05 JUIN 2017 Bobadas alpinas Fatiga Kike DE PABLO Alpinista Un estudio publicado en Nueva Zelanda entre montañeros que habían sufrido graves accidentes constataba que la mayoría de ellos, después de curarse, continuaban con las mismas actividades. Confirmaba que la proporción de afectados por desórdenes psíquicos postraumáticos era mucho menor que en otros grupos, como soldados a la vuelta de guerras o bomberos que habían intervenido en grandes accidentes o desastres. Parecía haber también un bajo nivel en algunos neurotransmisores, tipo dopamina, etc. que intervienen en la asunción del riesgo, búsqueda de sensaciones fuertes y novedades. Por otra parte, el escalador y Astrofísico británico Stu Littlefair cree que «los humanos y, como no, los montañeros somos muy malos evaluando riesgos. Valoramos como peligrosas cosas que son desagradables y fácilmente recordables. Olvidamos que estadísticamente no es la caída terrorífica de 30 m escalando sino el resbalón en sitios fáciles o el olvido de acabar el nudo de encordarse lo que nos llevará a nuestro fin. Unas 2.000 personas mueren al año en UK en accidentes de coche con más de 20.000 heridos graves y, sin embargo, vivimos aterrorizados por ataques terroristas que entre 2000 y 2015 han matado 90 personas». La familiaridad alimenta el olvido y la negación de la realidad, o quizás, como dice Mario Rigoni Stern, «el alpinismo no está hecho solo de amantes de lo vertiginoso si no de mucha gente que en montaña lleva con fatiga la propia existencia».