19 MAI 2017 PERSONAL SHOPPER De compras con y para las vedettes V.E. Si alguien se le acerca un día y le dice que Kristen Stewart es la mejor actriz de su generación, seguramente sea... a. Un mentiroso; b. Su representante; c. Su amante; d. Olivier Assayas, el cual, como marca la milenaria tradición en la configuración de tests, encarna la famosa solución de “todas las anteriores”. La declaración de marras, por cierto, en serio que la dijo monsieur Assayas... lo cual no implica que la dijera en serio. Con esta desconfianza, prudencia y sobre todo humor hay que encajar cada sentencia o nueva película de esta vaca sagrada del cine francés moderno. Así las cosas, ante una cinta de fantasmas protagonizada por la Stewart... hay que acudir a la cita con todo el escepticismo que exige la carta de presentación, porque a estas alturas creer ciegamente en Assayas es algo así como creer en los fenómenos paranormales. Nos movemos en los confusos terrenos de lo esotérico: la fe con la que cada espectador acude a la proyección acabará determinando si lo que está viendo es una genialidad o una engañifa. En esta delgadísima línea divisoria se mueve de nuevo el cine de Assayas, maestro provocador; fino retratista de unos tiempos consumidos en los oscuros cultos de la mitomanía.