el segundo de Pablo Escobar, tras haber cumplido veintitrés años y cuatro meses en un “agujero”, como indica de manera vehemente, ha salido con libertad provisional y se ha convertido en un personaje público muy conocido.

Las asociaciones de víctimas se enfrentan a este hombre que reconoce su pasado, que habla de matar a alguien con un tono escalofriante, que sabe que lo pueden matar en cualquier instante, que habla de manera endiablada. La dialéctica entre víctima y victimario se lleva en momentos a lugares extremos, con el propio Popeye mostrando agresividad. La pregunta que se hacen algunos colombianos si es bueno hacer de este hombre con un pasado violento un referente con un discurso ambivalente que ha calado en la gente que le saluda por la calle.