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JO PUNTUA

Fátima «Reloaded»


Dudo si creer más en los misterios de Fátima –donde recién ha estado Bergoglio– que en la capacidad de hipnosis colectiva de la Iglesia romana sobre su grey.

Se aparece la Virgen –y antes un ángel salvador anunciándola en 1917, república portuguesa (en 1910) y revolución rusa, malos tiempos para la lírica clerical– a tres pastorcillos famélicos cuya dieta básica era el pan de centeno contaminado por el cornezuelo, un hongo que causaba –hoy lo sabemos– el ergotismo de tipo convulsivo que ocasionaba alucinaciones, delirios y espasmos, un pan que consumían, ya en la Edad Media, los pobres campesinos y no los señores ricos que manducaban pan de trigo. Menos mal –esto es una digresión– que nuestro talo se hacía con pan de maíz, esto es, sin ácido lisérgico o LSD, iniciales, dicen, del “Lucy in the Sky with Diamonds” del Sargento Pimienta de Los Beatles. Ignoro qué se metían los griegos de los misterios eleusinos, ¿zurrakapote, quizá? Auskalo!

¿Bromeo? Que se lo digan a las desdichadas neskas de las «brujas» de Finnmark en Noruega o –más mediáticas– de Salem en el puritano Massachussets del siglo XVII. También allí existía el pan de centeno con cornezuelo y, viendo cómo blasfemaban y se les ponía cara de Linda Blair en “El exorcista”, se las acusaba de estar poseídas por el Diablo (también con mayúscula) y a la pira purificadora. También la patata quitaba las hambrunas, pero no portaban cornezuelo psicotrópico, que ahora llaman colesterol. El caso es joder.

Hasta el entonces conspicuo cardenal Ratzinger –defensor acérrimo de la Fe y el Lignum Crucis y María Santísima– hablaba más de «visiones interiores» que de «apariciones» en Fátima. Y el no menos reaccionario y anticomunista enfermizo Wojtyla –que ya debe estar canonizado o beatificado– atribuyó su salvación a que la virgen de Fátima, si no se le apareció, desvió la bala que Alí Agca apuntó a su corazón.

Ya me lo decía mi abuela Paula cuando trataba de convencerla –comiendo su deliciosa paella dominguera– de que el hombre había pisado la Luna: «tú ves visiones, chaval».

Una cachonda.