20 MAI 2017 Bélgica recuerda a Magritte 50 años después de su muerte GARA BRUSELAS La huella del pintor René Magritte, icono del surrealismo belga, estará más viva que nunca este año en Bélgica, donde instituciones, museos y varios monumentos del país rendirán homenaje al artista con motivo del 50 aniversario de su muerte a través de exposiciones y experiencias virtuales. El extenso programa arrancará el 30 de junio en la ciudad costera de Knokke, con un tour virtual que explorará el mundo mágico del pintor en el interior de un enorme bombín, como el que visten los hombres invisibles de sus cuadros, con capacidad para 50 personas. La huella de Magritte está desde 1953 en el casino de esa dicha ciudad, donde el artista se consagró con la creación de una de sus obras más ambiciosas, un “Fresco encantado” de 70 metros de largo y 4 de alto, que aún hoy decora ese centro cultural que ha dedicado exposiciones a Picasso, Matisse, Chagall, Dalí o Max Ernst. La sala que acoge la obra, bautizada con el apellido del artista, se abrirá este año al público de manera excepcional, mientras que, a partir del 20 de octubre, el centro cultural de Scharpoord dedicará una muestra a la relación del pintor con el mar, que le sirvió de inspiración en más de 25 cuadros. Pero el centro neurálgico del homenaje será Bruselas y, en concreto, el museo Magritte, con una gran exposición a partir del 13 de octubre que indagará en su diálogo con Marcel Broodthaers, que influyó enormemente sus creaciones y su manera de representar los objetos. «Ese diálogo contribuyó a la emergencia del surrealismo conceptual, con sus famosos ‘cuadros-palabras’ que marcaron el inicio del arte conceptual», explica Michel Draguet, el director general de los Museos reales de Bellas Artes de Bélgica, en el que se integra el de Magritte. La idea del museo es también reunir las creaciones de artistas contemporáneos posteriores a 1980, como George Condo o Gavin Turk, Sean Landers o David Altmedj, que han reflexionado en sus obras sobre esa manera de reproducir los objetos, asociados a una palabra que en realidad no se corresponde con los mismos Los belgas, poco dados a enorgullecerse de una identidad «que ven como hueca, en un país casi artificial y construido políticamente», encuentran en Magritte un representante «de cierta manera belga de entender la vida, de un país surrealista», apuntó Draguet.